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jueves, 14 de noviembre de 2019

Rocío Bello y Javier Hernando, ganadores del Premio SGAE de Teatro Infantil 2019 por su obra Necesito una flor

Los dramaturgos Rocío Bello y Javier Hernando se han alzado con el Premio SGAE de Teatro Infantil 2019 por su obra Necesito una flor, una divertida historia sobre una madre y un hijo que luchan contra la gentrificación de la gran ciudad en un pueblecito andaluz. La Fundación SGAE hizo público el domingo el fallo durante el acto de presentación de la obra galardonada en la convocatoria anterior, Astrolabio, de Paco Romeu, dentro del Ciclo de lecturas dramatizadas que cada año acoge la Sala Berlanga de Madrid.
El Premio SGAE de Teatro Infantil es el concurso de textos teatrales orientado a público joven de mayor relevancia a nivel nacional. Está dotado con 8.000 euros e implica la publicación del texto en la colección de Teatro Infantil y Juvenil Sopa de Libros del grupo editorial Anaya.

Rocío Bello y Javier Hernando, ganadores del Premio SGAE de Teatro Infantil 2019

No es la primera vez que Rocío Bello (Lugo, 1978) y Javier Hernando (Ávila, 1986) triunfan con un trabajo de co-escritura. Ya en 2016 ganaron juntos el Premio ASSITEJ de teatro infantil con la obra Estrellas y agujeros negros (entre otras cosas), una propuesta que trataba de forma muy original el tema de los abusos a menores. A ese reconocimiento suman ahora el prestigioso galardón que concede la SGAE, aunque en esta ocasión, -según apuntan ellos mismos-, Necesito una flor es una historia más dulce y con ingredientes de comedia. Los protagonistas principales son una madre y su hijo en un viaje de ecos lorquianos que enfrentará el mundo urbano y el rural.
Implicados desde hace años con la dramaturgia infantil, Bello y Hernando suelen abordar asuntos de actualidad; creen en un teatro "que mire cara a cara a los niños, que les interese y les hable directamente".

Flor azul índigo

El Premio SGAE de Teatro Infantil cuenta ya con 19 años de historia; su objetivo es impulsar y apoyar la creación de nuevos textos dramáticos dirigidos a niños que, tanto por la buena calidad y originalidad de sus diálogos, como por su visión escénica, contribuyan al progreso del panorama teatral. En los últimos años el premio ha distinguido a Paco Romeu (2018), Nieves Rodríguez Rodríguez (2017), Paco Gámez, (2016) e Itziar Pascual (2015)

ASTROLABIO, O LA MIRADA DE UNA NIÑA A LAS ESTRELLAS

Una vez publicada, es tradición que la obra ganadora se presente al año siguiente en la Sala Berlanga mediante una dramatización sencilla. El pasado domingo 10 de noviembre, una flor hizo de lazo inusitado entre ambas obras. El dramaturgo Paco Romeu, junto con su compañía Disparatario, nos trajo desde Valencia Astrolabio, la historia de una niña beduina, Duna, que consigue escapar de su destino -un matrimonio concertado según la tradición familiar-, y llega a cumplir su sueño de viajar hasta las estrellas. En su periplo, la protagonista pasa por los escenarios más remotos e insospechados: el desierto, el mar, el espacio, Groenlandia... Y por el camino se va encontrando con otras mujeres extraordinarias que le dejan huella y le impulsan a seguir adelante. Su necesidad de avanzar y su empeño por llegar cada vez más lejos y más alto la llevarán a lo más profundo de sí misma.

Con un tono abiertamente feminista, el texto propone una reflexión sobre el papel de las mujeres en el mundo (e inevitablemente, también el de los hombres) Una valiente aventura que habla directamente a los niños de sororidad, multiculturalidad y lucha por los derechos sociales sin renunciar a la poesía.

Astrolabio, de Paco Romeu, editada por Anaya

Un proceso inverso: antes el montaje, después la lectura

Disparatario estrenó esta fábula -escrita inicialmente en valenciano-, apenas tres días después de que fuera galardonada con el premio, y ha realizado ya más de una decena de representaciones. La compañía creía tanto en el texto, que llevaba tiempo trabajando para ponerlo en pie. El montaje combina múltiples recursos escénicos, actores, y títeres artesanales de diferentes alturas; algunos de ellos estuvieron presentes de forma simbólica en la puesta en escena de la lectura. Durante el coloquio posterior, Paco Romeu agradeció el amor y el compromiso de todo el equipo, encabezado por Lorena Comín, y destacó la música original compuesta especialmente para la obra por Fede Comín.

Un momento de la Lectura dramatizada de Astrolabio (Ilustración de Ana Oncina)

"Las personas somos pequeñitas como las estrellas, en comparación con el mundo", señalaba Elsa Tronchoni (la directora de la función y pareja de Romeu), en alusión a la cita del poeta persa del siglo XII Omar Khayyam, que preside el libro y vehicula toda la acción:

El vasto mundo:
un grano de arena
en medio del espacio

martes, 13 de noviembre de 2018

Lo que vuelve a casa (y otros árboles), de Nieves Rodríguez Rodríguez, Premio SGAE de Teatro Infantil 2017, despliega sus ramas en la Berlanga

Lo que vuelve a casa (y otros árboles), la obra galardonada con el Premio SGAE de Teatro Infantil 2017, de la madrileña Nieves Rodríguez Rodríguez, desplegaba sus ramas y alcanzaba al público el pasado domingo 11 de noviembre en la Sala Berlanga, dentro del marco del XXII Ciclo SGAE de Lecturas Dramatizadas. Con un sencillo y efectivo paralelismo simbólico entre las vidas e imaginarios de dos niñas de diez años en dos lugares del mundo remotos, la autora entrelaza un hermoso relato sobre la diversidad, la superación de los miedos y dificultades, y la hermandad sin fronteras. El texto acaba de ser publicado en la serie de Teatro Infantil y Juvenil Sopa de Libros, que el grupo editorial Anaya coedita con la Fundación SGAE, con ilustraciones de Teresa Novoa.

Una escena de la lectura dramatizada (Fotografía de Eladio Bergondo)

Globalizar las infancias

Dos niñas: Alika y Vega. Dos países: Nigeria y España. Dos aulas y dos redacciones: Las cosechas del maíz y Las líneas imaginarias. La huida de un secuestro y de un incendio. El encuentro dentro de un árbol. Y la vuelta a casa: una liberación y una amistad. Así podría trazarse el argumento de una obra que va saltando, como en un juego, mientras nos adentra en un viaje en apariencia duro, que acabará enterneciendo. 
Lo que vuelve a casa (y otros árboles) nació de la lectura de una noticia de periódico sobre el secuestro de 276 niñas en un colegio de Nigeria por parte del grupo terrorista Boko Haram en 2014 -rapto del que 57 lograron escapar y 21 fueron liberadas-, al descubrir en la información un insólito error de cálculo: ¡faltaban dos niñas!, lo que le sirvió a Nieves Rodríguez Rodríguez para inventar su historia. "La idea de las líneas imaginarias me llevó a conectar todas las infancias del mundo", afirma. "Lo que pasa fuera de nuestro territorio nos interpela, no podemos quedarnos en el terreno de lo conocido, porque hay mucho todavía por conocer, por criticar, y quienes escribimos tenemos una responsabilidad moral".

