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viernes, 5 de mayo de 2023

Las Cotton de Anita Maravillas: los títeres arman la revolución

No se había visto aún en Madrid capital el último montaje del colectivo Anita Maravillas, Las Cotton, una coproducción con Portal 71 que, en sintonía con otras históricas compañías vascas de tradición comunitaria (Marie de Jong, Gorakada, Teatro Paraíso...), apuesta por el compromiso social con una trabajadísima pieza sobre la lucha obrera feminista que interpela a todos los públicos.
Premio al mejor espectáculo de títeres en la trigésima edición de FETEN y finalista a los Max en 2022, Las Cotton ha recalado en Espacio Abierto, el acogedor foro familiar de la Quinta de los Molinos que destila exquisiteces teatrales temporada tras temporada.
Próximamente hará otro alto en su gira para visitar el Centro del Títere de Alcorcón, donde se presentará a escolares. La obra es ideal para este tipo de campañas por las interesantes cuestiones que plantea, propicias para el debate y la reflexión colectiva. Se trata de un drama sin edulcorar, con momentos que estremecen incluso a los más duros, y de una singular belleza.

Un momento de Las Cotton. Fotografía de MarcosGpunto

Mujeres en primer plano


Una familia compuesta por una madre y sus dos hijas pequeñas, afectada por diversos peligros, decide migrar de su entorno rural al urbano a la búsqueda de mejor vida en plena época de expansión industrial. La pequeña Ari halla en cualquier parte ocasión para enredar; la mayor, June, tendrá que asumir responsabilidades desacordes con su edad cuando la madre consigue un puesto de trabajo en una fábrica textil. No hay presencia masculina; podríamos imaginar a un padre huido o llamado a filas, o quién sabe si alguna vez hubo padre. Desde las primeras escenas la propuesta nos sumerge en una historia de personajes femeninos cuya hondura psicológica epata tratándose de marionetas y máscaras neutras, en un recorrido que va de lo íntimo a lo político atravesando lo social.

En la génesis del proyecto, el afán de Miren Larrea por sacar a la luz valerosas historias de mujeres -ocultas por el tiempo y el relato imperante-, como la de las cigarreras de Bilbao a principios del siglo XX, que un día secuestraron a su patrón para conseguir que les concediera los derechos que ellas reclamaban, o las conserveras de pescado de Ondarroa, que aprovechaban los breves descansos para cuidar a sus hijos, o se las apañaban para trabajar con las criaturas alrededor. Las Cotton recoge el testigo de estas vivencias del mundo adulto y las acerca a los niños a través de un imaginario de cuento desde el que entender la realidad.

A pesar de la aparente sencillez del formato, tejido con elementos artesanales y solo dos intérpretes en escena multiplicando energías, la propuesta trasluce infinidad de capas de trabajo, lo que favorece diferentes lecturas. Los niños son cómplices de las dos hermanas, viven la aventura del traslado, la curiosidad por descubrir su nuevo entorno... Los adultos empatizan con la madre, una luchadora por la supervivencia familiar que sufre la precariedad laboral y acaba rebelándose contra la injusticia. Qué sensiblemente se muestra la doble faceta de las mujeres como obreras y cuidadoras, y las dificultades de la conciliación cuando además no hay ningún otro adulto cerca. La historia puede resultar amarga a los ojos de los mayores, pero es una entretenida peripecia para los niños.

Maren Basterretxea y Miren Larrea en un momento de Las Cotton.
Fotografía de MarcosGpunto

Títeres que respiran


Miren Larrea firma un guion depurado que no necesita texto; la artista plástica chilena Valentina Raposo es la responsable de la construcción de títeres y toda la parte estética, que se sirve de materiales naturales (lana, lino, algodón...) y apuesta por el trabajo manual.
Ambas ejecutan una secuencia de narrativa cinematográfica coreografiada con precisión milimétrica en distintos planos y escalas. Buen ejemplo de ello es el viaje en carreta, casi una road movie titiritera trepidante de acción. E incluso en las escenas que son puro divertimento -como cuando las niñas juegan con las telas o con la colocación de los objetos- no paran de ocurrir cosas.

Pero lo más sobresaliente es cómo las intérpretes clavan la animación, logrando que las emociones de los personajes traspasen plenas de matices. Impacta el momento en que la pequeña se mece en el columpio y parece volar tensionando sus músculos, o la realista agitación de la madre al proteger a sus hijas de las fieras nocturnas; perturbadora también la escena del accidente en la fábrica que interrumpe la cadena de trabajo de las operarias.


Maren Basterretxea y Miren Larrea en un momento de Las Cotton.
Fotografía de MarcosGpunto

Entre cantos, hilos y maderas


La música original de Fran Lasuen cobra muchísimo peso ya que apenas hay palabras y onomatopeyas en la dramaturgia. Así, las letras de las canciones -escritas por la versolari (poeta) Miren Amuriza- están cargadas de sentido. Se inspira en dos temas populares vascos, Las penas del lino, que las mujeres medievales coreaban cuando salían al campo para trabajar todas a un mismo ritmo, y la canción de La huelga, que narra cómo los herreros -aquí las tejedoras- se enfrentaron a sus patrones a principios del siglo XIX.
El jefe explotador tiene una larga escena musical de presentación, y cada una de sus apariciones son como pesadillas que asustan de verdad. Resultaría más cómico si la caricatura del tipo no fuera tan real.
Un afinado diseño de luces a cargo de Ion Chávez acompaña a este universo sonoro. Y en suma: todo un despliegue de recursos escénicos que acota la atención y admira por lo bien armado que está: transiciones ágiles, cambios de ubicación, divagaciones poéticas..., resueltas con un dinamismo y limpieza propios de engranaje. Bravo por la labor de dirección de Iván Alonso.

Maren Basterretxea y Miren Larrea en un momento de Las Cotton.
Fotografía de MarcosGpunto

El glorioso alzamiento feminista final remite a secuencias de otros títulos en los que hemos visto sindicarse a colectivos de mujeres, como la combativa película Sufragistas, o el musical Ladies Football Club de Sergio Peris-Mencheta. Porque la unión hace la fuerza, y aún queda mucho que luchar para dignificar el trabajo de las mujeres y lograr la igualdad de condiciones. También hay que contárselo a los chavales, y qué bien contado.
Muchas más maravillas esperamos de esta compañía a la que no hay que perder de vista. Ya está en el horno su próximo espectáculo, Andereño (La Maestra), una delicada fábula sobre la libertad y la pasión por enseñar que se entrenará en octubre en el Zornotza Aretoa de Amorebieta (Vizcaya).

