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miércoles, 19 de octubre de 2022

Otoño en danza para toda la familia

Espacio Abierto y la sala Cuarta Pared han iniciado su temporada otoñal con interesantes propuestas de danza contemporánea para público infantil y familiar. Son dos de los centros de exhibición madrileños que más cuidan su oferta para este colectivo; el de la Quinta de los Molinos, porque lo lleva en su génesis desde su inauguración en julio de 2018. Hoy sigue siendo el único auditorio municipal con un calendario estable de artes escénicas de calidad orientado específicamente a niños y adolescentes. La Cuarta Pared alienta desde hace años su compromiso con los jóvenes públicos a través de su escuela, sus campañas escolares, y programando los fines de semana a compañías de nivel. La danza está siendo protagonista del nuevo curso en ambos escenarios. 

Espacio Abierto Quinta de los Molinos dio la bienvenida al otoño con Entre almendras anda el juego, un espectáculo itinerante por distintos rincones del parque, creación en exclusiva de la compañía Aracaladanza como fin de fiesta de la segunda edición de La Quinta cosecha, una jornada de actividades en torno a la recogida de la almendra. El 22 y 23 de octubre prosigue el ciclo de danza para bebés y primera infancia Bailas, ¿Baby? Esta vez asume el desafío el coreógrafo Jesús Rubio Gamo, tras las hermosas experiencias de la temporada anterior con Luz ArcasCesc Gelabert

Casi un año después de su estreno en Matadero, la compañía de Mónica Runde10&10, ha traído a la Cuarta Pared Vivo Vivaldi, un viaje a través de las estaciones con la guía musical del genial compositor veneciano. Además la sala acogerá a finales de mes Olor a tiempo, una obra enmarcada en la programación del XVII Festival Suma Flamenca, que integra flamenco y teatro para público de todas las edades. Sara Nieto, impulsora del proyecto, pone a bailar a algunos de los personajes de El Principito por bulerías, cañas o guajiras.

Si la expresión a través el movimiento es consustancial al ser humano; si bailar es una de las primeras artes que gozan los niños de forma espontánea, ¿por qué no invitarles más a menudo a ver, sentir, experimentar la danza?


Imagen de Entre almendras anda el juego

Entre almendras anda el juego, de Aracalandanza

Va camino de ser tradición: las familias se arremolinan en el jardín exterior que hay delante del palacete de la Quinta de los Molinos veinte minutos antes de que comience la aventura. Todos, pequeñas y mayores, vecinos y turistas, están invitados al baile. Una llamada de la anfitriona Al Mendra conduce al grupo por un sendero hasta el lugar secreto donde se halla una de las joyas del histórico parque madrileño: su campo de almendros. Allí asistimos a una representación estilizada y bellísima del rito de la recolección; corros de bailarines varean los árboles y acarrean espuertas llenas con el fruto que simboliza la despedida del verano y el inicio del ciclo otoñal. Al término, los niños se apresuran a recoger las almendras que quedan en la tierra y aprenden a abrirlas a pedradas, feliz aperitivo de buena mañana.


Imagen de Entre almendras anda el juego


El entorno natural es plaza, escenario y cuerpo de esta pieza itinerante concebida por la prestigiosa compañía Aracaladanza (Premio Nacional de Teatro para la Infancia y la Juventud 2010 y múltiples premios MAX y FETEN), infalible sello de rigor y excelencia a las riendas de Enrique Cabrera.
No es la primera vez que se baila o se actúa en este bosque. En la edición anterior fueron Chevy Muraday y Losdedae quienes sembraron y recogieron los frutos, y el verano de 2021 las Alicias buscan Maravillas de Lucía Miranda también jugaron allí al escondite.
Este tipo de propuestas al aire libre son un acierto, y cada vez más, también, un éxito de convocatoria. De un día para otro se corre la voz y la comitiva que atraviesa el parque ávida de sorpresas se vuelve multitudinaria. El público participa del recorrido como un actor más en un ambiente lúdico y festivo que trasciende el concepto de teatro de calle. Cuando además se habla en lenguaje gestual y simbólico, la experiencia adquiere cierto aire de ensueño.
 