Una escena de la lectura dramatizada (Fotografía de Eladio Bergondo)

Un equipo que "sueña tan bonito"

La obra estuvo arropada en su primera presentación ante el público por un equipo artístico que demostró gran sensibilidad y cuidado. La dirección escénica de la lectura corrió a cargo de Lola Fernández de Sevilla, autora recientemente galardonada también: en febrero se alzó con el VIII Premio Juan Cervera de Investigación sobre Teatro para la infancia y la juventud de ASSITEJ España, por su ensayo Ogros, espinacas y demás... Cómo contar lo terrible a niñas y niños en el teatro. Una creadora que reconoce tener "debilidad por los temas complicados" respecto a la dramaturgia para niños, y que aseguraba haberse acercado "con gran responsabilidad y respeto máximo a un texto redondo, que tiene una precisión geométrica absoluta, para intentar estar a la altura".
Helena Lanza y Astrid Jones,  las actrices responsables de encarnar a las dos niñas protagonistas de la historia, brillaron por su equilibrio, contención y complicidad. Marta Leiva, encargada de la escenografía, planteó una original serie de dibujos a acuarela y collage que recogían parte de las acotaciones del texto y que se proyectaron al fondo para acompañar las escenas, con la idea de "más que ilustrar, aportar a la obra una dramaturgia visual nueva". 

Una escena de la lectura dramatizada (Fotografía de Eladio Bergondo)
El texto adolece de un rasgo inusual en la literatura dramática: discurre en tono narrativo; de hecho, las dos protagonistas sólo dialogan en una ocasión (cuando se descubren en el interior del árbol: allí hablan el mismo idioma). Sin embargo todo pasa muy deprisa; la estructura en paralelo y la alternancia continuada de soliloquios propician la agilidad de la acción.

Una escena de la lectura dramatizada de Lo que vuelve ea casa (y otros árboles)

Al término de la dramatización, como suele ser habitual, tuvo lugar un breve coloquio de los miembros del equipo creativo con el público asistente, entre el que se encontraban algunas familias. La autora quiso compartir que el personaje de Vega, de una fantasía desbordante, está inspirado en su sobrina. Algún niño destacó la capacidad de las protagonistas de la historia para hacerse amigas en una situación tan difícil, y probablemente éste sea uno de los hallazgos clave del texto.

Portada de Lo que vuelve a casa (y otros árboles)
Nieves Rodríguez Rodríguez asegura no saber mucho más de esta obra, todavía. "La llevo impregnada en la piel", nos dice. En el prólogo del libro expresa así su 'Carta de creencia':

Creo que el teatro es el lugar de la imaginación, de la palabra despojada, liberada de su lenguaje. Creo en la fantasía como lugar donde volver a reunirse. 
Creo en la infancia como un presente, no como un futuro, no como una promesa.  [...]
Creo que creer es la base para crear. Creo en la creación como un gesto de amor. 
Creo en el teatro como un árbol que hay que regar y cuidar. 
Creo que la literatura y la filosofía nos pueden liberar de todo...

Ojalá que Lo que vuelve a casa... regrese pronto a los escenarios para conmover a los pequeños espectadores y a sus familias y tenga un gran recorrido 'mapamundi adentro'.

Coloquio tras la lectura dramatizada (Fotografía de Eladio Bergondo)

El dramaturgo valenciano Paco Romeu, Premio SGAE de Teatro Infantil 2018 por Astrolabi

Como ya es tradición, durante el acto se informó además del fallo del Premio de este año, que ha recaído en el autor valenciano Paco Romeu por su obra Astrolabi, una fábula sobre lucha y empoderamiento femenino para todos los públicos, que toma el relevo y se presentará asimismo en la Sala Berlanga de Madrid dentro de la Muestra de dramaturgia contemporánea 2019.

El Premio SGAE de Teatro Infantil es el concurso de textos teatrales infantiles de mayor relevancia a nivel nacional. Este galardón cuenta ya con 18 años de historia, y se convoca con el afán de impulsar y apoyar la creación de nuevos textos dramáticos dirigidos a niños que, tanto por la buena calidad y originalidad de sus diálogos, como por su visión escénica, contribuyan al progreso del panorama teatral. En los últimos años el premio ha reconocido a Nieves Rodríguez Rodríguez (2017), Paco Gámez, (2016) e Itziar Pascual (2015), gracias a textos que, curiosamente, tienen en común el hecho de abordar -a través de la imaginación- temáticas tradicionalmente vetadas al colectivo infantil, como la guerra, el terrorismo, o la muerte de seres queridos.


Nieves Rodríguez Rodríguez,
ganadora del Premio SGAE de Teatro Infantil 2017
BIO

Nieves Rodríguez Rodríguez (Madrid, 1983) es dramaturga e investigadora en la Compañía Txanka Kua (Laboratorio para nuevos lenguajes tecnológicos) de Málaga, y profesora de Escritura y Literatura en la Escuela Internacional del Gesto en Madrid. Lo que vuelve a casa (y otros árboles) es la segunda pieza que escribe para niñas y niños tras Semillas bajo las uñas (Becada en el IV Programa de Desarrollo de Dramaturgias Actuales del INAEM, 2015). Ha editado junto a Lola Fernández de Sevilla y Diana I. Luque Carrusel de Ogritos. Teatro para la Infancia y la Juventud (Fundación SGAE y AAT, 2017). 

viernes, 10 de febrero de 2017

El árbol de Julia: crítica social y activismo ecologista en los Teatros Luchana de Madrid


Los Teatros Luchana de Madrid,  dentro de su programación infantil, mantienen en cartel los fines de semana de febrero y marzo El árbol de Julia, una obra de texto, del autor que más veces ha ganado el Premio SGAE de Teatro Infantil, Luis Matilla. La obra cuenta la lucha de una niña, Julia, en defensa de Cóndor, un árbol con el que lleva jugando desde pequeña y que unos empresarios amenazan con talar. Julia vivirá una intrépida aventura para salvar a su árbol, y acabará denunciando determinadas conductas de los adultos. Inspirada en un hecho real, El árbol de Julia plantea una reflexión sobre los actuales valores humanos y la posibilidad de cambiar el mundo con los propios actos.


Cartel de la obra El árbol de Julia

A Flote Teatro ha tenido el arrojo de ser la primera compañía profesional que lleva a escena en España El árbol de Julia, obra ganadora del Premio SGAE de Teatro Infantil en el año 2000, que cuenta con más de 16 ediciones nacionales e internacionales bajo el sello editorial de Anaya y después de haber sido representada en Sudamérica en países como Brasil o Perú.

La historia de una niña okupa

Julia es una niña alegre, inconformista y activa, vinculada emocionalmente a Cóndor, un árbol centenario que va a ser derribado -junto con otros ejemplares del bosque- para construir una fábrica en el pueblo. Cuando la chica se entera, decide subirse al árbol para evitarlo, dispuesta a no bajar hasta que se dé una solución al problema. Es un plan arriesgado y provoca muchos conflictos a su alrededor, pero ella piensa que la causa merece el esfuerzo. Gracias a su estrategia, cuestionará los actos de aquellos adultos que sólo viven para obtener éxito y dinero. Julia se siente libre para tomar las decisiones que le dicta su conciencia, y aprenderá a ser consecuente con ellas, recorriendo su propio camino dentro de una sociedad disparatada que prefiere ver la Naturaleza por televisión, antes que salir a disfrutar de ella. Finalmente se irá con su abuela por todo el mundo para recoger firmas que impidan la tala de su querido Cóndor.

