viernes, 24 de enero de 2020

Taslima, Caperucita roja de Bangladesh: volver a la esencia para contar el cuento

No a todos los niños les cuentan cuentos de hadas. Depende de en qué país, ciudad, o realidad vivan, el cuento cotidiano transcurre menos feliz. Había una vez una niña, conocida como Taslima, Caperucita roja de Bangladesh, alumbrada por Colectivo Ópalo, que por discreta, humilde y pequeñita podía pasar desapercibida en la cartelera... Después de hacer temporada en el Teatro Lagrada, el verano pasado fue finalista del Certamen Barroco Infantil del Festival de Almagro, ganó del II Certamen Nacional de Artes Escénicas de los Teatros Luchana, y este enero ha recalado en el renovado Galileo. Se trata de una obra formalmente muy sencilla, pero fuera de lo común, que invita a un viaje iniciático con Caperucita como pretexto para contar una historia mucho más original, con un trasfondo de denuncia social y desde un universo poético personalísimo.

Un momento de Taslima, Caperucita roja de Bangladesh
Taslima es una niña costurera, cose día y noche, noche y día, hasta que un día se queda enredada en el hilo rojo del forro polar que tejen sus manos. Y enredada y más enredada..., se golpea contra la puerta de la fábrica, ¡y la puerta se abre! Taslima respira y ve el bosque ante sus pies. ¿A dónde ir? Entre tanto trabajo, Taslima ha olvidado todos los caminos, pero lo que sí recuerda es que nunca ha visto el mar... ¡y su abuelita vive al lado del mar! Una respiración muy honda, dos, tres..., ¡ahora sus pies vuelan! Taslima deja atrás la fábrica -donde el lobo feroz es el jefe explotador- y se sumerge en el bosque para llegar hasta la casa de su abuelita, caminando hacia el mar, bosque a través...

Este curioso argumento augura una ceremonia plagada de sugerencias en la que nos guían con  delicada entrega Flavia Turci y María Cantero, formadas en teatro físico y danza contemporánea, miembros del Colectivo Ópalo. La agrupación nació en 2015 como iniciativa profesional para reunir a distintos artistas provenientes del teatro, las artes plásticas, la danza o el circo, con la técnica de crear de manera colectiva y artesanal tanto el texto, como la escenografía o los títeres. Nos cuentan las actrices que a través de la investigación fueron enrolándose en el trabajo objetual y la animación de la materia hasta concebir esta revisión de Caperucita, tejida con mimbres rudimentarios en un intento por dejar traslucir la belleza que reside en materiales pobres y esenciales.

Y efectivamente, lo primero que llama la atención es el esquematismo de la pieza, con decorados de cartón y tela, y un personaje central apenas figurado en tres trazos de alambre y papel, portado con gracilidad de movimientos, dulce voz y tierna afección por María Cantero, cuya mímesis con la muñeca no deja de asombrarnos, ¡cómo logra que la veamos tan linda...!

Un momento de Taslima, Caperucita roja de Bangladesh

El texto, plagado de imágenes poéticas, interpela constantemente al público, llevándole a evocar y componer mentalmente los matices de una historia en la que los pequeños espectadores participan con frescura, obligando a las actrices a una escucha activa y al reto de la improvisación, como en el sendero de recuerdos que los niños van construyendo al compartirlos de viva voz, y que ilumina la andadura de Caperucita... En su huida de la fábrica de trabajos forzosos, la protagonista debe atravesar un bosque lleno de incertidumbres para vencer sus miedos, y se va encontrando con compañeros de viaje de lo más variopinto, como la abuelita Garbanza (hallazgo genial), luciérnagas mensajeras, una flor que se deshoja, o los habitantes del Pueblo de Nadas, donde cada cual sólo hace lo que le corresponde hacer, sin salirse de lo previsto. Pero Caperucita conseguirá que un boxeador con guantes de plastilina, convencido de que sólo sabe luchar y golpear, acabe aprendiendo a bailar.


Un momento de Taslima, Caperucita roja de Bangladesh

En el bosque el río baila coloreado con los tintes de la fábrica, 
se oye el ruido de los tigres de Bengala, 
hay caminos sembrados de luciérnagas, 
sombras que hablan, 
campos abiertos donde las nubes cobran formas extraordinarias

Toda la acción está impregnada de una estilización gestual armonizada más allá de lo coreográfico, encantamiento al que suma la música original compuesta por Diego Torres y Yerik Nuñez, que envuelve la historia de un tono intimista y mágico.
Hay mucho sentido artístico, un gran empeño en el trabajo con sombras, y un concepto de esencialidad en la narración oral y en la puesta en escena que supera la rusticidad de los elementos que se utilizan. Sin duda una Caperucita excepcional que merece continuar su viaje en otras salas, de la mano de muchos niños.