¿Qué está pasando?
¿Adónde vamos ahora? 
¡Mira, mira ahí...! 

El trayecto continúa y de pronto, en un recodo del camino, ¡oh!, un quinteto de cuerda interpretando clásicos populares. Más arriba, en otro rellano, unos elegantes gigantes sin rostro acaban perdiendo la cabeza a ritmo de swing. Bordeando una curva nos topamos con unos paseadores alternativos, entre otras ironías visuales (ángeles rojos, hadas negras...) hasta llegar a la pista final donde converge la memoria de los juegos infantiles, los de vara, comba, y pasos en retahíla. Quien quiera ser niño puede unirse a los artistas y hacer turno para saltar, culminando entre todos la creación colectiva.


Imagen de Entre almendras anda el juego


Entre tanto trasiego quizá se escape algún fragmento o no pillemos el mejor hueco para verlo, pero aquí no sólo importa el visionado; la experiencia es inmersiva y se completa por la ilusión de la ruta en sí. Formar parte de ello es ya el espectáculo. Y tal vez, de improviso, descubramos a un bebé bailando entusiasmado al son de Vivaldi, o la alegría de una anciana vecina del barrio que se ha sumado curiosa a la comparsa durante su paseo cotidiano por el parque. 
Lo mejor es que habrá otra oportunidad de disfrutarlos pronto: Aracaladanza volverá a finales de febrero, con la floración de los almendros, a presentar La Quinta en flor. Y de nuevo la danza anunciará la primavera.

Vivo Vivaldi, de 10&10

Del paso de las estaciones, de celebración y música barroca va también este espectáculo, Vivo Vivaldi, donde un equipo de nueve bailarines traza puentes sensoriales entre las emociones que volcó el compositor italiano en sus celebérrima obra, y la mirada actual. Con más de treinta años de carrera, la compañía 10&10, ahora comandada por un tridente excepcional de creadoras (Mónica Runde, Elisa Sanz e Inés Narváez) se atreve por primera vez con un infantil. Pero en realidad no es tal, sino una propuesta abierta que pretende acercarse -por distintos recovecos- a un amplio arco de edades. Lo han mostrado en octubre en la Cuarta Pared, el lugar donde hace años se fraguó la complicidad entre las tres. Y con el aliciente de que ellas también bailan.


Imagen de Vivo Vivaldi. Fotografía de José Alberto Puertas

Vivo Vivaldi es un divertimento coral que mezcla disciplinas como la danza, el teatro de sombras o la vídeo-escena, trasladándonos a un universo de fantasía y componiendo imágenes que parecen cuadros. Propone un viaje por las estaciones que empieza en el invierno (la oscuridad, los temores) y acaba con la explosión de luz y alegría de la primavera. A veces son los peques quienes tienen que explicar esta inversión temporal a los adultos; los elementos referenciales de cada período son claros y reconocibles para los niños, que se dejan llevar sin más prejuicio que el asombro y las ganas de jugar. "Una de las anclas del proyecto era la necesidad de hacer llegar nuestros códigos a los públicos que normalmente no acceden a ellos", apunta Narváez. "Creemos que una sociedad capaz de emocionarse junta es capaz de comunicarse mejor".

Imagen de Vivo Vivaldi. Fotografía de José Alberto Puertas

La comunicación es intergeneracional y recíproca entre la escena y el patio de butacas y no faltan los toques de humor. Complacen la libertad y la intuición con que los actores habitan el espacio y se moldean en conjunto y en soledad. Por lo imaginativo y prolífico, llama la atención el vestuario -como no podía ser menos estando Elisa Sanz en tablas y en bambalinas-, con guiños a la propia infancia de los intérpretes. Hay misteriosas siluetas con capa y máscaras venecianas que se deslizan en volandas, polisones combinados con prendas náuticas, faldas que son flores, flores que serán humo. Funciona la apuesta por el papel como elemento plástico esencial: crea marcos, alfombras y volúmenes, sirve de telón, de vestido, y hasta de efecto sonoro.