Una escena de El árbol de Julia

Una mirada crítica

La fuerza de la dramaturgia, con una trama sencilla pero bien armada, y unos personajes claramente definidos, sella el tono de una función interpretada con compromiso y entusiasmo por un grupo de jóvenes y enérgicos actores.
Interesante enfoque el del personaje narrador, como un maestro de ceremonias bohemio -que podría encarnar el espíritu del bosque-, y que está presente en los momentos clave; el actor, muy alerta en escena, se afana en labores como percutir unos palillos que generan ritmos bajo la acción principal, lo que da consistencia a sus apariciones.

Un acierto, aunque no esté cuajado del todo, es plantear desde la comedia algunos de los personajes secundarios, como los obreros encargados de talar el árbol, o la reportera de televisión, muy caricaturizada (su obsesión por retransmitir en directo la noticia acaba convirtiendo la situación en un delirante espectáculo que provoca más sonrojo en los adultos que en los niños).

Se agradece en la propuesta el ritmo ágil, marcado por los interludios musicales con la pegadiza canción original a guitarra eléctrica, aunque el montaje requeriría de una dirección más exhaustiva para lograr un resultado redondo.
Las escenas de la niña protagonista hablando con el árbol a modo de monólogos poético-filosóficos ponen en valor la esencia y las emociones profundas de los seres de la Naturaleza.
Obra con una clara intención pedagógica, resulta muy apropiada para trabajarla con grupos de escolares, para analizar el texto en clase, y como función de colegio.


Una escena de El árbol de Julia

Sobre Luis Matilla, el autor

Luis Matilla es escritor, autor teatral, y especialista en la didáctica de los medios de comunicación. Tiene escritas cuarenta obras teatrales que, junto con sus propuestas de animación teatral para públicos infantiles y juveniles, han sido traducidas y estrenadas en múltiples países. Desde hace más de veinte años escribe textos dirigidos al público infantil. Ha sido galardonado en numerosas ocasiones con los premios de teatro más representativos tanto en España, como en el extranjero.
Es el autor que ha ganado en más ocasiones el Premio SGAE de Teatro Infantil y Juvenil (en el año 2000 por El árbol de Julia, pero también en 2002, 2008, y 2013), un certamen del que él mismo es ahora miembro del jurado. Se trata de un autor imprescindible para entender el teatro para niños y jóvenes de las últimas décadas en España.

Portada de El árbol de Julia

EL ÁRBOL DE JULIA
Compañía A Flote Teatro

Teatros Luchana (calle de Luchana, 38, Madrid)

Funciones:
Sábados 11 y 18 de febrero: 17:15 h.
Domingo 19 de febrero: 12:15 h.
Sábados 4 y 11 de marzo: 17:15 h.
Domingos 5 y 12 de marzo: 12:15 h.
Domingos 19 y 26 de marzo: 16:45 h.

Dramaturgia: Luis Matilla
Dirección: Fernando Solís
Reparto: Lucía Diez, Jaione Azkona, Margarita Lascoiti, María Simón, Íñigo de Lascoiti, Fernando Solís
Iluminación: Pablo R. Seoane
Escenografía: Gabriel Carrascal
Música: Íñigo García & Íñigo Porres

Duración: 55 minutos
Edad recomendada: A partir de 6 años

jueves, 2 de febrero de 2017

Paco Gámez: "Nana en el tejado aborda la necesidad de individualidad de los niños"

La verdad es perfecta para las matemáticas, la química, la filosofía, pero no para la vida
En la vida, la ilusión, la imaginación, el deseo, la esperanza, cuentan más.

Ernesto Sábato

Con esta fantasiosa cita de Ernesto Sábato preludia Paco Gámez su obra Nana en el tejado, pimpante ganadora del XVII Premio SGAE de Teatro Infantil, que cuenta la aventura de una niña que se refugia en el tejado de su casa al haber quedado su pueblo inundado. Un cuento escénico que reivindica el poder de la imaginación de los niños para afrontar los problemas, y que está llamada a convertirse en una obra revelación.

Paco, actor, director, y autor jiennense, es un tipo amigable y cercano; ríe mucho, sobre todo con los ojos, que aún desprenden el candor inquieto del niño que fue. Inspira una sencilla simpatía, de modo que cualquiera podría creer que le va a atender, a escuchar, e incluso a ayudar. Es difícil precisar si esa facilidad para transmitir confianza proviene de su entrenamiento actoral o de su propia personalidad.

Ambos somos de Jaén, nos conocemos desde hace años, tenemos un sinfín de contactos en común, hemos coincidido en saraos culturales diversos, y sin embargo, es la primera vez que quedamos a solas, y también la primera que compartimos la ilusión por hablar sobre teatro infantil. Su reciente Premio SGAE nos da la oportunidad, el pretexto, el desayuno de una de las últimas mañanas que le quedaban al 2016, en la cafetería más céntrica y popular de nuestra pequeña ciudad.

Paco Gámez, ganador del Premio SGAE de Teatro Infantil 2016 (fotografía de Mercedes Hausmann)

Lo primero que me gustaría que nos contaras, si te apetece compartirlo, es cómo fue el momento en que te notificaron que habías ganado el Premio, ¿dónde estabas, cómo lo viviste...?

Pues me pilló totalmente de sorpresa. Tenía un día malísimo, me levanté esa mañana con un dolor fuerte en el hombro, y me fui a trabajar, tuve una primera clase súper agotadora, y después tenía que dar otra clase a un alumno inglés. De pronto vi un número que me llamaba; creí que era el inglés que me iba a decir que íbamos a otro sitio a dar la clase, y era de la SGAE infantil, y pensé, ¡ay, qué alegría...! Y me cambió ya la energía del día. Y en vez de dar la clase me fui con el inglés a celebrarlo. Le dije que me acababan de dar un premio muy importante, y le invité a él el primero, ¡se tomó cinco vodkas por la mañana...!

¡Jajajaaa...!, esa anécdota da para escribir otra obra de teatro...

Sí, sí sí... Él no era consciente, sólo sabía que estábamos celebrando algo... Yo me tomé un vermut, y luego me pasé a cocacolas; en la plaza de Olavide estuvimos.

Sobre el proceso creativo de la obra, has comentado en otras entrevistas que te generaba cierta inseguridad, ¿por qué?

Sí, yo mandé la obra al Premio, pero tenía muchas dudas sobre el texto, de si podía funcionar o no, de si iba en la línea del teatro infantil actual... El caso es que yo he actuado, he leído y he visto mucho teatro para niños, pero este es el primer texto que he escrito para niños. Jugaba con la ventaja de la libertad, de no tener ninguna pretensión, ningún compromiso directo de estreno, ni de un número de actores...; jugaba a hacer lo que me diese la gana, a proponer una puesta en escena que no sabía si era posible o no..., podía imaginar lo que quisiese.
Los niños pequeños tienen una necesidad de vínculo muy aferrado, pero en Nana, la protagonista de la obra, transpira la necesidad de cierta individualidad. Por eso yo tenía la duda de si este discurso que hay por debajo de la fábula es propicio para niños o no.

