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sábado, 27 de marzo de 2021

Andrea Díaz Reboredo: una entrevista en Silencio

Actriz, escenógrafa, directora de escena, artista plástica... Andrea Díaz Reboredo es una creadora integral; excepcional. Desde 2018 viene deleitando con su espectáculo M.A.R, donde lleva el juego objetual al límite descubriendo pequeños universos secretos a partir del espacio vacío. El boca a boca hizo que se convirtiera en una revelación, tras un rosario de éxitos y premios en festivales. Andrea encontró la llave y ahora presenta su nuevo trabajo, Silencio, coproducido en residencia por el Centro de Cultura Contemporánea Conde Duque y el Festival Temporada Alta de Girona. 

En la obra confluyen dos poéticas: la manipulación de objetos y la lengua de signos, que se vierten en una mesa-límite planosecuencial. La acompaña en el cenáculo Miriam Garlo, intérprete sorda de gran potencia expresiva, en un alegato reivindicativo sobre la necesidad de acercar y entenderse ambos mundos (el que oye; el que no) Hermanas de gesto, transitan el pulso pausado de la contemplación, a la que nos llaman.

Andrea mira serena y habla dulce. Se deshace la trenza, extiende las manos, y lanza preguntas al aire: ¿Cómo es tu silencio?, ¿cuántas veces miras por la ventana al día?, ¿se puede pensar en el futuro viviendo en un lugar donde no se ve el horizonte...? Y el eco le devuelve otras...


     ¿De dónde partes para crear Silencio, cuál fue la génesis de esta pieza?

El origen de una obra es siempre un cúmulo de varias circunstancias. Silencio surgió a raíz de una función de nuestra obra M.A.R en el Espacio Abierto de Madrid, en la cual contamos con una intérprete de lengua de signos. Durante la obra ocurrieron algunos encuentros inesperados entre las manos de la intérprete y las mías. La imagen de nuestras cuatro manos comunicando(se) en dos lenguas diferentes -los signos y los objetos- inició el camino hacia esta nueva obra. Esa misma tarde me reencontré con Miriam Garlo, una antigua amiga de la facultad de Bellas Artes, que inmediatamente pasó a ser la otra mitad fundamental de Silencio. Por último, aconteció la pandemia; el encierro en casa y la relación con la ventana como punto de fuga desde el cual observar el mundo, más allá de nosotras, tan lleno de vida, acabó por nombrar a este nuevo viaje: Silencio

En los textos que ofrecéis sobre la obra, hablas de “aprender a parar”, de “descubrir la lengua de aquello que habla sin palabras”. En medio de la vorágine en la que a veces nos vemos inmersos, ¿cómo podemos parar para reparar?

Parar es un acto muy sencillo para cualquier ser vivo, menos para el ser humano. Para nosotros que nos hemos educado en un sistema basado en la competitividad y el progreso, supone una decepción social y un fracaso personal. Como si no pudiéramos parar hasta “ser alguien”, “llegar a algo” o “cumplir metas”. Sin embargo, la verdadera felicidad está en las cosas pequeñas. En aquellos momentos cercanos a la gente y a las cosas, en las pausas, los descansos... Incluso en la tierra, porque somos también animales y no es casual que en nuestras vacaciones busquemos el paisaje y acudamos al mar, a la montaña o a los ríos. Y parar, tiene mucho que ver con dejar de escucharnos, y escuchar. Para mí, la pandemia supuso una oportunidad para ello. Puede resultar paradógico que un suceso tan sobrecogedor y cruel, pueda tener una consecuencia tan luminosa. En mi opinión, la pandemia llamó a nuestras puertas con esa tarea; detenernos y preguntarnos “cómo seguir” y “qué cambiar” para colaborar con un futuro tan incierto. Y la respuesta estaba al otro lado de la ventana. Mientras esperábamos dentro de nuestros hogares, fuera, la primavera despuntaba llena de vitalidad. Y la vida seguía, con o sin nosotras. El consuelo, en mi caso, fue comprender que somos también parte de ese paisaje. Y que necesitamos poco para ser felices. “Avanzar al ritmo de los jardines”, sin prisa, preservando el entorno, cuidando a nuestros vecinos, generando redes de colaboración, siendo conscientes de los ciclos para preservar nuestro medio y no seguir destruyéndolo. Parar, para que la aceleración tome otro rumbo. Y dar lugar a conceptos como la sostenibilidad, la colaboración, la escucha, los cuidados, la paz…

En este momento social en que hay tanto ruido, tantas distracciones…, ¿cómo se investiga el silencio para convertirlo en materia escénica?