Taslima, Caperucita roja de Bangladesh

Producción: Colectivo Ópalo
Creación: María Cantero y Flavia Turci
Reparto: María Cantero y Flavia Turci
Lugar: Teatro Galileo
c/ Galileo, 39, Madrid
Funciones:
25 y 26 de enero a las 16:30 h.
Duración: 65 minutos
Edad recomendada: De 3 a 12 años

jueves, 23 de enero de 2020

Boom del teatro documental en la reapertura del Galileo con la triple Fiesta de Lucía Miranda

Nos invitan a la Fiesta que The Cross Border Proyect ha montado en el Teatro Galileo, gozadera escénica que es ya un runrún, y nos encontramos con que la fiesta es triple: se extiende al patio de butacas y prosigue después en las aulas y en las casas familiares ampliando los espacios de debate y celebración. Fiesta, Fiesta, Fiesta trenza las historias de los siete magníficos, -un grupo de estudiantes de tercero de la ESO de un instituto español- e ilumina sus mundos con el propósito de dar poder y visibilidad a chavales que raras veces son protagonistas de las ficciones que consume el  gran público. Una apuesta de teatro documental verbatim, (confeccionado a partir de entrevistas a personas reales) que fue finalista a mejor autoría de los XXII Premios Max, servida por un reparto coral y ardoroso que provoca el entusiasmo en cada sala que la acoge. Anoten esta etiqueta: #YoSoyDe... el buen teatro para todos los públicos.

Un momento de Fiesta, fiesta, fiesta, de The Cross Border Proyect
Cuando se empieza a correr la voz del "no te lo pierdas" enseguida pica la curiosidad a los teatreros y poco a poco ésta crece en círculos concéntricos: mucho público en familia y procedente de la comunidad educativa llenaba las gradas del Teatro Galileo, al saberse una propuesta concebida y enfocada desde y hacia el mundo adolescente (se admite el pase a la Fiesta a partir de trece años)
La compañía fundada por Lucía Miranda, The Cross Border Project, tejedora de proyectos teatrales-educativos, lleva girando este trabajo desde 2016. Ya se presentó en Madrid en el Teatro Español agotando localidades, y va camino de lograr lo mismo en el Galileo, espacio municipal cuya reapertura festejamos, que aspira a convertirse en estandarte del teatro para público juvenil en la capital, así como en vivero de dramaturgias contemporáneas, como ocurre en otras ciudades. Juan Jiménez, director de los Luchana, ha tomado recientemente el mando de la sala de máquinas, y los estrenos programados en este arranque del año auguran ya una temporada prometedora.

Un momento de Fiesta, fiesta, fiesta, de The Cross Border Proyect
La dramaturga, directora y arteducadora Lucía Miranda, becada por el INAEM para crear Fiesta, fiesta fiesta dentro del V Programa de dramaturgias actuales recogió -grabadora en mano- los testimonios de casi cuarenta personas de un instituto público de secundaria: alumnos, profesores, madres y personal no docente. Después ordenó todo ese material vasto y complejo con lucidez quirúrgica hasta dotarlo de nexos y capilaridad. El resultado es una obra de hondo calado social, que estalla en  los escenarios en un momento de pleno auge del teatro documental en España, y que demuestra que hay nuevas y muy honestas formas de levantar un montaje desde cero.

Más de tres motivos de alegría para acudir a verla


Porque rebosa humanidad al retratar a personas reales, no a personajes verosímiles, a quienes todos reconocemos, y a los que se acaba cogiendo cariño: los estudiantes Nate, Kamila, Farah, Mustafá, Hugo, Ionut, Xirou y la entrañable conserje que es como la mami de todos ellos, Alma del instituto, que acabará siendo presa de las injusticias burrocráticas de la Administración.
Por la visión crítica hacia el tinglado de cuerda floja en que se sustenta el sistema educativo español.
Porque contrasta sensibilidades, disecciona estereotipos, transmite, emociona, y pone luz sobre conflictos que son el día a día de los chavales en sus clases: los ligues interraciales frente a los casamientos concertados, los anhelos que se topan con la imposición familiar, la marginalidad, ser pobre hasta pasar hambre, la polémica inagotable del velo de las chicas musulmanas, el mestizaje cultural y los otros conceptos de patria. Todo un torrente de ideas conducido con sagacidad y mesura.
Por la creatividad para encontrar acciones, potenciar la empatía, trascendiendo los dramas personales y entreviendo en sus resquicios la comedia. No se puede contar de forma más idónea que con sombras chinescas la cotidianidad de una jornada de trabajo en un restaurante chino. También ensombrecida, la chica a la que sus padres no permiten tocar la viola nos estremece. 