Pintura de Esther Gámez Blánquez

¿Consideras que has podido recibir cierta influencia de Tomás Afán Muñoz...? [dramaturgo jiennense reconocido por multitud de premios, entre ellos el ASSITEJ de teatro para niños y jóvenes en varias ocasiones. Son cuñados]

Los primeros textos de teatro infantil que yo leí eran de Tomás, él ha hecho muchísimo teatro infantil,  y yo desde pequeño he trabajado con La Paca [compañía de teatro infantil de referencia en Jaén, dirigida por su hermana Mª Carmen Gámez, y por Tomás Afán], por tanto tengo mucha influencia de él, aunque después somos muy distintos en formas, yo voy por otro lado, porque tengo otra referencias y otros gustos; pero Tomás tiene un punto muy ingenuo en su escritura, y también un punto de ciencia ficción, y en eso sí creo que tengo una influencia muy directa.

¿Cómo ha sido el tránsito del Paco Gámez actor al dramaturgo?

Yo no veo muy claros los límites del teatro; un actor que entiende y trabaja los textos tiene la capacidad de crear un texto propio, otra cosa es que sienta o no el impulso creativo. Desde que estudiaba en la ESAD de Sevilla me apetecía autodirigirme, hacerme la dramaturgia si estaba trabajando sobre algo..., me parecía tan natural como poner focos. Me considero un artesano del teatro que no contempla las fronteras entre el papel, las tablas, la butaca. 

Vaya, lo que es ser 'un hombre de teatro', así, integral...

Eso es lo que a mí me interesa. En tercero o cuarto empecé a escribir textos, a raíz del hábito de leer; partí un poco de jugar a imaginar lo que a mí me gustaba en el teatro, y generarlo yo. Escribí El hombre en llamas, que ganó un premio en la Universidad de Sevilla. Luego estuve un tiempo sin escribir. Después el proyecto de Calderón cadáver [Un 'cadáver exquisito' a partir de La vida es sueño, en el que ocho dramaturgos galardonados con el Premio Calderón de la Barca, intentaban establecer un diálogo entre los siglos XVII y XXI para el Festival AlmagrOff 2015] me dio un nuevo impulso; al estar en un proceso de trabajo, en contacto con dramaturgos, me fue entrando el gusanillo, y empecé a preguntarme cómo sería mi voz escribiendo.
Cuando me lanzo a escribir pienso mucho en el escenario, en qué me gustaría que pasase como actor y como espectador. Entender el trabajo de actor ayuda mucho a escribir (y viceversa). Cuando escribo veo muy claramente los distintos niveles, de modo que se me han encajado muy bien las dos cosas.

Claro, el tener tan patentes las dos facetas hace que el trabajo se enriquezca mutuamente... 
Y ahora que estás más centrado en la escritura, ¿no añoras actuar?

Estoy muy feliz con lo de escribir, porque de repente estoy yo solito aquí, sin tener que lidiar con un grupo de gente, cuadrar horarios... Es más sencillo compaginar la dramaturgia con otro trabajo, porque estoy muy limitado de tiempo. Y el estar teniendo ciertos reconocimientos me anima mucho a seguir escribiendo. A partir de ahí volveré al escenario desde otra puerta. Al final he tenido mucha suerte, porque esto de los premios depende siempre de múltiples factores: con quién compites, la composición concreta del jurado, que se entienda tu sensibilidad...

Pintura de Esther Gámez Blánquez

Nana en el tejado luce una voz muy limpia, fresca, muy teatral, muy visual. Tiene un personaje principal muy potente, y la acción se imagina como en dibujos animados. ¿Cómo surgió la motivación para esta historia?, ¿por qué decides un día escribir una obra de teatro para niños?

El concepto primero de Nana es anterior, de hace tres años o así..., no recuerdo exactamente cuál fue el motor. Pero el germen lo esbocé en un par de días. La Paca estaba en una asociación de teatro infantil que se llama Te Veo. Había una reunión de asociados de Te Veo en Canarias y me pidieron que fuera yo. Fue un encuentro de muchas compañías de teatro infantil de toda España, hablando, debatiendo sobre lo que se podía contar a un niño..., y creo que fue ahí cuando empecé a maquinar lo que podía escribir.
También hablé con una amiga mía asturiana cuya familia está vinculada con la organización de FETEN, y ella me dijo que le parecía buena idea, que Nana estaba en la onda del teatro de calidad que se estaba haciendo ahora para niños, y me animó mucho a escribir la obra. Después con el tiempo le he ido dando capas. Lo dejé un tiempo en el cajón, luego lo retomé...
Por otro lado, no sé cómo llegué yo al caso aquel de la niña atrapada por el agua que salió hace años... [se refiere a la avalancha de Armero, en Colombia, tras la que una pequeña de trece años de edad, Omayra, se convirtió en el icono de la tragedia en 1985]. Pero no tengo una documentación de casos de catástrofes, mi texto es algo mucho más espontáneo y más ingenuo, a partir de la idea de una persona en situación límite, y el elemento del agua (en otras obras ya había trabajado sobre el fuego, o la tierra...).

¿Cómo has querido abordar el tema de la muerte dentro de la obra? Yo lo veo con cierta inocencia, para nada me ha parecido algo macabro ni oscuro...

Es un tema que me ha salido en el texto de manera más inconsciente que consciente. Nana habla con sus padres, que están debajo del agua; se trata de un plano mágico. Entienden que están muertos o que hay algo dramático los personajes adultos, pero realmente, para mí no están muertos, están en otro plano. Sí, la muerte está ahí presente de alguna manera, supongo que de pequeño a mí me inquietaba ese tema. Un niño con 7 u 8 años ya pregunta por ello, se preocupa por la muerte de una persona cercana, la posibilidad de desaparecer...

Ajá... ¿Qué otros temas te inspiraron entonces?

Cuando yo escribía el texto, lo que quería era hablar sobre la independencia, sobre la capacidad de superación, sobre la necesidad de tener apoyos, pero no estar atado a esos apoyos, supongo que por mi momento vital de entonces. Como autor quería contar la necesidad de desligarse de vínculos emocionales fuertes, que siguen estando ahí, pero la niña está sola: sus padres están ahí, la están apoyando, el chico pelirrojo que aparece en el árbol es su amigo y está un tiempo con ella, hay un amago de amor, pero se va antes que ella, la tortuga está de paso, y la señora mayor dice 'yo me voy a quedar aquí porque ésta es mi casa', y la niña se va. Realmente no estamos hablando aquí de la muerte ni de la tragedia, sino de la capacidad individual de afrontar la vida, o los problemas, porque al final, de alguna manera, estamos solos todos, aunque estemos rodeados de mucha gente. Nana se va haciendo fuerte, nunca tira la toalla, se busca la vida, confía en que no va a pasar nada. Tiene un punto trascendental, pero la idea de la catástrofe real o la muerte no es tan claramente donde está colocada la historia.