La selección musical que inspira la coreografía bebe sobre todo de Las cuatro estaciones de Vivaldi, pero deja de lado los temas más trillados de la obra. Como un trasunto del propio autor, Mónica Runde, alma mater de la compañía, toma la batuta, mueve las cuerdas, y orquesta momentos de apoteosis.


Imagen de Vivo Vivaldi. Fotografía de José Alberto Puertas


Próxima función30 de abril en el Laboratorio de las Artes de de Valladolid (LAVA)


sábado, 24 de noviembre de 2018

MOON, de L'Om Imprebís, un hermoso viaje multicultural en los Teatros Luchana

De entre la veintena de propuestas teatrales y de magia que conforman la cartelera de los Luchana Kids, nos ha llamado especialmente la atención la presencia de MOON, de la prestigiosa compañía L'Om Imprebísuna función que nació en 2005, con la que la tropa del veterano Santiago Sánchez se aventuraba en el género familiar y que ahora vuelve a los Teatros Luchana más brillante y depurada. Cuatro actores-cuentacuentos de distintas nacionalidades (Guinea, Angola, Cuba y España), se vuelcan en transmitir la riqueza de la multiculturalidad y el valor de la tolerancia hacia los otros desplegando un abanico de historias dramatizadas que hablan de sus propias infancias, acercándonos leyendas y personajes de sus pueblos de origen. Con música original del ronlalero Yayo Cáceres, componen un espectáculo lleno de alegría y vitalidad, que integra títeres, escenas de luz negra, canciones y danza en directo.

Una escena de MOON
En MOON asistimos al encuentro de un grupo de amigos de diferentes países, continentes y culturas que recuerdan el primer día en que se conocieron, la desconfianza inicial ante sus diferencias, y cómo fue superada cuando comenzaron a hablar, a interesarse los unos por los otros a través de las historias, cuentos y canciones populares de cada uno de ellos.
El título de la función descubre un curioso juego de palabras: en este mundo (mon en valenciano) nuestro (mon en francés), todos podemos vivir desde niños (moon en la lengua africana fang) y disfrutar bajo una misma luna (moon en inglés).

Una escena de MOON
El montaje bebe de la tradición oral y apuesta por el poder evocador de la palabra y la sugerencia poética y gestual para sumergirnos en un viaje multiétnico sin más efectos que la plasticidad de los propios cuerpos de los intérpretes, con los que cuentan, bailan, saltan, hacen percusión... En un momento en que abundan las propuestas escénicas apoyadas en las nuevas tecnologías, y en el que se ofertan para niños shows plagados de estridencias y artificios, vale la pena volver a la esencia más pura del teatro, como sucede en esta función, en la que se pone en valor lo artesanal, lo analógico, con recursos sencillos e imaginativos.

Al mundo lo hicieron redondo las aves de tanto emigrar,
y sólo lo hacen cuadrado los hombres que temen la libertad.

Una escena de MOON
Nos entusiasma ver la sala donde se representa MOON llena a reventar de niños de diferentes edades acompañados de sus familias, encandilados todos por el buen hacer de un equipo de artistas que ya demostró su complicidad con otra producción fantástica basada en un concepto similar, Decamerón Negro, que pudimos ver en la Sala Verde de los Teatros del Canal en 2013.

Cartel del espectáculo MOON
El proyecto Luchana Kids ha sido galardonado recientemente con el Premio de comunicación Chupete 2018, que reconoce el esfuerzo de los Teatros Luchana para reconvertir estos antiguos cines en un espacio de referencia para el teatro infantil de calidad en Madrid. Uno de los aspectos que más agradecemos de su política de programación es que los espectáculos se mantengan en cartel un tiempo, o al menos mientras tengan demanda, dando opción a las funciones a rodarse y a las compañías a poder contar con cierto recorrido. Así que confiamos en que MOON sea otro de los montajes que prorroguen, para seguir viajando desde los Luchana alrededor del mundo.

MOON

Producción: L'Om Imprebís.

Lugar: Teatros Luchana (c/ Luchana, 38. Madrid)
Funciones: Sábados 24 de noviembre y 1, 8 y 15 de diciembre, y viernes 7 de diciembre.
Horarios: Sábados a las 16:45 h. y viernes a las 11:00 h.

Edad recomendada: A partir de 5 años.
Duración: 60 minutos aprox.