Efectivamente estamos trabajando con conceptos muy frágiles. El silencio, la espera, la escucha…, requieren de otro tiempo. Tanto para Silencio como con M.A.R, el proceso de creación aconteció fuera de la ciudad, en espacios de creación ubicados en lo rural, donde podíamos trabajar desde una escucha más profunda. Pero el silencio es más que la oposición al ruido. Son términos intangibles que pueden ser positivos o negativos al mismo tiempo. En nuestro caso, es más una necesidad que una idea. Hace poco me pregunté: “¿por qué el silencio?” y escribí “por regresar a algún lugar, a algún refugio.

Me gustaría que compartieras cómo descubriste la teatralidad de los objetos, ¿cómo surge en ti la necesidad de contar historias mediante este lenguaje?

Mi relación con los objetos y los materiales viene desde pequeña, como nos ocurre a todas las personas: jugando. Tuve la suerte de tener una infancia muy volcada en el juego. Seguramente esa relación con los mundos que surgían de mis manos me llevó a estudiar Bellas Artes. Inicié mi carrera como fotógrafa y dibujante. Luego llegué a la escultura y fue allí donde los objetos reaparecieron en mi vida. Empecé a construir con ellos, a manipularlos. No fui capaz de presentar nunca una obra plástica independiente a mí. Mis instalaciones pedían de cuerpo, de luz, de música y de palabra. Ya había llegado al universo escénico sin ser consciente. Y también por intuición busqué becas en México y Colombia donde las Bellas Artes involucran otras disciplinas más allá de la plástica. Así pude estudiar Historia del Teatro, dirección, interpretación… etc. Al regresar a España, ocurrió algo importante y mágico: se cruzó en mi camino Xavier Bobés. Al ver su trabajo, reconocí cosas que me interpelaban. Xavier significó una puerta a lo que llaman “teatro de objetos”, un maestro y un gran amigo. Gracias a su apoyo y acompañamiento, M.A.R fue mí primera obra con el sello de “objetual”. Desde entonces, el teatro de objetos ha significado un ancla al que agarrarme y desde el cual pensar con claridad mis creaciones.

¿Qué crees que aporta este nuevo montaje en relación al anterior, M.A.R?: ¿supone una evolución, sigue la misma línea de trabajo centrada en lo objetual, o abordas caminos distintos?

Silencio significa dar continuidad a una investigación que parte del objeto y la manipulación, como en M.A.R, pero que involucra otras cosas que quería explorar, como el cuerpo (que tuviera presencia más allá de las manos que manipulan), la distancia (un formato no íntimo sino lejano, que nos forzara a llevar el objeto al cuerpo para ser visto) y la lengua de signos. Yo pensaba que iba a ser una obra muy objetual pero, curiosamente, al explorar el mundo del silencio, la propia obra nos empezó a pedir prescindir de ellos y acercarse más al vacío. Incluso a lo inmaterial. También fue una sorpresa que hubiera palabra. Yo buscaba alejarme de ella, pero no era consciente de que, al introducir la lengua de signos, el lenguaje cobraba un papel fundamental para guiar el discurso. Ahora, nos encontramos en un momento donde el vínculo entre cuerpo, palabra y signo ya están asentándose y los objetos pueden empezar a emerger, casi como pequeñas ensoñaciones o apariciones, sobre lo escrito, para acabar de resignificar todo. Es un trabajo de paciencia, confianza y largo recorrido. Pero que nos dará frutos para complejizar este lenguaje mío que va más allá del objeto. Pero que nace y vuelve siempre a él.


¿Qué posibilidades artísticas contiene la lengua de signos?