Maren Basterretxea y Miren Larrea en un momento de Las Cotton.
Fotografía de MarcosGpunto

LAS COTTON

Producción: Anita Maravillas y Portal 71
Idea original: Miren Larrea
Dirección: Iván Alonso
Intérpretes: Miren Larrea, Valentina Raposo y Maren Basterretxea
Música original y versiones: Fran Lasuen
Letra canciones: Miren Amuriza
Diseño de iluminación: Ion Chávez
Escenografía: Iñaki Ziarrusta (Atx Teatroa)
Diseño de vestuario: Betitxe Saitua
Construcción de títeres: Valentina Raposo
Próximas Funciones: 8 y 9 de Mayo de 2023 a las 10 h. (Campaña escolar)
Lugar: Centro del Títere
Duración: 50 minutos
Edad recomendada: A partir de 6 años

martes, 8 de noviembre de 2022

Davel Puente, malabarista de emociones en Le Fumiste

No puedo evitar mi debilidad por los espectáculos de pequeño formato descolgados del circuito comercial en los que con pocos recursos, una idea buena y mucha creatividad, algunos artistas tocados por el duende logran enternecer hasta el rubor, conmover hasta las lágrimas, confraternar hasta la risa. Por ese mapa emocional nos lleva de la mano Davel Puente (actor madrileño afincado en Francia) con su compañía Don Davel. Curtido en teatro de calle y plazas circenses, le basta un minuto para atrapar la atención y meterse a la audiencia -literalmente- en el bote.

Es lo que ocurre en Le Fumiste, una obra que mezcla circomagianarración oral teatro de objetos para hablar de cómo se construye la propia identidad a partir de los recuerdos. Lleva más de cinco años girando por escenarios de medio mundo y acumula un largo historial de éxitos y premios. Esta vez ha hecho parada en el auditorio de Espacio Abierto Quinta de los Molinos, integrada en el VI Festival Pendientes de un Hilo. La veterana compañía titiritera La Tartana, promotora del evento, convoca a profesionales nacionales y extranjeros que despliegan su arte con títeres y objetos por distintos espacios de Madrid. Esta edición ha contado con siete espectáculos para público familiar, además de encuentros, talleres o instalaciones. Ponemos el foco en Le Fumiste, una creación original de la compañía Don Davel que nos ha dejado enfrascados. 

Un momento de Le Fumiste. Fotografía de Lux Nieve

Davel Puente se inspira para esta función en un potente motivo: los recuerdos son de humo y no se pueden apresar. Para vencer lo efímero de la memoria y que sus recuerdos no se desvanezcan intenta conservarlos en botellas de cristal "porque el cristal, igual que el humo, se hace con fuego". La metáfora es sublime y a partir de ella nos adentramos en un mundo surrealista donde botes de diferentes tamaños y texturas se van transformando en una multitud de personajes-contenedores de historias pasadas. Nuestro anfitrión, solo en escena, acaba acompañadísimo por esos frascos animados que exhiben voluntad propia e ingenio hasta para bromearle. Los vemos de forma cristalina gracias al poder evocador de las palabras y a la destreza de su acción. El público abraza la peripecia sabiéndose depositario de íntimas confesiones en un ambiente mágico que lleva a conectar con los secretos propios. Así, desfilan recuerdos que se encienden, pasados que se esfuman, búsquedas iluminadas... Todos protagonizamos el frágil equilibrio de las primeras veces (subir una montaña, la primera carta de amor, el primer beso, o ese vestigio incómodo al que no se quiere volver pero que nos persigue), todos erramos en el ensayo de la vida, pero vale la pena agacharse mil veces a recoger la pelota de malabares que se cae para poder dominar el juego.

Un momento de Le Fumiste. Fotografía de Lucia Vinaschi


"Los abuelos tienen sobre todo pasado; los niños son futuro"

Con un empaque de cuento autoficcional en el que todo lo que relata parece verídico, Davel Puente hila números de circo (magistral el de la manipulación de sombreros) e ilusionismo con la comedia más payasa y momentos de primorosa poesía visual. Una de las escenas más afinadas y emotivas es la del encuentro entre sus abuelos en un tren, y cómo pasaron juntos las estaciones hasta el final de sus vidas.

Los abuelos tienen un papel crucial en esta función que les rinde homenaje. Los primeros recuerdos del creador parten de ellos y son las raíces de la obra. Cuando su abuelo (que fue gerente del Circo Price durante 30 años) le llevó a verlo por primera vez, la experiencia provocó en él tal fascinación que decidió que de mayor querría dedicarse a eso: ¡ser un payaso! De ahí la vocación por cuidar y preservar los recuerdos que nos hacen ser quienes somos hoy. El mensaje trasluce del modo más divertido, con un actor entregado a remover en el mismo tarro las risas de los niños y los mayores.

Un momento de Le Fumiste. Fotografía de Lux Nieve

El teatro de objetos y de marionetas atraviesa un momento de auge y explosión creativa. Cada vez más compañías investigan sobre esta disciplina y lo incorporan a sus propuestas, a la vez que aumenta el interés de los programadores, auspiciado por el buen funcionamiento entre el público. El lenguaje con objetos permite además internacionalizar el producto y traspasar fronteras. Don Davel se suma a esta tendencia y presenta en gira también su último trabajo, La increíble historia de Elzear Duquette, segunda parte de lo que será una trilogía. Puente invita aquí a un viaje sobre la fugacidad detiempo donde explora el uso escénico de los relojes de arena. La pieza se configuró en una residencia de creación artística en el Topic de Tolosa. 

Próxima función de Le Fumiste: 15 de enero de 2023 en el Teatro Real Carlos III de Aranjuez.

sábado, 28 de mayo de 2022

La compañía Claroscvro cuenta a los niños la diáspora judía en su nuevo montaje, El cielo de Sefarad

Tercera coproducción de la compañía hispano-canadiense con el Teatro de la Zarzuela dentro de sus Proyectos Didácticos, con la que se recuperan las funciones para escolares en el ambigú después de dos años.