Pintura de Esther Gámez Blánquez

Desde mi punto de vista la obra tiene una perspectiva muy pictórica y muy plástica. A través de las acotaciones hablas de la luz de los tejados, cómo se ven los reflejos en el agua... Te imaginas un cuadro de colores muy particulares...

Yo tengo una hermana que es pintora. Y siempre desde pequeño he visto a mi hermana pintar. Empezamos a pintar juntos en la Universidad Popular de Jaén, pero yo era un desastre absoluto, y ella siguió en la Escuela de Artes y Oficios. Y sí, la obra guarda relación con una serie de cuadros que ella tiene de tsunamis barrocos contemporáneos, donde mezcla lo natural con lo urbano; la idea de la naturaleza invadiendo el espacio cotidiano. De alguna manera hay una unión, una relación directa entre ambas expresiones, o tal vez hay algo educacional, o nos hemos influido mutuamente...

Y ya para acabar, ¿alguna función de teatro infantil que te haya marcado especialmente?

Me vienen a la cabeza muchos flashes de imágenes de montajes que vi de niño, aunque no fueran infantiles, sino teatro para adultos, y trataran temas fuertes. Por ejemplo, Rosa Díaz, antes de crear La Rous vino a Jaén con un montaje de Laví e Bel, Paradiso, en el que ella hacía de un niño que estaba muerto, y se convertía en ángel, y estaba en una estación de tren antigua, como en una Europa decadente, era muy bonito, y recuerdo que supuso una apertura mental, fue un hito para mí, de decir, ¡hala!, qué cosas se pueden hacer... También la compañía Espejo Negro, con un cabaret muy muy salvaje, muy grotesco..., y eso lo vi con trece años. He visto muchísimo teatro de niño.

BIO

Paco Gámez (Úbeda, Jaén, 1982) es Licenciado en Filología Inglesa por la Universidad de Jaén y en Interpretación Textual por la Escuela Superior de Arte Dramático de Sevilla. Amplía su formación actoral con maestros como José Carlos Plaza, Fernando Sansegundo, Juan Carlos Sánchez, Will Keen, Ernesto Arias, Sergi Belbel, Vicente Fuentes, Andrés Lima, Carlos Be o María Velasco.
Recibe el VI Premio Jesús Domínguez por su texto Autos (A road play), publicado en la revista Primer Acto. Recientemente ha publicado Chapman (∞ x 0) dentro del programa de Creación de Nuevas Dramaturgias del INAEM. El Hombre en Llamas fue Premio Letras Hispánicas de la Universidad de Sevilla, y posteriormente publicado y estrenado bajo la dirección Alfonso Zurro. Publica también el poemario La Rompedura tras ganar el Premio de Escritores Nóveles de la Diputación de Jaén.
Su texto Nana en el Tejado ha sido recientemente galardonado con el XVII Premio SGAE de Teatro Infantil, y será publicado este año en la serie de Teatro Infantil y Juvenil Sopa de Libros, que el grupo editorial Anaya coedita con la Fundación SGAE.

sábado, 17 de diciembre de 2016

Paco Gámez y Mª José Frías conquistan el Premio SGAE de Teatro Infantil y el Nacional de Artes Escénicas para la Infancia respectivamente

Despedimos el año 2016 con la resolución de dos importantes premios de teatro infantil: el Premio Nacional de Artes Escénicas para la Infancia, que fue concedido a principios de diciembre a la titiritera María José Frías, y el Premio SGAE de Teatro Infantil, que acaba de fallarse y ha recaído en el joven dramaturgo jiennense Paco Gámez, por su obra Nana en el tejado. Ambos galardones evidencian la riqueza y el ímpetu actuales de la dramaturgia y la creación escénica orientadas a la infancia y la juventud en nuestro país.

Paco Gámez, Premio SGAE de Teatro Infantil 2016

El actor, director y dramaturgo Paco Gámez (Úbeda/Jaén, 1982) ha ganado el XVII Premio SGAE de Teatro Infantil, que convoca anualmente la Fundación SGAE, por su obra Nana en el tejado. El texto narra la aventura de Nana, una pequeña que tras sufrir una inundación en su pueblo debe dormir en el tejado de su casa. Allí conocerá a otros personajes que la harán compañía: se hará amiga de un niño que está en un árbol, vendrá un helicóptero de rescate, conocerá a una tortuga, hablará con sus padres que están dentro de la casa, bajo el agua, y visitará a una anciana que se niega a abandonar su hogar. El autor utiliza un juego de perspectivas para reivindicar el poder de la imaginación de los niños, capaces de mantener un pensamiento positivo “en un mundo que parece hundirse”.

Paco Gámez, ganador del Premio SGAE de Teatro Infantil 2016

Para Gámez esta obra supone su primera inmersión como autor en el género: “Hay pocos concursos dedicados al teatro infantil y por eso la alegría de recibir este premio es doble. Por un lado, da respuesta a mis incertidumbres como escritor, conecta algo que estaba enraizado en mí y escondido en un cajón con el mundo. Por otro, me da hasta vértigo, yo soy un recién llegado a la escritura para niños”, señala.

El texto será publicado el año próximo en la serie de Teatro Infantil y Juvenil Sopa de Libros, que el grupo editorial Anaya coedita con la Fundación SGAE.
Otras de sus obras más destacadas son Autos (A road play), publicado en la revista Primer Acto y con el que conquistó el VI Premio Jesús Domínguez; Chapman (∞ x 0), publicado dentro del programa de Creación de Nuevas Dramaturgias del INAEM, y El Hombre en Llamas, Premio Letras Hispánicas de la Universidad de Sevilla, y posteriormente publicado y estrenado bajo la dirección Alfonso Zurro.

La Fundación SGAE convoca este galardón desde hace 16 años con el propósito de impulsar y apoyar la creación de nuevos textos dramáticos dirigidos a niños que, tanto por la buena calidad y originalidad de sus diálogos, como por su visión escénica, contribuyen al progreso del panorama teatral orientado a público infantil. En los últimos años el premio ha reconocido a Itziar Pascual, Rodrigo Muñoz, Luis Matilla, Mariano Lloret, o Gracia Morales.

María José Frías, Premio Nacional de Artes Escénicas para la Infancia 2016

María José Frías, creadora de la compañía Títeres de María Parrato, ha sido galardonada recientemente con el Premio Nacional de Artes Escénicas para la Infancia y la Juventud 2016 por su "delicada poética en la creación de mundos escénicos que dialogan a la par con el niño y el adulto", así como "por su sensibilidad en la invención de universos estéticos poblados de objetos que cobran vida".

Imagen del espectáculo ‘Ping’. Fotografía de Borja Frías

Licenciada en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, María José Frías creó en 1981 en Cabezuela (Segovia) la Compañía Kiriki, que posteriormente, en 1997, pasó a llamarse Títeres de María Parrato, con la que lleva más de quince años recorriendo los escenarios nacionales e internacionales con espectáculos como Las andanzas de Pepitín, Hace muchas lunas, Canción de Navidad, No te asuste mi nombre, Ping, el pájaro que no sabía volar, o Palabras de Caramelo. Su espectáculo más reciente es la adaptación de la obra de Ernest Hemingway El viejo y el mar.