Reparto: Claudia Coelho, Gorsy Edu, Sara Nieto y José Juan Rodríguez.
Dirección y dramaturgia: Santiago Sánchez.
Música: Yayo Cáceres.

sábado, 29 de septiembre de 2018

El chico de las zapatillas rojas o el gesto de amar diferente

El Teatro Bellas Artes de Madrid acoge en este arranque de temporada una función hermosa, comprometida y delicada, que no debería pasar desapercibida entre la algarabía de estrenos del otoño: El chico de las zapatillas rojas, un espectáculo de danza y teatro gestual con máscaras, orientado a público familiar a partir de 6 años, con el tema de la diversidad afectivo-sexual como pretexto.

Una escena de El chico de las zapatillas rojas
Siguiendo la línea de trabajo marcada por los alemanes Familie Flöz, cuyo testigo han recogido en España compañías como Kulunka Teatro o Marie de Jongh (enternecedor e inolvidable enfoque del amor homosexual en su premiada Amour), los también vascos Ados Teatroa se atreven a calzarse no sólo zapatillas rojas, sino una multitud de máscaras expresivas para dar vida a una quincena de personajes de diferentes edades y cabellos de colores.

La historia del chico especial al que no le gustan las cosas que habitualmente suelen gustar a los chicos y se apasiona con la danza nos lleva a pensar en otro talentoso bailarín presente actualmente en la cartelera madrileña: Billy Elliot, con la diferencia de que esta producción prescinde de la palabra, y aun siendo también musical (bella e idónea la partitura compuesta por Javier Asín), no pertenece al género comercial que todos evocamos. El elenco (Txori Garcia Uriz, Ion Barbarin, Montse Zabalza) exhibe igualmente un admirable virtuosismo físico, y brinda una alternativa más modesta que convence por su impecabilidad.

Una escena de El chico de las zapatillas rojas
El sentido del espectáculo

Según sus creadores, "hasta ahora los relatos infantiles sólo eran contados desde el punto de vista heterosexual. Pero la realidad está cambiando y las historias para los niños también. Surgen nuevas preguntas y se necesitan nuevas respuestas". Y es cierto. Aunque parezca que el el siglo XXI se han superado ya ciertas barreras, patrones de conducta o modelos sociales, sigue siendo necesaria la visualización de la diversidad desde todos los foros: la educación, la política, y por supuesto, el arte.
Momentazos como la primera vez que el niño se calza los zapatos rojos de tacón de su madre, cual Dorothy en El mago de Oz, el rechazo extraño que experimenta hacia la chica que le presenta su amiga, empeñada en tirársele encima, o la incomprensión del padre ante su falta de entusiasmo por el fútbol nos van adentrando en esa otra forma de sentir que acabará en una relación de pareja estable con otro chico hasta la vejez.

Una escena de El chico de las zapatillas rojas
La propuesta escénica

Con un exquisito uso de los símbolos, un cuidado por los detalles en lo estético y en lo poético, y gran limpieza técnica a todos los niveles, se van encadenando ágiles las escenas, muy claramente planteadas, aunque plagadas de convenciones teatrales que pueden desconcertar a los espectadores más pequeños (el trenecito iluminado que cruza el escenario como metáfora del paso del tiempo, la evolución cronológica de los personajes, el exceso de sugerencia para la progresión narrativa...).
La historia, contada exclusivamente mediante el gesto y la expresión corporal exige atención plena para no perder el hilo, sobre todo hacia la segunda parte, cuando el protagonista, ya adulto, alcanza su sueño y se va a recorrer el mundo bailando.
La escenografía es otro de los aciertos: unos biombos practicables vestidos de papel de periódico (leímos en ellos inglés y ¡euskera!) recrean las distintas localizaciones necesarias, tanto interiores como exteriores (un dormitorio, un vagón de tren, una ciudad...) en total sintonía con la propuesta.
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Una escena de El chico de las zapatillas rojas
Quizá le falte a este chico de zapatillas rojas un poco más de humor para conectar más con el público joven, y que sea la risa sonora y no la sonrisa esbozada la que acerque con mayor calidez el trasunto que pretende, si bien no deja de ser uno de los mejores trabajos para la infancia y la juventud que puede verse ahora mismo en Madrid.