Imagen de Noa y el gato. Cartel de El cielo de Sefarad

Claroscvro Teatro, compañía especializada en títeres y máscaras, en su apuesta por acercar nuestro patrimonio lírico-musical a los niños, presenta una nueva delicia en el ambigú del Teatro de la ZarzuelaEl cielo de Sefarad, la historia de una niña judía que se ve obligada a abandonar su casa, su tierra, a sus amigos..., a raíz del edicto de expulsión de los judíos por parte de los Reyes Católicos en 1492. 

Después de las brillantes Perdida en el Bosco y La increíble historia de Juan Latino, (estrenadas en 2017 y 2020 respectivamente) y con un planteamiento escénico similar, El cielo de Sefarad nos hace viajar al Toledo de las tres culturas, donde Noa, una niña sefardí que juega sin reparos con un niño cristiano (Pedro), y con otra niña musulmana (Fátima), se enfrentará al sinsentido de tener que exiliarse porque su familia profesa una religión diferente.

“Me pregunto si en el universo hay otros mundos como el nuestro. 

Pero un mundo justo donde los niños no tengan que abandonar su casa por culpa de los adultos” 


Un momento de de El cielo de Sefarad. Fotografía de José Albornoz

Pese a la crudeza del tema -que conecta directamente con la actualidad de los refugiados ucranianos-, la obra rebosa humor y ternura y consigue despertar la empatía y dibujar sonrisas. Enseguida nos adentramos en este episodio de la historia de España gracias al rigor en la ambientación estética, al uso específico del lenguaje (escuchamos el saludo judío shalom, términos como comidica, o alusiones a la Inquisición y a los judíos conversos), en una estructura que alterna escenas teatrales con interludios musicales, exquisitamente escogidos e interpretados en vivo, sello de la casa Claroscvro

Así, la propuesta funciona como un cuento musical y como concierto dramatizado, en base a un repertorio de canciones bellísimas como ¿Por qué lloras blanca niña?La rosa enflorece,  y otras muy divertidas y apropiadas para el público infantil, como Los guisados de la berenjenaEstaba el señor Don gato, o A la una yo nací, maravillosamente entonadas por la soprano venezolana María José Piré, nuevo fichaje de la compañía, quien sorprende con una voz tan limpia y potente que sobrecoge. Enrique Pastor repite orquestando este festín de la juglaría, y ambos músicos se implican en la acción.

Que los niños presten oído a la música tradicional sefardí, cristiana y andalusí, que les lleguen los ecos, las voces de una época de tal riqueza cultural, que tengan la oportunidad de conocer instrumentos como la fídula, la cítola, el laúd, o el pandero cuadrado, y todo ello vehiculado por una fábula encantadora, tiene un enorme valor. 


Un momento de El cielo de Sefarad. Fotografía de José Albornoz


Julie Vachon y Francisco de Paula, creadores de la compañía, lo han vuelto a hacer: de nuevo hilan un trabajo de gran sensibilidad, con un cuidado extremo por los detallesSímbolos como las estrellas de seis puntas, las trenzas en el pelo, los colores de los vestidos, o la redondela (etiqueta que señalaba a los judíos cuando salían del gueto) ahondan en la verdad de los hechos acontecidos desde un sentido poético.
Esta vez además hacen gala de haber diseñado y construido ellos mismos los títeres de palo que representan a los tres niños protagonistas. Los animales, como un gato resabiado y guasón (y otros curiosos personajes que van apareciendo) son muppets, y para los adultos de la historia (los abuelos y la madre de Noa) los actores utilizan eficaces máscaras expresivas y cambios de indumentaria.

Noa transita un camino empedrado en el que aprenderá lo que es el desarraigo, el acoso por ser diferente, la traición de un amigo, la importancia de atesorar el conocimiento de nuestros abuelos, o la inutilidad de levantar muros

"Noa, pégate a tu abuela todo lo que puedas. 

Aprende sus recetas, memoriza sus cuentos y sigue cantando con ella todas sus canciones"


Un momento de El cielo de Sefarad. Fotografía de José Albornoz


Campaña escolar y funciones accesibles

El cielo de Sefarad forma parte de los Proyectos Didácticos del Teatro de la Zarzuela. Como es habitual desde que el director artístico Daniel Bianco impulsara esta iniciativa, se organizan funciones matinales específicas para alumnos de primaria de distintos centros educativos. Durante la última semana de mayo y la primera de junio de 2022, y de nuevo en el mes de noviembre (dentro de la programación de la nueva temporada) cientos de escolares disfrutan de esta selecta producción -quizá una de sus primeras experiencias estéticas-, con el aliciente de poder debatir después en clase con los compañeros y profesores sobre sus impresiones del espectáculo.

Algunas de estas funciones escolares están siendo especialmente emotivas por contar entre el público con niños ucranianos recién llegados a España, a quienes los actores dedicaron unas palabras de bienvenida, y también se ha realizado alguna representación con intérprete de lengua de signos para integrar a los niños con discapacidad auditiva. Además hay programadas funciones en abierto para público familiar general.


El cielo de Sefarad. Foto cortesía del Teatro de la Zarzuela


EL CIELO DE SEFARAD

Producción: Claroscvro y Teatro de la Zarzuela
Guión: Julie Vachon
Dirección de escena: Larisa Ramos, Julie Vachon y Francisco de Paula Sánchez
Dirección musical: Enrique Pastor
Actores y titiriteros: Julie Vachon y Francisco de Paula Sánchez
Músicos: Enrique Pastor y María José Piré
Lugar: Ambigú del Teatro de la Zarzuela
C/ Jovellanos, 4 (Madrid)
Funciones:
28 de mayo (13:00 y 19:00 h.) y 29 de mayo (11:30 y 13:00 h.)
5 y 6 de noviembre (12:00 h.)
Duración: 50 minutos
Edad recomendada: A partir de 6 años

viernes, 4 de junio de 2021

Fértil, amable, divertida, profunda: La Rous desenreda sus HILOS en Madrid

Madejas, bovinas, carretes, agujas de tejer, guitas de diferente grosor, una rueca gigante... Rosa Díaz, creadora albaceteña alma mater de La Rous (Premio Nacional de Artes Escénicas para la Infancia y la Juventud) lleva al extremo en Hilos el símbolo que da título a la función. Insuflado por la madre de la artista, el espectáculo deleita y enternece a mayores y pequeños desde que se estrenó en 2016. Una única actriz multitarea preña la escena en esta reflexión transgeneracional sobre los lazos familiares, el legado de nuestros mayores, y los caminos que se abren desde el seno del hogar. Hilos juega en la liga de la excelencia, elevando a la categoría de maravilla el teatro para público familiar que se viene haciendo en nuestro país.