Sus montajes han recibido otros importantes reconocimientos, como el mejor espectáculo en Teatralia, en FETEN, el MAX al mejor espectáculo infantil… Aun así, Frías asegura "no tener palabras" por este galardón que es como "una mantita para el invierno", ya que "en este momento duro para los artistas", los 30.000 euros con los que está dotado el premio "dan un poco de seguridad".
Más allá de las condecoraciones, los Títeres de María Parrato se mantienen firmes en su filosofía, en una manera de hacer y de entender el teatro:

“Queremos seguir jugando.
Parece que cuando dejas de crecer ya no se juega.
Ya hemos crecido pero es que queremos seguir jugando.
A lo mejor hay una forma de crecer que no se ve...
A lo mejor se puede crecer hacia dentro…
Quisiéramos tener toda la vida para jugar. Aunque somos adultos
tenemos esa necesidad de ser libres”.

En las ediciones anteriores el Premio ha sido concedido a las compañías Los Titiriteros de Binéfar (2009),  Aracaladanza (2010), La Rous Teatro (2011), Teatro Paraíso (2012), Máquina Teatral Teloncillo S.L. (2013), Compañía Títeres Etcétera (2014) y Ultramarinos de Lucas (2015).

lunes, 17 de octubre de 2016

Itziar Pascual: "En el teatro para niños hay una transgresión estética, poética, ideológica..., que no encontramos en el teatro para adultos"

Itziar Pascual es introvertida, calmada, tiene una voz fina que recuerda a algún personaje de un bosque de cuento, transmite ternura y habla con la claridad de quien lleva toda su vida contando historias a través y alrededor del teatro (es periodista, profesora de Dramaturgia en la RESAD, investigadora, y autora de una treintena de obras). En el Día internacional de las mujeres escritoras, compartimos un café con ella para hablar de su visión sobre el panorama actual del teatro infantil, y de su trayectoria como creadora especializada en el género.

En España hay cuatro premios fundamentales de teatro para niños: el Premio SGAE, el Premio ASSITEJ, el Premio de la Escuela Navarra de Teatro (uno de los más veteranos), y el Premio Barahona de Soto. Itziar Pascual los ha ganado todos. El último, el Premio SGAE 2015, con La vida de los salmones, una historia en femenino sobre la cultura del cuidado, la importancia de la tradición oral y de cantar nanas a nuestros niños, que acaba de ser publicada por la editorial Anaya. En breve se hará una lectura dramatizada de la obra en la Sala Berlanga de Madrid. Además, el pasado 7 de octubre se estrenó en Lucena (Córdoba) su poema dramático Ainhara.

La maternidad actúa a menudo como motor de emprendimiento, ¿fue tu caso? ¿Cómo surgió tu interés por el teatro infantil, hubo algún detonante?

No fue el motor principal inicialmente, porque hubo dos acontecimientos que yo creo que fueron epifánicos, pero sí es verdad que la maternidad influyó después, en el horizonte como espectadora, en mi práctica personal y en mi vida cotidiana. Y esos dos acontecimientos fueron: escribir una obra en la que yo no pensé inicialmente en un público infantil como potencial, pero ocurrió que los niños se apropiaron de esa obra, lo cual me parece un territorio muy interesante. La escritura para niños no necesariamente es la escritura concebida expresamente para ellos; la Historia está llena de ejemplos de escritores y de obras, como Dickens, Stevenson, Julio Verne, Poe..., que no pensaban que estaban escribiendo para niños. Esto me pasó con una obra que se llama Miauless, que se sigue representando, y está teniendo mucha vida.
A partir de ahí sí que tuve el deseo de escribir por primera vez para niños: mi obra Mascando ortigas, ganó el Premio ASSITEJ en 2005, y esa fue realmente una oportunidad maravillosa que me dio la vida, porque me permitió publicarla en ASSITEJ, participar en FETEN, y además, y sobre todo, conocer a una persona imprescindible en mi modo de entender el teatro para niños, que es Suzanne Lebeau.
La dramaturga Itziar Pascual

Cuando estás trabajando en una obra, ¿piensas en que los niños la lean, la interpreten, la vean representada...?

Ahora ya sí. Hay una etapa muy intuitiva al principio en la escritura de teatro para niños, donde trabajas sobre todo con cuestiones como tu propia noción de infancia, tu bagaje personal, tu relación con niñas y niños cercanos, tus recuerdos de vivencia infantil..., pero hay otro momento, en que, sin negar esos aportes, se abre a un trabajo más consciente de todas las singularidades que tiene el crecimiento de una persona entre 0 y 17 años. No es igual un bebé, que un niño de primaria, que un niño de infantil, que un chico o una chica de la ESO, por decirlo con categorías educativas. Ni su imaginario es el mismo, ni su relación con la lecto-escritura es la misma, y por tanto con lo social, con la comunicación, con el lenguaje, con la acción...

Sucede muchas veces que, cuando acudimos a la cartelera de espectáculos infantiles, encontramos esa coletilla recurrente, “para niños de 0 a 99 años", que genera cierta confusión, ¿no crees que las obras de teatro infantil deberían estar mejor categorizadas?

Sí, estamos en un totum revolutum, pero eso es así por varias razones. La primera, porque aunque tú defines un horizonte ideal de espectador..., por ejemplo, de 8 años, ese espectador de 8 años tiene hermanos, mayores y menores, y la práctica del teatro en familia no es exclusiva, es decir, van los hermanos, van los adultos que acompañan..., porque -no lo olvidemos-, el niño es un espectador mediatizado. Cuando un niño va al teatro siempre es porque previamente un adulto lo ha decidido.  Y ese adulto puede ser madre, padre, familia extensa, profesor, institución, programador... Esto hace que efectivamente ese 'horizonte ideal' sea muy difícil de cumplir, por las familias, por los colegios, y por las compañías también.
Por otro lado, cuando hablamos de esa hipotética condición de 0 a 99, podríamos entender que se habla de teatro para público familiar, lo cual es un concepto distinto, es decir, un espectáculo que aspira a ser útil, poético o emotivo a la vez para un adulto y para un niño; que ambos puedan compartir una experiencia con distintas capas de lectura o niveles de sentido... Esa exigencia significa ser capaz de generar lenguajes teatrales coherentes para públicos distintos, lo cual no siempre se da, y además supone un enorme compromiso y desafío para los artistas. Esto, frente a teatro exclusivamente para niños, donde por muy comprometida que sea la manera en que los padres van al teatro, el adulto es el 'convidado de piedra'. Creo que son ligas distintas, y esa información es buena que el público la tenga.

¿Compaginas la escritura para niños y la de adultos, o ahora estás más volcada en la primera?

Trabajo para públicos diferentes, pero es verdad que ha venido una etapa de muchas oportunidades  y de muy buenas noticias en el teatro para niños. Ganar en 2015 los tres premios que me faltaban (de los cuatro principales que hay en lengua castellana) fue una puesta en valor y una experiencia maravillosa, y además tuve la enorme suerte de poder colaborar con La Rous en su último espectáculo, Hilos, que obtuvo el Premio FETEN a la mejor dramaturgia compartida en esta creación. 2015, y ahora 2016, han sido unos años muy prolijos y muy bonitos, y estoy muy contenta.

Portada de La vida de los salmones

Da la sensación de que la literatura dramática infantil es una gran desconocida, ¿sigue siendo tan importante para los autores ganar un premio que sirva de lanzadera? 