EL CHICO DE LAS ZAPATILLAS ROJAS

Producción: Ados Teatroa y Global S.C.
Lugar: Teatro Bellas Artes (calle del Marqués de Casa Riera, 2 Madrid)

Funciones: 29 y 30 de Septiembre y 6 y 7 de Octubre.
Horarios: Sábados a las 16:00 h. / Domingos a las 12:00 h.

Edad recomendada: A partir de 6 años.
Duración: 55 minutos aprox.

Reparto: Txori Garcia Uriz, Ion Barbarin, Montse Zabalza
Autora y Directora: Garbi Losada

Cartel de El chico de las zapatillas rojas


lunes, 12 de septiembre de 2016

Mamá Teatriz

¡Hola a todos, bienvenidos a Mamá Teatriz! Un blog sobre maternidad y teatro, teatro infantil, títeres, marionetas, cuentacuentos, poesía, danza, y en definitiva, teatro familiar de calidad. Este espacio es una jugada a favor del teatro para niños, tan necesitado de foros, difusión y puesta en valor.

Quién mueve estos hilos

Soy periodista, directora escénica, y gestora cultural. Desde niña me ha gustado escribir, y de hecho esa fue la principal razón por la que estudié periodismo, aunque pronto descubrí que poco tenía que ver con la literatura, más allá de usar el lenguaje o manejar textos. En realidad el reporterismo, el estar 'al pie de la noticia' no me interesaba tanto, yo me consideraba más una ‘comunicadora’; me motivaba inventar historias, crear mundos mágicos, y con ellos, llegar a la gente, conmover. Quizá ese componente emocional y fantasioso me acabó conduciendo al teatro, acto creativo completo en el que confluyen todas las artes. Me titulé en la RESAD y poco a poco fui haciéndome una ‘mujer de teatro’. Llevo años compaginando ambos oficios, trabajando en gabinetes de prensa, dirigiendo proyectos teatrales propios o de encargo, impartiendo talleres, y escribiendo críticas teatrales. Mi sentido del espectáculo ha ido ampliando mi visión sobre la comunicación cultural más allá de lo puramente periodístico y me lleva a ahondar en la esencia, en el alma de cada obra.

Maternidad y teatro

En marzo de 2014, un día que anunciaba la primavera, fui madre. Desde que mi hijo, Lope, tenía más o menos tres meses, mi ilusión era apuntarlo a clases de estimulación sensorial, musical, llevarlo a pequeñas funciones de teatro para bebés, cuentacuentos… ¡Estaba ansiosa por que el niño descubriera ese mundo que yo amaba tanto! Sin embargo, era demasiado pronto para que él pudiera apreciar algo más que cambios de luces o sonidos… Mamá Teatriz tenía que aprender a ser paciente y conformarse con jugar en casa con marionetas de dedo ensayando voces divertidas. A partir de entonces, supe que la vida me iba a ir abocando casi irremediablemente hacia el teatro infantil, e iba constatando que ahí hay un campo amplísimo para trabajar y a la vez muy poca especialización.

Ahora que Lope tiene dos años y medio, cada vez observo con más interés la oferta teatral para niños de la ciudad, intentando discernir qué opciones son adecuadas o no, según la edad y la personalidad que poco a poco va desarrollando mi pequeño. ¡Ardua tarea! Y no precisamente por la escasez de producciones; la mayoría de los teatros disponen de una programación infantil ordinaria, sobre todo durante el curso escolar, y concentrada en los fines de semana, o bien organizan festivales especializados al menos una vez al año. Muchas de las llamadas ‘salas alternativas’, precisamente por ser espacios de pequeño formato, y por cuestiones de sostenibilidad de sus modelos de negocio, suelen programar funciones matinales que se mantienen durante temporadas cortas según su aceptación. E incluso los últimos espacios abiertos dedicados al microteatro prestan atención a los pequeños espectadores.

¿Qué espectáculo infantil escoger?