Imagen de Hilos, de La Rous

Rosa Díaz se vale del recuerdo de su madre, Adolfina, mujer de increíble fortaleza (a la que diagnosticaron que no podría tener hijos, ¡y sin embargo parió 14!), para hablar sobre los vínculos familiares y emocionales que vamos entretejiendo a lo largo de nuestra vida. Un guión entrañable, una ristra de bellísimas y poéticas escenas en las que exhibe numerosas técnicas (teatro de objetos, sombras, clown, danza, malabares, e incluso auténticos números de magia), junto a un excepcional dominio del espacio escénico, convierten la propia historia familiar en una encantadora fábula.


Imagen de Hilos, de La Rous

Las dificultades de la conciliación y la crianza se deslizan en una tronchante escena en que la actriz interpreta a la madre como una payasa desbordada que va tirando de distintos hilos y encontrando/dando a luz así a sus 14 hijos, -cada uno representado por una madeja de lana de distinto color-, que lloran, maman, se despiertan, se le caen... ¡Cómo dar abasto con esta familia numerosa!

"Venimos al mundo unidos por el cordón umbilical que nos entrelaza de una manera única a nuestra madre, pero, ¿qué pasa luego con ese hilo? El cordón se corta al nacer, pero el vínculo que se crea entre ambas partes, como un hilo invisible, permanece vivo".

Imagen de Hilos, de La Rous

Lo que parece difícil y aparatoso en escena, por el uso de múltiples detalles y artilugios de utilería, La Rous hace que a la vista parezca sencillo y natural: una montaña de cáscaras de pipas, un árbol de Navidad apenas sugerido con una cuerda y siete puntas, un tendedero de pañales interminable, un gran carrete de hilo que se torna carrito de bebé, un misterioso telar-cortinilla que muestra y esconde...

Geniales son también el encuentro onírico entre sus padres, que culmina en boda, o el momento mecanográfico -ese repiqueteo agitado de unos dedales rojos sobre una caja de madera-, en el que la protagonista cuenta cómo fue su primer trabajo (o su primer viaje lejos de su madre...), para acabar volviendo a sus brazos.

Imagen de Hilos, de La Rous

"Mi madre pasó su vida en una cuerda floja 
haciendo equilibrios 
entre lo que quería, lo que hacía, lo que podía, lo que soñaba..."

El magnífico uso de proyecciones con imágenes del recuerdo familiar, y un cuidadísimo espacio sonoro compuesto principalmente por temas clásicos de la canción francesa e italiana -que debieron ser los temas favoritos de esa súper madre a la que se homenajea-, redondean un espectáculo de una factura impecable. En su palmarés destacan el Premio FETEN a la mejor interpretación y dramaturgia (en colaboración con Itziar Pascual), y el Premio Lorca de Teatro Andaluz.


HILOS

Producción: La Rous Teatro y la Agencia Andaluza De Instituciones Culturales
Dirección: Joan Font y Rosa Díaz
Dramaturgia: Rosa Díaz e Itziar Pascual
Actriz: Rosa Díaz
Diseño de escenografía: Davide Scatá
Vestuario: Laura León
Diseño de iluminación: José Diego Ramírez y Juan Felipe Tomatierra
Género: Técnica mixta
Lugar: Auditorio del Espacio Abierto Quinta de los Molinos
Funciones: 5 de Junio a las 18 h. y 6 de Junio a las 12:30 h.
Lugar: Centro Dramático Nacional (Sala Francisco Nieva)
Funciones: 12 y 13 de Junio a las 11 h. y a las 13:30 h.
Duración: 60 minutos aprox.
Edad recomendada: A partir de 7 años

miércoles, 21 de abril de 2021

NIYAR - A paper tale: Un poema visual envuelto en papel de regalo

Lo que vimos el pasado fin de semana en Espacio Abierto Quinta de los Molinos no sabemos aún si era una pieza teatral o una ensoñación. NIYAR - A paper tale, se apareció ante los ojos como un poema tridimensional, un libro deconstruido, una suerte de pop up informe que despega la imaginación usando el papel como material escénico. Todo es levedad y encanto en un primoroso ejercicio de papiroflexia donde los bordes de la realidad se difuminan.

La directora de Espacio Abierto, Beatriz de Torres, no ceja en su empeño de rescatar preciados tesoros y descubrirlos para las familias de Madrid, y ha vuelto a traer a este auditorio a la artista de origen judío Maayan Iungman, formada en Berlín y residente en Burdeos. Profesional de distintas ramas del arte escénico (escenografía, actuación, títeres...), ha ido inclinando su carrera hacia el teatro objetual. Empezó a jugar con el papel, curiosa por explorar sus límites. De esa investigación nacieron unas marionetas sin rostro ni color y la sustancia de una historia abierta, sin palabras, que se hace única en la mirada de cada espectador que la contempla.

Un momento del espectáculo NIYAR. A paper tale

Maayan Iungman es un hada fabuladora que condensa la belleza y el misterio de las musas griegas. Sus manos son como varitas mágicas que hicieran cosquillas con toques suaves. Se enfrenta a la página en blanco sobre un montículo de hojas arrugadas, nostálgico vertedero de todas las historias que no fueron: tachones, ideas desechadas por la propia autocensura, borrón y cuenta nueva. El papel, tan pobre, contiene paradójicamente la esencia del reciclaje, las infinitas posibilidades de la creación. El hada aún tirará una cuantas bolas hasta encontrar el primer brote del cuento, pero la espera merece la pena. Lo que ella siente -sus anhelos, frustraciones, su ánimo cambiante...- lo irá trasladando afuera mientras se muestra desnuda, toda piel envuelta en un vestido de pliegos sin planchar.

Un momento del espectáculo NIYAR. A paper tale

En un espacio pequeño de ambiente intimista asistimos al alumbramiento de un personaje que quizá fue lámina, pero ahora, recortado y solo, busca un compañero o compañera de camino... Es exigente y no le vale cualquiera, pero afortunadamente existen los milagros. Como una extensión de Maayan, arropadas por delicadas melodías, figuras inciertas se deslizan gráciles entre un paisaje de capas y sobrecapas por levantar. Sin saber bien cómo, se ha desplegado un mundo de ecos surrealistas que desafía la consistencia de nuestras creencias.