La lengua de signos tiene infinidad de posibilidades artísticas y humanas. Por ser visual, porque implica mirarse a la cara, por ser sincera en cuanto a que no tiene tantos dobleces y segundos significados como la lengua oral, por ser una danza de las manos en el aire…, porque agudiza la mirada e invita a comprender, más allá de los signos, cómo se expresan los cuerpos. Y porque podría ser una lengua universal, más allá de las palabras. 

Al ver M.A.R era inevitable la sensación de estar asistiendo a una ceremonia, de recuperar la ritualidad del teatro… Tú que le das tanta importancia al valor simbólico de los gestos, ¿tienes alguno especial antes de salir a escena, algún ejercicio de calentamiento de manos, alguna encomienda…?

Para mí es muy importante empezar la obra pensando desde el cuerpo. Por eso necesito un calentamiento físico previo donde puedo sentir mi respiración, mis articulaciones, y conectar con mi movimiento. Ponerme en un estado físico de alerta y percepción. Estar preparada y saber que mi cuerpo estará allí acompañándome para reaccionar desde su conocimiento cuando ocurra lo imprevisible. 

Tus propuestas requieren cercanía, intimidad…, ¿ha influido el confinamiento, la obligada distancia social, en el rumbo que ha ido tomando el espectáculo?

Por supuesto. Hemos tenido que alejar al público de la mesa de manipulación de M.A.R, y adaptar algunos momentos de la obra a la situación. Perdemos cercanía entre los cuerpos y echamos de menos no ver con tanta claridad los rostros de quienes nos acompañan. Aun así, M.A.R ofrece una interpelación directa con el público, y eso, no lo hemos perdido. Por lo que sigue existiendo la sensación de estar en casa.

Silencio es diferente. Esa distancia es buscada. Quizás la pandemia haya influido en esta decisión, pero también es posible que después de una propuesta tan íntima como M.A.R, me interesara explorar un formato diverso. Es un riesgo por supuesto, y aún estamos observando cual es la distancia real de esta obra. Pero para mí era importante la idea del paisaje, y por eso Silencio es una gran mesa de seis metros de manipulación que el público puede observar como la línea de un horizonte. Todavía estamos lidiando con las incógnitas y desafíos que nos ofrece este formato. Pero con M.A.R ocurrió lo mismo, tuvimos que ir ajustándonos a la presencia tan cercana del público hasta que ello comenzó a significar. Tan sólo el tiempo y el rodar de la obra junto al público acabará de dar a Silencio su forma final.


Dices que juegas a crear micromundos, como en la infancia… ¿Se trata de una forma de integrar la mirada de los niños?

Sí, como comentaba antes, lo objetual nos remite siempre a esa relación con el juego de nuestra infancia. Cuando estoy sola en mi taller con los materiales, sigo jugando. Cuando vemos propuestas de teatro objetual regresamos, en cierto modo, a nuestra infancia. Pero “lo micro” está también en aquellos momentos donde surge un significado poético inesperado. Es como una chispa de ilusión volátil, ya sea con un objeto pequeño o grande. Y “los mundos”, en la poesía que rodea el trabajo objetual y la capacidad de transportarnos a esa ilusión. En Silencio estamos creando un macromundo, un paisaje, formado por pequeños instantes. Y no descarto en el futuro explorar las posibilidades de un espectáculo más específico para público infantil. 

Creo que hay un gran equipo de profesionales detrás de este proyecto, ¿qué facetas destacarías de ellos?

Sí, efectivamente somos un equipo grande. En primer lugar, la incorporación de Miriam Garlo [intérprete de LSE] en escena ha provocado que la historia que yo quería contar se viera afectada, positivamente, por la suya propia. Esto ha hecho que sea un proceso más complejo y de más incertidumbres. Además, por las dimensiones de la obra y, sobre todo, por los  tiempos de producción (dado que teníamos una fecha de estreno y muy pocas posibilidades de confrontación con el público debido al COVID), he necesitado apoyo de otras personas para abarcar todas las áreas. Esto hace que la producción pueda ser menos artesanal, pero por otro lado, es una oportunidad maravillosa de contar con la mirada de personas con mucho talento, aprender del trabajo de un equipo y descubrir y explorar cosas nuevas. Contamos con Miguel Ruz que es un mago de la luz, con Alba González como asistente de movimiento, que es algo que tenía muchas ganas de mimar, con Anna Domingo y CajaNegra para vestuario y asistencia de producción. Además del equipo de M.A.R que somos Xavier Bobés, Pablo Reboredo, Dani León y yo misma. 