El problema está en la exigua publicidad que se da a estos trabajos, unida a la información en muchos casos deficiente sobre qué podemos esperar de las propuestas, o a una clasificación de edad errónea. ¿Cuántas veces hemos leído en un cartel o en un programa de mano aquello de "espectáculo para niños y jóvenes de 0 a 99 años"? Este tipo de descripciones ‘para todos los públicos’ contribuyen a despistar y confundir sobre la idoneidad de la función.

Muchas compañías pequeñas, ante las dificultades para acometer una producción más costosa, o, sencillamente, ante la necesidad de tener que subsistir cada mes, se lanzan a montar ‘un infantil’, y no pueden permitirse el lujo de acotar el tarjet de su público potencial, dado que lo habitual es ir a taquilla. Sin embargo, resulta evidente que un niño de dos años y otro de cinco, y otro de ocho, recibirá un mismo espectáculo de manera muy distinta, y no todo puede ser igualmente disfrutado por todos.

Por otro lado, frecuentemente se acepta la idea de que si la obra se dirige a niños, el producto puede ser más o menos simple. A menudo ocurre que vas a ver con ciertas expectativas funciones que prometen mucho, y aprovechando la buena voluntad o ingenuidad de las familias, acaban ofreciendo fruslerías poco esforzadas y sin nivel que provocan desconcierto, decepción, o puro aburrimiento. Sin embargo, los actores que trabajan con niños suelen coincidir en que son el público más difícil de contentar.

Los padres (o tíos, abuelos, o hermanos mayores...) que quieren introducir a sus críos en las artes escénicas, o que ocasionalmente desean compartir un buen espectáculo en familia, a menudo se encuentran perdidos entre las páginas de los suplementos culturales de prensa, no tienen referentes para elegir, o les surgen muchas dudas sobre la conveniencia, adecuación y calidad de los montajes en los que fijan su atención.

Hay compañías especializadas y profesionales comprometidos con el teatro infantil, con interesantes trayectorias dedicadas a la investigación y la creación, y cuyas propuestas son verdaderas joyas que merecen sacarse a relucir; desde aquí intentaremos descubrirlas.

Blogosfera, teatro infantil y crítica

Actualmente existen múltiples webs y blogs que ofrecen información variada sobre planes para hacer con niños, ocio en familia, escapadas, talleres, etc. Sin embargo, apenas hay sitios especializados en teatro infantil. Además, estas actividades suelen anotarse a modo de agenda o reseñas informativas, pero resulta difícil encontrar valoraciones profundas desde una mirada crítica. Mamá Teatriz viene a cubrir ese vacío; pretende hacer un seguimiento de los principales eventos de artes escénicas orientados a la infancia y la juventud que cumplan un nivel de excelencia, brindar pistas fiables en base a mi experiencia escénica, y convertirse en una guía de consulta y orientación para familias amantes del teatro.

Pero no sólo habrá lugar para la crítica; porque el teatro también se lee, hablaremos de literatura dramática y novedades editoriales. Tampoco nos olvidaremos del papel fundamental de la educación, reflexionaremos sobre los mensajes que trasladamos a los niños a través de los espectáculos, e indagaremos acerca de cómo son los talleres de teatro pedagógicos que se realizan en nuestras escuelas infantiles y colegios. Además, informaremos sobre festivales, concursos, tendencias y curiosidades del sector, recogeremos testimonios de otros papás y mamás teatreros, entrevistaremos a profesionales expertos, presentaremos a diferentes marionetas, lanzaremos propuestas para teatrear en casa... Vamos a ser un altavoz y a demostrar que el teatro infantil no es un género menor.

Suele decirse que los blogs que surgen en torno a la maternidad y la crianza tienen ‘el tiempo contado’ porque es una etapa que acaba; pero esta Mamá será Teatriz así que pasen los años… Mi deseo es que el proyecto que nace hoy vaya creciendo acompañando la infancia de mi hijo Lope…, y del que viene en camino ;)

Los propósitos vitales nacen de unos ideales; se revelan cuando estás enamorado de lo que haces, cuando lo sientes como algo propio y te implicas en ello personalmente, poniendo el corazón. Yo estoy convencida de que todo lo que se hace con amor, sale bien. ¡Comienza la aventura…!