El estatismo de la actriz se compensa con la movilidad del decorado, donde siempre aguarda otra sorpresa: de la mesa de manipulación surge un vergel, una flor que baila (¿o era una seta?); de su cielo descienden nubes, el sol, un corazón (¿o era un huevo?) Y lluvia de confeti, soplidos de talco, leves pases de página con luz intraescénica. Fantasía blanca apenas manchada por el detalle de una flor tintada en vino. Nos queda la curiosidad de ver cómo funcionaría la proyección de colores en tanta superficie clara. 

Un momento del espectáculo NIYAR. A paper tale

La ilusión pende aquí -literalmente- de un hilo. Como un mago de Oz oculto tras la caja negra, el técnico auxiliar, Philipp Rückriem, facilita los asombros. Al fondo de la sala, una señora musita: "¡Mira!, una lámpara", y oímos a una niña contestarle: "¡No, abuela, son pájaros-luciérnaga!". Una nueva y enternecedora visión del retablo de las maravillas.

En su último trabajo, Boxes, Maayan Iungman sustituye el papel por otro material inusual: las cajas de cartón. Quizá, con suerte, podamos pronto adentrarnos en ellas.

Un momento del espectáculo NIYAR. A paper tale

NIYAR - A paper tale

Creación e interpretación: Maayan Iungman
Segundo titiritero y técnico: Philipp Rückriem
Diseño de música y sonido: Thomas Moked
Diseño de iluminación: Anna Lienert
Vestuario: Chantal Kirch
Género: Teatro de objetos y marionetas de papel
Lugar: Auditorio del Espacio Abierto Quinta de los Molinos
Duración: 40 minutos
Edad recomendada: A partir de 5 años

martes, 20 de abril de 2021

Ikimilikiliklik (Mi pequeña), de Marie de Jongh: el cuento de una bruja buena que conjuró sus miedos

"La humanidad siempre ha tenido miedo de las mujeres que vuelan.
Ya sea por brujas o por libres"  (Jacub Rozalsky) 

Pronunciemos juntos el conjuro: ¡Ikimilikiliklik! Si se dice bien a la primera, los niños que fuimos vendrán al presente, y los niños que son se quedan para siempre. El último montaje de la reconocida compañía vasca Marie de Jongh, (Premio Nacional de Artes Escénicas para la Infancia y la Juventud 2018), es un cuento engarzado de otros cuentos sobre cómo nos enfrentamos a nuestros miedos y sobre la necesidad del afecto. Inocente y fantástico aquelarre que convoca a niñas, niños, adultos y bichos por el poder de la superación.

Un momento de la obra Ikimilikiliklik, Foto de Pio Ortiz de Pinedo

Vimos Ikimilikiliklik (Mi pequeña) al cierre de Teatralia, en una función que lució esplendorosa en los Teatros de el Canal, en esa Sala Verde tan idónea para contar una historia de brujas. Es la primera vez que Marie de Jongh presenta una propuesta no gestual, lo que supone un importante reto para la actriz principal, Ana Meabe, en su primer papel con texto desde el nacimiento de la compañía -allá por 2008- según nos apuntaba el director, Jokin Oregi, con quien tuvimos ocasión de charlar un rato a la salida. La fundadora de MdJ lo defiende con la templanza que da la madurez y el entusiasmo de quien no ha dejado de jugar en todo este tiempo.

En escena, una mujer acompañada de la niña que fue, lo cual ya descoloca y engancha. Martirio se presenta como la confluencia entre el mar y el río, transmutando el matiz negativo a otro plano de significación. Ya no parece un nombre de bruja. Como una especie de Pandora, deja escapar sus miedos, una confesión de fobias (a la oscuridad, a los accidentes, a los dolores de tripa, de muelas, a la desprotección...) que a cualquiera nos toca. A lo largo de la obra veremos cómo muchos de los miedos que tenemos en la infancia nos acompañan a veces hasta que somos mayores, cómo los superamos, e incluso qué podemos aprender de ellos. Revivirlos, mirarlos de cerca, y así trascenderlos, hasta que la muerte dé risa. Para alcanzar esa catarsis, Martirio se desdobla en dos edades, adulta y niña, trayendo al presente a su yo del pasado, interaccionando ambas a la vez. Privilegios que brinda el teatro.

Un momento de la obra Ikimilikiliklik, Foto de Pio Ortiz de Pinedo

La propuesta entronca con la tradición oral de las leyendas y los cuentacuentos tan propia del norte de España. Recuerdos, cantos y fabulaciones urden y dan sustento a la trama principal. Todo un corpus narrativo calibrado con justas dosis de acción y teatralidad. Se deshilan historias como la de la tía Vicenta, que llegó a enfrentarse con el mar para proteger a su padre pescador; oímos ecos del monstruo del lago; descubrimos lo que ocurrió cuando la pequeña Martirio robó a un vendedor ambulante una pócima quitamiedos; el caso de los bichos prendidos en la punta de la nariz (momento clownesco de lo más cómico), y de cómo una pequeña araña creció y creció hasta convertirse en su mejor amiga. 

Martirio es una mujer poco corriente y acabará señalada por los habitantes del pueblo. Se ha corrido la voz de que es una bruja, e incluso un día la sorprende en su casucha un cazador con intención asesina. La obra trata de desmontar prejuicios, del sinsentido de juzgar a las personas sin conocerlas de verdad, y de cómo muchas veces la forma de derribar esas ideas preconcebidas es sencillamente escuchar sus historias. El beso de un niño romperá la maldición de la soledad y el aislamiento de la presunta bruja y la hará comprender que el amor es el mejor antídoto ante cualquiera de los males que nos acechan.

Un momento de la obra Ikimilikiliklik, Foto de Pio Ortiz de Pinedo

Las tres actrices se entregan valerosas al ritual. Ana Meabe compone un personaje con poso y entraña. Su escoba no vuela, pero no obstante, esta bruja buena se eleva en una irreverente letanía de empoderamiento en la que exhala flatulencias ante las críticas de quienes la rechazan. Amets Ibarra es una Martirio-niña resuelta, atípica, y sin exceso de candor. Maitane Sarralde borda literalmente su araña. Esta bailarina de contemporáneo y virtuosa acróbata ofrece durante toda la obra un trabajo físico sensacional. Afanada en una danza aérea con la que teje su tela en el armazón de la cabaña (trasto fundamental de la escenografía), despliega una estilización de movimientos que impacta y embelesa.