Aún más: por la seguridad y la convicción sobre la oportunidad del proyecto que la autora imprime a su creación, a todo el equipo, y que traspasa a los espectadores activando su receptividad gracias a los muy enjundiosos coloquios post-función. Hasta el punto de que la propia génesis del proyecto, el cómo se hizo, resulta tan relevante como el qué se hace en escena, arrojando fuerza, verdad, identidad.  
Y ritmo, ritmo, ritmo, para esta Fiesta, fiesta, fiesta.

Un momento de Fiesta, fiesta, fiesta, de The Cross Border Proyect
Que los actores se desplieguen en varios personajes no supone novedad; sí lo es que todos ellos lo hagan con tal afinación corporal, vocal y emocional, valiéndose apenas de un atributo físico -capucha, pañuelo, gafas...- para cada composición, y trabajando el humor sin llegar a la caricatura. No hay fisuras en un elenco que se encuentra en estado de alerta permanente y desbordante de energía, con la dificultad de sostener un texto articulado en buena parte en monólogos, raíz transcrita de las fuentes de manera literal. 
Habrá que estar muy atentos al nuevo proyecto en el que están trabajando, Generación Global, un laboratorio de creación escénica con jóvenes de entre 14 y 18 años de distintos orígenes, con especial atención a migrantes y refugiados, que se presentará en junio en Conde Duque.

Fiesta, fiesta, fiesta

Producción: The cross border proyect
Dirección y dramaturgia: Lucía Miranda
Reparto: Anahí Beholi, Huichi Chiu, Saturna Barrios, Ángel Perabá, Efraín Rodríguez
Escenografía: Javier Burgos
Coreografías: Ángel Perabá
Lugar: Teatro Galileo
c/ Galileo, 39, Madrid
Funciones:
23, 24 y 25 de enero a las 20:30 h.
Duración: 100 minutos
Edad recomendada: A partir de 13 años

viernes, 17 de enero de 2020

La increíble historia de Juan Latino, nueva coproducción de Claroscvro con el Teatro de la Zarzuela

Poner cuidado. Atender y mimar cada detalle en todos los aspectos de la representación escénica, con la convicción de que la belleza es el vehículo perfecto para amar el Arte. Ése es el afán y el don de la compañía hispano-canadiense afincada en Granada Claroscvro Teatro, que sabe contar historias como pocas. Su coqueteo con el Teatro de la Zarzuela -iniciado hace dos años con Perdida en el Bosco- es ya un auténtico romance celebrado por grupos de escolares y familias que abarrotan el ambigú del templo lírico español, esta vez para disfrutar de La increíble historia de Juan Latino, una zarzuela pasticcio (adaptada con fragmentos de otras obras) sobre uno de los personajes más fascinantes del Siglo de Oro: un esclavo que alcanzó el respeto y la fama gracias a su deseo por aprender, su espíritu de superación, y la confraternidad con su amo (el nieto de don Gonzalo Fernández de Córdoba, conocido como El Gran Capitán), convirtiéndose en el primer catedrático de raza negra de nuestra Universidad, y recibiendo la admiración de personalidades como Lope o Cervantes.

Un momento de La increíble historia de Juan Latino. Fotografía de José Albornoz

Realmente es increíble la historia. Y verídica. Que a un chico negro, pobre -¡y esclavo!- le soplen vientos a favor. Que logre alcanzar la libertad y el éxito en su vida a través de la cultura. Pero no por consabido el conflicto vamos a dejar de incidir en la necesidad permanente de impulsar proyectos artísticos que ahonden en la educación en valores. En este sentido, La increíble historia de Juan Latino derriba las murallas artificiales que dividen a los seres humanos, en una clara invitación a la tolerancia y al respeto a la diversidad
Juan y Gonzalo de Sessa fueron compañeros de juegos; el sirviente participaba en las lecciones que impartían al joven noble y llegó a prosperar hasta ser reconocido como un gran poeta y humanista, y casarse con la joven blanca Ana Carleval. Sus amores fueron recogidos en una comedia por el dramaturgo sevillano Diego Jiménez del Enciso. Recreándose en un esteticismo historicista, la compañía Claroscvro reedita esta sorprendente historia de amistad fraterna convirtiéndola en una maravillosa fiesta de música y teatro, evocación del mestizaje sonoro y visual de la España de los Siglos de Oro, y fabulosamente adaptada para niños a partir de seis años.