Por supuesto que los premios siempre son un respaldo, son la oportunidad de acceder a una edición de calidad. Por ejemplo, ASSITEJ es una entidad que cuida muchísimo la edición; además ha generado todo un trabajo de colaboración con la Biblioteca virtual Miguel de Cervantes para difundir sus fondos, lo que supone llegar a lectores a los que no llegaríamos de otra manera. El Premio SGAE tiene una edición de Anaya, con trabajos de ilustración maravillosos... Cuidar la edición del libro teatral, presentarlo y distribuirlo bien es fundamental. Y hay premios (como el de la Escuela Navarra de Teatro, o el Premio Barahona de Soto), que implican estreno, y luego permanecen en campaña escolar, lo que es realmente importante, porque los textos tienen que moverse, ser visibles, tienen que llegar a las compañías, llegar al público.

Aparte de los premios, ¿qué cauces crees que serían necesarios para que estos trabajos salieran más a la luz, encontraran otras vías de difusión...?

Hay que conseguir que el teatro para niños esté dentro del movimiento general de la literatura para niños. La poesía ya lo está logrando, y en cambio en el área del teatro para niños, el acceso a fondos en las librerías de las ciudades es muy pequeño, muy sobrio. Hay mucha tarea por hacer, pero también hay que poner en valor todas las dinámicas que ya se están llevando a cabo. Por ejemplo, El Salón internacional del libro teatral realiza lecturas dramatizadas de teatro infantil con entrada gratuita. Cada vez más, las librerías están haciendo presentaciones de libros de teatro en sus sedes. La Fundación SGAE organiza ciclos de teatro infantil a través de la Sala Berlanga. Muchas veces nos falta el conocimiento de lo que ya se hace.

Parece que no se acaba de superar la idea de que el teatro infantil es un género menor...

Es muy importante negar el tópico viejo que no se corresponde con la realidad teatral española. En 10-15 años se ha producido una verdadera revolución artística en el teatro para niños. Hay compañías de altísimo nivel; hay propuestas de una transgresión estética, poética, ideológica..., que a veces no encontramos en el teatro para adultos. El teatro para niños tiene público, tiene salas, tiene ferias, tiene circuitos, tiene festivales internacionales..., luego hay todo un sector de creación relevante.
Suzanne Lebeau ha sido para mí una persona capital para comprender que no hablamos en modo alguno de un género menor, sino a veces de una hermenéutica menor, de un prejuicio instalado, de un punto de vista de algunos adultos sobre un determinado teatro para niños. O la perspectiva del teatro para niños como un medio, y no como un fin en sí mismo. Hay propuestas con un valor extraordinario, y a todo ese trabajo es muy importante darle las condiciones materiales y económicas adecuadas para que se desarrolle. Por ejemplo, en el mundo del teatro para niños pasa que los impuestos son los mismos, pero el precio de las localidades o el caché de las compañías es inferior. Ahí hay una dificultad inherente que es el resultado de ese prejuicio: como es 'menor', los artistas tienen que cobrar menos..., pero los artistas del teatro para niños pagan los mismos impuestos que las compañías que trabajan para adultos. Hace falta una dignificación de este trabajo, una reflexión sobre el papel que queremos que el arte tenga para las edades tempranas.

Ensayo Suzanne Lebeau: Las huellas de la esperanza

A menudo son las propias compañías las que ofrecen propuestas poco exigentes, con recursos mínimos. De manera que con una nariz de payaso, una canción y unos globos, la función ya tiene apariencia de "infantil"...

Es totalmente respetable una animación sociocultural, o una práctica de dinamización de un grupo..., pero es muy importante saber cuándo estamos haciendo teatro para niños con el propósito de generar una experiencia artística, o estamos convirtiendo el teatro en un medio para incluir áreas curriculares de según qué asignaturas, o generar unos ingresos que permitan después hacer una producción  para adultos. Ahí es donde la reflexión de si el teatro para niños es medio o fin procede hacérsela a las compañías, preguntarles: ¿cuál es tu relación con lo infantil?, ¿es porque confías en lo que haces, lo que quieres hacer merece la pena, o es porque estás pensando en el carácter subsidiario del teatro infantil? La diferencia es transparente cuando asistes al teatro como espectador. No tiene nada que ver un tipo de teatralidad que lo que pretende es conseguir un número determinado de funciones, dentro del concepto de campaña escolar, porque hay unos temas que son de preferencia educativa y hay una serie de contenidos curriculares que se quieren integrar, a decir: el teatro es un fin en sí mismo. El arte, la poesía, no tienen una finalidad didáctica; lo didáctico, si está, es porque a una persona le mueve emociones y le transforma ver una obra. Esta es nuestra batalla.

Al hilo de las temáticas que priman en las obras infantiles, y volviendo a tu faceta como autora, ¿cuáles son los temas que abordas en tu obra para niños?, ¿hay asuntos recurrentes que sueles tratar?

Cada obra pretende tener un desafío nuevo, una tarea y un aprendizaje; para mí es muy importante que cada obra me obligue a desprenderme de lo que había aprendido en la anterior y a ponerme ante la duda de no saber cómo enfrentar la siguiente. No creo que haya unos temas recurrentes como tales, aunque sí puede haber leit motivs o atmósferas... En este momento me mueve la exploración de temáticas. Un rasgo de la literatura para niños es que hoy el concepto de tabú nos hace preguntas a los artistas sobre lo prohibido, lo limitado, qué se puede y qué no se puede contar a los niños. Creo que no hay temas vedados, sino que la tarea es encontrar los modos de afrontar y comunicar temas totalmente diversos. Me interesa mucho la relación entre la belleza y el humor, los límites entre lo poético y lo dramático, la relación entre lo vivencial, lo cotidiano, lo pequeño, y lo colectivo; lo político, en el sentido de ciudad en la que adultos y niños vivimos, qué concepto de organización colectiva nos damos. Y luego hay cuestiones que tienen que ver con la memoria, con la soledad, y con la esperanza. La noción de esperanza es fundamental en el teatro para niños. Eurípides nos recuerda, después de escribir una obra como Las Troyanas, que hace 25 siglos que el teatro resiste. 


Ilustración de Beatriz Castro para La vida de los salmones

Acaba de ver la luz tu obra La vida de los salmones, galardonada con el Premio SGAE 2015, cuéntanos cómo fue el proceso creativo...

La vida de los salmones es una obra con tres personajes femeninos: una niña, una bailarina, y una mujer con la que cada noche se reúnen en la habitación de los sueños para cantar nanas, contar cuentos... Es una historia que tiene que ver con el cuidado; qué significa cuidar y ser cuidado, pero no se plantea en términos de relación madre/hija, de hecho el concepto de madre no aparece en ningún momento de la obra. En una sociedad de la prisa y de la urgencia, tiene vital importancia seguir preservando la oralidad, el canto de las nanas (que hoy estamos convencidos de que son una creación femenina). Reflexionar sobre lo importante que es la cultura del cuidado, la tarea de dar confianza, acunar, cuidar, proteger a nuestros niños. Cuando se siembra, la cultura del cuidado crece, se hace recíproca y se dirige hacia más caminos. Aletea en La vida de los salmones la convicción de que no somos guisantes, sino que todos estamos en relación con alguien que nos cuidó, que se desveló por nosotros, que no durmió, que se tapó las ojeras..., y ese alguien en un altísimo porcentaje fueron mujeres.