Ikimilikiliklik (Mi pequeña) se alzó en 2020 con el Premio FETEN al mejor espacio escénico. Y efectivamente, la concepción espacial y el lenguaje plástico son dos de sus principales atractivos. Hilos de lana gruesa y estructuras de metal simulan una red gigante en la que se van quedando atrapados los temores. Afinados diseños de iluminación y espacio sonoro dialogan para evocar una atmósfera mágica..., como en la escena del salvamento en el lago, o el singularísimo ruido de las patas de la araña al caminar. Y en fin, un muestrario de elementos alusivos al mundo de la hechicería: humo, tormenta, caldero de pócimas, invocaciones lunares... A todo ello se suma el sugestivo vestuario confeccionado con retales, transparencias, telas superpuestas y prendas abullonadas. En general toda la estética del montaje encaja en su original eclecticismo.

Un momento de la obra Ikimilikiliklik,
Foto de Pio Ortiz de Pinedo

Llegamos al final del cuento y la protagonista se sale en una agradecida apelación a nuestra niña interior. Momentazo cargado de emotividad, de los de agarrarse a la butaca entre lágrimas saltadas. Formidable función, excelentemente conducida, en la que pequeños y mayores se encontrarán disfrutando de lo mismo, como en las verbenas de pueblo. 
Con el lema "teatro de adultos para niños y teatro de niños para adultos" por bandera, Marie de Jongh se ha convertido en una institución en el panorama de la artes escénicas para todos los públicos, y mientras varios de sus multipremiados espectáculos siguen girando (Amour, Izar...), ensayan ya el próximo: AMA, orientado esta vez a espectadores a partir de doce años, donde retoman el trabajo con máscaras. Tiene previsto su estreno el 26 de febrero de 2022 en Barakaldo.

 

IKIMILIKILIKLIK (Mi pequeña)

Producción: Compañía Marie de Jongh
Autoría y dirección: Jokin Oregi
Intérpretes: Ana Meabe, Amets Ibarra y Maitane Sarralde
Diseño de escenografía: Ikerne Giménez
Diseño de vestuario: Rosa Solé
Diseño de atrezo: Javi Tirado
Creación musical: Adrián García de los Ojos
Diseño de iluminación y dirección técnica: Javi Kandela
Diseño gráfico: Ane Pikaza
Próximas Funciones:
28 de mayo en Mostra de Igualada (Barcelona)
5 de junio en Arenas de San Pedro (Ávila)
13 de junio en Soraluze-Placencia de Las Armas (Gipuzkoa)
20 de junio en Burgos
Duración: 50 minutos
Edad recomendada: A partir de 8 años

miércoles, 24 de marzo de 2021

VIDA, de Javier Aranda: una obra de arte del pulgar al meñique

Comenzaremos por el final: en una mesa negra acaban desparramados un revoltijo de retales de tela y lana, diversas piezas de atrezzo, instrumentos musicales de pega..., la trampa y el cartón. Y es que no hay más. Y no hay menos: realidad tan evidente como la magia. Vida es una producción de modestos mimbres, pero riquísima en originalidad, imaginación y franqueza. Cabe apenas en un canasto de costura (ése con el que el creador jugaba de niño, según nos desvela),  en una maleta, y logra que el corazón se ensanche. Una vez más, lo artesanal -y casi lo rústico- supera rotundamente cualquier alarde de medios. Con el recurso esencial de sus manos, el titiritero zaragozano Javier Aranda desnuda en Vida  la hondura existencial de toda la humanidad.

Un momento del espectáculo Vida, de Javier Aranda. Foto de Hugo Falcón

Llevábamos años persiguiendo esta obra que fue Premio FETEN al mejor espectáculo de pequeño formato en 2018, y por fin la pescamos, cuando se ha acercado un poquito al centro de Madrid: en la vallecana sala del Centro Cultural Pilar Miró, como una de las golosinas del festival Teatralia. Asistimos con fruición al devenir de una pareja de títeres de mano desde su nacimiento hasta la muerte, pasando por las distintas etapas de la vida: infancia, adolescencia, enamoramiento, paternidad, madurez. En los resquicios de estos lugares comunes es donde funciona la historia, porque lo que se cuenta es de verdad, y nos toca a todos por algún lado: pequeños, medianos, mayores. Increíbles requiebros de muñeca abundan con humor en el implacable paso del tiempo. Desternillante provocación ante la que no cabe la impasibilidad.

Un momento del espectáculo Vida, de Javier Aranda. Foto de Hugo Falcón

El hallazgo del globo para insuflar vida y altura no puede ser ni más tierno, ni más brillante. Con unas prótesis anulares Javier Aranda bosqueja narices, hendiduras de ojos y pezuñas para concebir unos personajes grotescos, singularísimos, de trazo expresionista, que se comunican con sonidos guturales y onomatopeyas, primero, en el descubrimiento de su propia identidad; después, en la relación con su semejante, con su creador, con nosotros, voyeurs perplejos. Aunque poco a poco irán emitiendo algunas palabras o frases hechas, de las de no dar puntada sin hilo, provocando la algarabía del auditorio. La partitura de voces y movimientos alcanza su cénit cuando coinciden tres personajes en escena y no hay manos auxiliares para manejarlos. Imaginamos al actor horas y horas frente al espejo ensayando cada mueca, giro, salto de sus monigotes para perfilar un trabajo de creación de personajes apabullante, partiendo de la absoluta nada.

Un momento del espectáculo Vida, de Javier Aranda. Foto de Hugo Falcón

Demiurgo cómplice de sus criaturas, aquí el titiritero no trata de esconderse, sino que participa de sus cuitas, inquietudes y frustraciones. La dulce condescendencia con que les mira, les susurra, les anima... es la de un padre con sus hijos en sus primeros tropiezos vitales. Asombra que utilice sus propias limitaciones a su favor, introduciéndolas en la trama. No importa si en algún momento se advierte el artificio o se rompe alguna convención; la dificultad de lo que se trae entre manos es obvia y forma parte del juego en el que ya hemos entrado de cabeza.