Por último: Al leer sobre el espectáculo para preparar la entrevista, me venía a la cabeza este poema de José Hierro que habla de entenderse sin palabras: 

 Quisiera que tú me entendieras a mí sin palabras.
Sin palabras hablarte, lo mismo que se habla mi gente.
Que tú me entendieras a mí sin palabras
como entiendo yo al mar o a la brisa enredada en un álamo verde.
[...]
Y ¿cómo saber si me entiendes?
¿Cómo entrar en tu alma rompiendo sus hielos?
¿Cómo hacerte sentir para siempre vencida la muerte?
¿Cómo ahondar en tu invierno, llevar a tu noche la luna,
poner en tu oscura tristeza la lumbre celeste?
Sin palabras, amigo; tenía que ser sin palabras como tú me entendieses.

¿Hay alguna conexión entre Silencio y estos versos?

Por supuesto que tiene que ver. Y te agradezco mucho el regalo porque no lo conocía y es precioso. El poema contiene imágenes que pertenecen al universo de Silencio. Momentos que he imaginado durante el proceso. Creo que en los momentos de mayor oscuridad es de donde pueden -y deben- surgir las ilusiones más fuertes. Aquellas ligadas a los cuerpos que se escuchan y se entienden solamente, al sol, al agua y al verde.

BIO

Andrea Díaz Reboredo es directora escénica, escenógrafa y artista plástica licenciada en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, la Academia de Bellas Artes de Florencia (Italia) y la Universidad UDLAP de Puebla (México). Es miembro de la junta directiva del Nuevo Teatro Fronterizo, presidenta de la Asociación Lavapiés Barrio de Teatros, directora del grupo de investigación plástica y escénica INVESTRO, y forma parte del colectivo escenográfico Espacio Telpa (España-Letonia). En 2017 creó la compañía M.A.R. a partir de su pieza homónima.

sábado, 20 de marzo de 2021

Marián Osácar, en el trigésimo aniversario de FETEN: "Los creadores son los verdaderos motores del avance que ha habido en el teatro para niños y niñas en estos 30 años"

Directora de FETEN y facilitadora omnipresente 

Hace poco más de un año que viajábamos a FETEN, la Feria Internacional de Artes Escénicas para Niñas y Niños de Gijón, una de las experiencias más gratificantes y arrolladoras que nos regaló el 2020 pre-pandemia. Este año, en el 30 aniversario del festival, la cita se traslada del 9 al 14 de mayo con la esperanza de mejores tiempos, y adaptándose a nuevos formatos y reducción de aforos.

Con un puntito de nostalgia y la ilusión de honrar el Día Mundial de las Artes Escénicas para la Infancia y la Juventud, le propongo un rato de charla a Marián Osácar, directora de FETEN, casi disculpándome por robarle tiempo en estos momentos en que anda inmersa en los preparativos de esta atípica edición, con el cúmulo de dificultades extra de gestión que conlleva la actual situación. "Para estas cosas se saca hueco. Hay que estar", señala. 

Marián siempre está. Y esa máxima vital quizá sea el mantra que la ha acompañado durante su trayectoria profesional. Cercana, optimista, aglutinadora..., lleva toda su vida trabajando en distintas facetas del oficio teatral, aunque ahora esté centrada en la dirección artística del festival. Se aventura y se presta a lo que le propongan, y ha sabido también transmitir esa accesibilidad a su equipo.

La pillamos en la cocina de FETEN, más que metida en harina, con el diseño de la feria prácticamente horneado. Hablamos de cómo va a ser la edición de 2021, de las cesiones a la virtualidad, de la 'marca FETEN', del espíritu crítico de los niños, de la incongruencia entre el auge del sector y su mínima repercusión en los medios.