«Que no es negro Juan Latino, 
sino un hombre a quien ha dado el sol más recio que a todos 
por mirar tanto sus rayos.»
Un momento de La increíble historia de Juan Latino. Fotografía de José Albornoz

Francisco de Paula Sánchez y Julie Vachon, alma máter de Claroscvro, son dos artistas al más puro estilo renacentista: escriben, dibujan, cantan, modelan, actúan..., y todo ello de manera brillante, apasionada, y con un gusto exquisito. Ella, más responsable del guión; él más centrado en la dramaturgia musical, la escenografía, el espacio sonoro y la visión escénica general. En esta ocasión han contado con la colaboración de la argentina (y ex miembro de la aclamada y muy cabaretera Lavi e Bel) Larisa Ramos para la dirección actoral. Se aprecia su mano en el trabajo de clown, apoyado por el uso extraordinario de media docena de máscaras expresivas con las que componen los diferentes personajes que intervienen en la historia (la madre de Juan Latino, el comprador de esclavos, la sirvienta, la abuela de Gonzalo, el esclavo celoso...) Julie explota su faceta más camaleónica al encarnar a la mayoría de estos personajes con gran claridad interpretativa. Si bien quienes acaparan mayor atención son los títeres de mesa que dan vida a los dos niños-amigos-hermanos, Juan y Gonzalo, primorosamente tallados, pintados y articulados, negro y blanco, como las piezas del ajedrez al que les gusta jugar, y que serán protagonistas de momentos de verdadera ternura, como el trueque de aprender a leer por aprender a amar que culmina en un sentido abrazo de madera.

Un momento de La increíble historia de Juan Latino. Fotografía de José Albornoz
Todo es preciado, precioso, simbólico y acertado en esta puesta en escena, y se recibe como un regalo: desde el sol central benefactor que la preside, al teatrito de columnas que esconde una biblioteca, pasando por los cubos ajedrezados practicables o la creación de atmósferas. Ineludible destacar también el vestuario de época, diseñado por Javier Fernández, colorista a la par que discreto, y plagado de filigranas. La música barroca en directo está a cargo de Enrique Pastor y Sofía Alegre, que participan en la acción no sólo como intérpretes, sino también con sus muecas y gestualidad. El repertorio musical incluye obras de compositores como Sebastián Durón, Mateo Flecha, Gutiérrez de Padilla, Juan Hidalgo, Mateo Romero o Gaspar Sanz, así como algunos temas populares africanos, está insertado en la historia con idoneidad, y es un deleite para los sentidos. La función incluye también algunas escenas oníricas muy originales (la aparición del espíritu ancestral Gugurumbé, que aconsejará sabiamente al pequeño Juan, y el sueño surrealista de las flores parlanchinas que crean un jardín en su cabeza, metáfora de las ideas que nos despiertan los libros...)

Los niños son uno de los objetivos prioritarios que Daniel Bianco se marcó en su Plan director para el Teatro de la Zarzuela; a fin de que el público más joven se familiarice con la esencia de nuestro patrimonio lírico vienen llevándose a cabo los conocidos como Proyectos Didácticos -en los que se enmarca esta propuesta-, así como el Proyecto Zarza, más orientado a jóvenes, ambas iniciativas con excelentes resultados en los últimos años. Es de gran valor que, gracias a las campañas escolares, los niños tengan la oportunidad de ver estas funciones con sus compañeros de clase, y no siempre mediatizados por sus padres o familiares, que son los adultos que habitualmente les suelen acompañar. Sin duda varía su receptividad; las risas y el goce compartidos con los amigos saben aún mejor (como en Perdida en el Bosco, vuelve a funcionar el gag humorístico de señalar que algo está ocurriendo al final de la sala: ¡todos giran la cabeza para mirar!)

La increíble historia de Juan Latino

Producción: Claroscvro y Teatro de la Zarzuela
Guión: Julie Vachon
Dirección de escena: Julie Vachon, Francisco de Paula Sánchez y Larisa Ramos
Dirección musical: Enrique Pastor
Actores y titiriteros: Julie Vachon y Francisco de Paula Sánchez
Músicos: Enrique Pastor y Sofía Alegre
Lugar: Teatro de la Zarzuela
C/ Jovellanos, 4 (Madrid)
Funciones:
18 y 19 de enero a las 13 h.
Duración: 50 minutos
Edad recomendada: A partir de 6 años