Vívida y fresca, da la sensación de que la propia función ha ido creciendo y se ha hecho a sí misma; quizá empezara de una forma y haya ido evolucionando con los años al contacto con el público... Y así, los títeres abren paso a las sombras, el ilusionismo, a los juegos de luz. Surge el deseo de asomarnos a la dramaturgia para diseccionar cada detalle de la trama, de que haya un bis o un segundo visionado, porque el prodigio sabe a poco.

Un momento del espectáculo Vida, de Javier Aranda. Foto de Hugo Falcón

Vida entreteje además un homenaje al oficio teatral, tanto por la vocación interpretativa de la protagonista femenina, como por los guiños al clown y a la tradición italiana de títeres de cachiporra, con un descalabrado ukelele como arma.

En este momento de sobreestimulación de imágenes y palabrería vana, parece difícil que una propuesta gestual tan sencilla pueda sorprendernos de verdad. Vida no sólo lo consigue, sino que es una de esas experiencias teatrales que no se olvidan. La exhibición de talento es brutal; la sucesión de genialidades de principio a fin es tal, que sólo cabe avisar: si descubren esta obra en cartel, vayan a verla, no duden. Henchida ovación final con público en pie, entusiasmado ante una función redonda, incontestable, que dará lustre a cualquier programación por méritos propios.

VIDA

Producción: Compañía Javier Aranda
Dirección: Javier Aranda con asesoría de Alfonso Pablo y Pedro Rebollo
Interpretación, diseño de escenografía, iluminación y sonido: Javier Aranda
Género: Teatro de títeres y objetos
Lugar: Escuela Navarra de Teatro (Pamplona)
Funciones:
17 y 18 abril a las 19 h.
Duración: 55 minutos
Edad recomendada: A partir de 9 años

viernes, 12 de marzo de 2021

HUBO una vez... La historia de los pueblos sumergidos rescatada por el Patio Teatro

Hubo una vez... un pequeño pueblo perdido en las montañas, con sus casas de piedra, su plaza mayor, su torre de la iglesia, su cementerio. Hubo una vez una pareja de enamorados que se habían hecho viejitos tomados de la mano mientras la vida se escapaba de ese lugar. Hubo un puente sobre el arroyo serpenteante, el baile incansable de la luna, el invierno que acabó quedándose. Hubo... la ilusión de conocer el mar. Pero el agua inundó el pueblo, y con él quedaron embalsados los sueños de sus habitantes.

Un momento del espectáculo HUBO, de El Patio Teatro. Foto de Clara Larrea

¿Es posible que a un títere hecho apenas de madera y trapos se le salga el corazón del pecho de puro amor?, ¿ver la imagen vívida de un helicóptero intentando rescatar a una anciana del tejado al que ha trepado?, ¿contener toda una vida en 45 minutos?  ¡Ya lo creo...! El teatro es magia y en él todo es posible. La tormenta nos pilla desprevenidos y acabamos empapados hasta las trancas de esta melancólica historia que la compañía riojana El Patio Teatro trae de nuevo a Madrid en el marco del festival Teatralia. Estrenada en 2018, y Premio FETEN 2019 al mejor espectáculo de títeres, llega a la Sala Mirador y al Corral de comedias de Alcalá de Henares muy depurada.

Tras el éxito de A mano (que ha hecho múltiples giras dentro y fuera de nuestro país), Hubo es la segunda obra de El Patio, fruto de un intenso trabajo de investigación acerca de los pueblos sumergidos, que pone sobre la mesa el drama de la despoblación. Un tema de especial interés desde la óptica actual, cuando la pandemia está invirtiendo las tornas e impulsa la fuga de gente de las grandes ciudades a entornos rurales ante la posibilidad de nuevos confinamientos. 

Hubo entronca además con la última producción de la compañía, Conservando memoria, que ha hecho temporada recientemente en la Sala de la Princesa del Centro Dramático Nacional agotando entradas. Ambas escarban en los lugares y las cosas que habitamos, contraponen lo rural frente a lo urbano, ensalzan las pequeñeces de la vida cotidiana, y hacen protagonistas de la acción a los mayores, uniendo el mundo de los abuelos y el de los nietos.

Un momento del espectáculo HUBO, de El Patio Teatro. Foto de Clara Larrea

Izaskun Fernández y Julián Sáenz-López suelen partir de lo sencillo para contar lo importante. Lo rudimentario, lo apenas esbozado, manejado por ellos, deviene en profundidad. Mueven más que las manos en un espacio escénico dividido en cuatro zonas de acción que conlleva esta vez más trabajo físico.

Uno de los hallazgos de este par de creadores, además de ahondar en temas como la muerte, la soledad, o el abandono -vetados habitualmente de la oferta para público infantil-, es mostrar otras formas de contar: hasta para tender una tela hay que estar enamorado. El mimo con que colocan y  descolocan, manipulan los personajes, la utilería... compone en segundo plano una delicada coreografía que entraña el respirar de la función. 

Un momento del espectáculo HUBO, de El Patio Teatro. Foto de Clara Larrea

Admira la idoneidad con que usan la metáfora. Por ejemplo, el agua es presencia continua aunque no está físicamente. El sonido incesante de la gotera difumina los límites imaginarios de un paraje que acabará desbordándose; o las referencias navales, el buceo, la pesca... El agua riega, salpica, cala.

La amenaza de la desaparición se cuenta con sombras y música... Llegan las máquinas y los árboles caen. El pueblo se vacía, (vemos huellas de pasos infantiles marcadas en la tierra a la que ya no volverán) Y la maleta desvencijada de la protagonista se torna hogar: ahora es cama, balcón, refugio... Barco de vela en el que navegar su pérdida desde la atalaya irreductible del tejado.

Nos conmovió especialmente la fantasía de la viejita remembrando con la boina y la cubeta al que fue su compañero; brillante despliegue de trabajo objetual. La imaginación, una vez más, nos salva de cualquier desdicha. Y todo ello sin decir una palabra. 