Ilustración de Beatriz Castro para La vida de los salmones

Fuiste fundadora de la Asociación de Mujeres de las Artes Escénicas de Madrid (AMAEM Marías Guerreras), ¿qué mensajes transmite el teatro a las niñas de hoy?

Me interesa mucho ampliar el horizonte de los personajes femeninos, y en el teatro para niños especialmente; todo lo que tiene que ver con dotarlos de complejidad, de acción, de capacidad metamórfica, de progresión, de tensión... Es muy importante que nuestras niñas tengan ejemplos, oportunidades, imaginarios que contesten y re-signifiquen la estrechez de determinados roles. Hay que plantearse qué tipo de ficciones ofrecemos, qué función tienen los personajes, qué dices en lo que dices; si estamos repitiendo a nuestras niñas el viejo corsé... Me parece muy importante que tengan conciencia, libertad, que sean lo más piratas posibles.

¿Qué te aportan tus hijas como escritora?

Mis hijas me construyen y me aportan muchas cosas; ponen en duda eso de "lo que un niño entiende o no entiende". Muchas veces ocurre que el adulto tiene una especie de conceptualización de lo que es la infancia, y suele haber una idea de la infancia como paraíso, como un territorio idílico; se ha borrado la propia vivencia, la propia memoria interna, y se ha dulcificado e idealizado la infancia, cuando la experiencia de un niño está llena de intensidad, crisis, conflictos, anhelos, luchas, tristezas... Es muy importante también ser conscientes como creadores de teatro para niños de que tenemos esa labor de reeducar a los adultos.

¿Podrías destacar algunas compañías, que, en tu opinión, están haciendo actualmente un trabajo comprometido y de calidad hacia la infancia y la juventud?

Para mí hay una serie de compañías en el teatro y en la danza de este país que son ejemplares y que hay que ponerlas en primer lugar. Voy a citar a Karlik y a La Rous porque lo he vivido en primera persona al haber trabajado con ellos, pero daría la misma fe como mera espectadora, porque realmente hay un compromiso, una exigencia artística y poética que es emocionante. Una niña, de La Rous, habla del abandono infantil, y lo hace con belleza, con amor, con esperanza. Karlik: hacer la vida de Frida Khalo para niños, y que sea un espectáculo lleno de poesía, de elegancia, de imaginación... Ultramarinos de Lucas, son una compañía modelo en su técnica teatral, en su manera de tratar los cuentos de la tradición popular, en la apertura temática; no creo que haya muchas compañías que puedan decir que han hablado del acoso escolar como lo han hecho ellos, con la poesía y la emoción de Juul, que para mí es un espectáculo epifánico. Marie de Jongh (ganadora este año del Premio FETEN por Amour), está haciendo un trabajo extraordinario. Teatro Paraíso, por supuesto. Y qué decir de Aracaladanza, una compañía ejemplar en el trabajo poético y expresivo en la danza para edades tempranas. No cae del cielo una gira como la que están haciendo ellos por toda Asia... En fin, hay mucha gente maravillosa que está haciendo cosas increíbles, y por eso es importante evidenciar que estamos en un territorio de una altura artística de primer rango, que España tiene unos creadores de altísimo nivel, que de hecho están mostrando sus montajes fuera. Ese es el resultado de mucho trabajo, de mucho rigor, y de un entrenamiento físico muy serio.

Cartel de Ainhara (poema dramático)

¿Estás de acuerdo con ese dicho que afirma que los niños son el público más exigente?

Sí, porque es un público que no tiene ningún deber de ser correcto, que expresa con plena sinceridad lo que le pasa, que percibe perfectamente cuándo no le están tratando con la altura poética y ética que le toca. Es un público que no se siente cautivo, y que va a tener una relación sincera con lo que acontece en escena.

¿Qué elementos consideras fundamentales para que funcione un espectáculo con los niños, para llegar a tocarles?

Hay muchos caminos distintos, pero yo destacaría el principio de coherencia; es decir, no prometer a los niños-espectadores cosas que luego no les das, como por ejemplo una participación que luego le impides. Y hablaría de rigor, de trabajar con verdad lo que estás contando.


Últimas obras con premio de Itziar Pascual:

La vida de los salmones, Premio SGAE 2015. Ed. Anaya.
Aire de vainilla, Premio de la Escuela Navarra de Teatro 2015.
Ainhara, Premio Barahona de Soto ciudad de Lucena 2015.
Mascando ortigas, Premio ASSITEJ España de Teatro para la Infancia y la Juventud 2005. Ed. Assitej.

domingo, 18 de septiembre de 2016

Aún hay tiempo para presentar originales al XIX Premio ASSITEJ-España de Teatro para la Infancia y la Juventud

La Asociación de Teatro para la Infancia y la Juventud ASSITEJ·España, con el fin de estimular y suscitar un mayor interés por un teatro de calidad, ha convocado el XIX Premio ASSITEJ·España de Teatro para la Infancia y la Juventud.

El plazo de recepción de originales está abierto hasta el 30 de octubre de 2016 y se pueden presentar autores y autoras de cualquier nacionalidad siempre que los textos sean en castellano.

La dotación económica es de 2.500 euros y, a opción del premiado y de ASSITEJ, la obra ganadora se podrá publicar en la Colección Teatro ASSITEJ-ESPAÑA. Los escritores y dramaturgos interesados en participar pueden acceder a las bases de la convocatoria aquí.

Ilustración de Mª Luisa Melendo

Se trata de uno de los premios más antiguos de España (su primera edición data de 1968), que se concede bienalmente en años impares a una obra inédita.

El Jurado está integrado por miembros de la Junta Directiva de ASSITEJ-ESPAÑA y por otros profesionales relacionados con el sector teatral y literario.

Qué es ASSITEJ-España

ASSITEJ-España es una asociación cultural cuya misión es promover el desarrollo del teatro para la infancia y la juventud en España. Forma parte de una red internacional que une a miles de teatros, organizaciones e individuos en más de 80 países. En 2015 se cumplieron 50 años de su fundación.

A través de su web, ASSITEJ ofrece abundante información, material teórico y textos teatrales orientados a niñas y niños. La biblioteca física de ASSITEJ se encuentra ubicada en la Casa del Lector de Matadero Madrid (Paseo de la Chopera, 10).

ASSITEJ-España ocupa una de las vocalías del Comité Ejecutivo del Consejo Estatal de las Artes Escénicas y de la Música, organismo asesor del INAEM del Ministerio de Cultura.

El pasado día 10 de septiembre la Asociación recibió, junto con UNIMA España y TE-VEO, el premio “Pelegrín de Plata”, que otorga el Teatro Arbolé de Zaragoza, un reconocimiento que se concede a personas, compañías e instituciones que en sus respectivos ámbitos apoyan el teatro para niñas y niños.

XVII Premio SGAE de Teatro Infantil 2016

Otro importante concurso de textos teatrales infantiles, el que convoca la Fundación SGAE, cerró su convocatoria el pasado 30 de mayo y está previsto que se falle antes de que finalice este año.