HUBO

Producción: El Patio Teatro
Dirección, interpretación, escenografía, iluminación, sonido y vestuario: Izaskun Fernández y Julián Sáenz-López
Distribución: Ikebanah Artes Escénicas
Género: Teatro de títeres y objetos
Festival Teatralia
Lugar: Corral de Comedias de Alcalá de Henares
Funciones: Viernes 12 y sábado 13 de marzo a las 19:00 h.
Duración: 45 minutos
Edad recomendada: A partir de 8 años

viernes, 5 de marzo de 2021

Teatralia celebra sus bodas de plata con el público familiar

Teatralia, el Festival Internacional de Artes Escénicas para Todos los Públicos referente de calidad en la Comunidad de Madrid celebra este marzo sus bodas de plata fortalecido tras la abrupta suspensión de la pasada edición. A pesar de que algunas compañías recurrieron al streaming para salvar sus montajes, y hasta catorce espectáculos nacionales lograron reponerse durante el otoño, la herida del parón pandémico estaba aún fresca, por lo que la cita de 2021 invoca como nunca al poder sanador de la escena. Una programación ecléctica con cierto aroma filosófico diseminará por 27 municipios de la región las últimas tendencias de la escena española e internacional orientadas a público familiar, con especial protagonismo del circo, la danza contemporánea y los títeres. Una fabulosa ocasión para que pequeños y mayores disfrutemos juntos del mejor arte escénico, con júbilo y seguridad.

Un momento del espectáculo HUBO, de El Patio Teatro. Foto de Clara Larrea

Teatralia cumple un cuarto de siglo. Hasta 800 compañías han pasado por la Comunidad de Madrid en estos 25 años, según apuntaba la consejera de Cultura y Turismo, Marta Rivera de la Cruz.  En esta edición especial -tanto por el aniversario como por las circunstancias de la pandemia-, cobra aún más valor el esfuerzo colectivo de la organización y de las compañías participantes, que traen un total de 29 obras de disciplinas diversas, procedentes de siete países, de las que se van a representar más de cien funciones entre el 5 y el 28 de marzo.

Un festival inclusivo, que se define para todos los públicos en el sentido más amplio, lo que significa que apunta a todas las franjas de edad, pero también que integra a personas con discapacidad, reservando sesiones con intérprete de lengua de signos española, sistema de audiodescripción y programas de mano elaborados con códigos de comunicación accesible. 

Un momento de Les Madeleines de Poulpe. Foto de A.Veldman

El muestrario es interdisciplinar y de lo más atractivo. La directora del certamen, Lola Lara, subraya que estamos en un momento muy especial de la creación: "hay obras que se tenían que haber estrenado en 2020, pero por razones de la pandemia no pudo ser, y llegan a 2021 muy ensayadas, muy bien armadas". 
Por afición y devoción querríamos verlo todo; a continuación haremos un repaso de las propuestas más interesantes que no hay que dejar escapar.

Vocación internacional

Entre lo más destacado de la escena exterior, está el estreno en España de Juventud, del creador de origen argentino Nicanor de Elia, un sorprendente espectáculo que fusiona la danza contemporánea con las artes malabares en una suerte de circo futurista (en la Sala Negra de los Teatros del Canal)

Un momento de Juventud, de Nicanor de Elia. Foto de Francis Rodor

También en los Teatros del Canal, pero en la Sala Roja, se instalará un descomunal artilugio en el que la compañía francesa Bivouac bailará casi en el aire su particular indagación en el imaginario de la física cuántica con Percepciones, haciéndonos viajar de lo mayúsculo a lo minúsculo.

Otra compañía de circo francesa, Kadavresky, nos trae un espectáculo "tan absurdo como su título", en palabras de Lola Lara: Las magdalenas de pulpo, donde se hacen acrobacias con esquíes. Asombrosa receta con aroma cabaretero.

Y un artista excepcional que visita este año Teatralia es el musicólogo portugués Paulo Lameiro, referente de la música en vivo para la primera infancia. Llega con su concepto del escenario como nido y sus emblemáticos Conciertos para bebés, aunque es música electrónica que pueden disfrutar todos los públicos.

Mirada interior

Entre las primeras delicias autóctonas que degustaremos se encuentra Hubo, la segunda producción de El Patio Teatro, joya poética llena de encanto que desenterrará sus raíces en La Sala Mirador y en el Corral de comedias de Alcalá de Henares. Una pieza de cámara que habla sin palabras de la pérdida, la soledad, la memoria y el arraigo. Un homenaje a los pueblos, al mundo rural y a las personas que lo habitan. Temática especialmente sensible en la actualidad, que fue Premio FETEN al mejor espectáculo de títeres en 2019.

Un momento de Ikimilikiliklik (Mi pequeña), de Marie de Jongh. Foto de Pío Ortiz

Y otro Premio FETEN que celebra los títeres y el teatro de objetos es Nube Nube, de Periferia Teatro, que recalará en La Casa Encendida y en el Teatro Tyl-Tyl de Navalcarnero. Inspirada en el cuento de  La sirenita de Andersen, revisa lo que somos capaces de hacer para querer y que nos quieran.

El reconocido titiritero zaragozano Javier Aranda continúa girando sus manos y colmándolas de Vida. Increíbles requiebros de muñeca ahondan con humor en el implacable paso del tiempo. Una desternillante provocación ante la que no cabe la impasibilidad.

Marie de Jongh nos trae una de brujas conjurando a los miedos con su innombrable Ikimilikiliklik, Mi pequeña. Causó furor en FETEN alzándose con el Premio al mejor espacio escénico en la edición de 2020. Después de las aclamadas Amour e Izar, por fin podremos ver este montaje en Madrid.

Un momento del espectáculo Vida, de Javier Aranda. Foto de Hugo Falcón

La Baldufa Teatre, flamante Premio Nacional de Teatro para la Infancia y la Juventud 2020 ofrecerá dos espectáculos en distintas plazas de la Comunidad: Bye Bye Confetti, y La fábula de la ardillasu último proyecto, que integra un gran piano de cola en la escenografía y está dirigido por Jokin Oregi, uno de los directores españoles de obras infantiles más acreditados.

Un momento de La fábula de la ardilla, de La Baldufa Teatre. Foto D. del Val

Aparte de los estrenos y novedades, este año se hace un guiño al pasado rescatando ciertos títulos que en su momento tuvieron un significado particular en la historia del festival, como la multipremiada El Gato Manchado y la Golondrina Sinhá de El Retablo, o Las aventuras de Huckleberry Finn, de la veterana compañía Ultramarinos de Lucas (reciente Premio ASSITEJ España)

Son sólo algunas de la cuidada selección de creaciones que habitarán los teatros madrileños durante las próximas semanas. Teatralia persiste en su afán por favorecer los primeros encuentros del público más joven con las artes escénicas. Aceptemos la invitación. Llenemos de familia los teatros.
Todos los detalles sobre fechas, horarios, entradas..., en la web del festival.