Un febrero sin FETEN

La primera cuestión es obligada: ¿cómo se ha vivido este febrero en Gijón sin FETEN? Supongo que habrá sido extraño, ya que la ciudad entera se vuelca con la feria…, y entiendo que el aplazamiento de esta edición a mayo respondía a esperar que la situación epidemiológica estuviera algo más controlada para esa fecha…

Sí, la verdad es que ha sido diferente. En Gijón el mes de febrero está vinculado tanto al Carnaval, como a FETEN, y han sido dos eventos que no se han podido realizar, ya que las circunstancias son las que son. Planteamos el cambio de fechas allá por octubre, con la idea de que en mayo todo estaría más normalizado, y bien es verdad que las cosas no han ido tan deprisa a nivel de recuperación como habíamos previsto.

¿Cómo se vislumbra mayo desde la perspectiva actual?

Estamos a la espera de cómo vayan los datos. Hemos presentado nuestro diseño de FETEN a la Consejería de Sanidad del Principado de Asturias, y tenemos que esperar a que nos dé el ok, ya que FETEN es una programación extraordinaria, y nos tienen que autorizar. Seguimos trabajando y avanzando, porque toda la logística de un macroevento como éste, que implica a muchísimos participantes -tanto a nivel profesional como de la ciudad- no se puede improvisar en un mes, así que estamos adelantando lo posible, todo condicionado a esa aprobación que esperemos que llegue. Hemos partido del escenario más restrictivo posible, para poder llegar a hacerlo. 

¿Cuáles son los retos principales a los que se está enfrentando la Organización en la edición de FETEN 2021?

FETEN tiene una estructura que nos sirve de base y que cada año tratamos de ir mejorando. En estos momentos la estructura es distinta, y requiere imaginación al servicio de dar una alternativa a la situación actual. Hemos trabajado en un diseño que respete todos los protocolos de reducción de aforos, control de espacios, perimetrajes, medidas de rastreo... para que todo esté adecuado a lo que estamos viviendo en este momento.

Monumento a Pelayo Plaza del Marqués (Gijón)

El plan de 2021: formato híbrido presencial y virtual

En este contexto de incertidumbre entiendo que se apurarán los plazos al límite, pero ¿qué nos puedes avanzar sobre la programación?, ¿cuándo está previsto que se haga pública?

La programación de 2021 está ya ahí en la cocina... Va a ser pública a primeros de abril, pero estamos reteniendo los plazos por avanzar en la logística. En abril va a empezar toda la fase de divulgación del programa y de apertura de plazos para que los profesionales puedan venir.

Después de ir superando en cada nueva edición las cifras de la anterior, ¿se va a reducir la oferta?

Evidentemente la situación nos va a hacer tener un FETEN especial en todos los sentidosQueremos que 2021 sea una edición que mantenga su esencia, y sí, se va a reducir a nivel de números.

¿Se va a intentar posibilitar el máximo de actividades presenciales?, ¿o se está trabajando en fórmulas mixtas que combinen la exhibición presencial y on line?

El volumen presencial en FETEN 2021 se va a ver mermado. Estamos trabajando en un formato mixto, híbrido, donde haya presencialidad, y también un FETEN virtual, para poder conjugar las dos opciones, y suplir las carencias de no poder abordar un FETEN normal, con una edición on line que nos permita llegar a todos aquellos que no puedan visitarnos. Vamos a tratar de dar más peso al FETEN virtual, funciones en streaming, actividades paralelas, y que se pueda disfrutar de FETEN sin estar presencialmente aquí. Va a haber una parte de invitados, y va a haber otra parte de acreditados on line.

Dado que las artes escénicas son artes vivas y cobran sentido especialmente en el encuentro con el público en el mismo espacio y tiempo..., ¿cuál es tu sentir por tener que renunciar a parte de la presencialidad?

Yo soy optimista. Comentábamos en COFAE [la Coordinadora de Ferias de Artes Escénicas del Estado Español] -donde nos hemos unido como una piña-, que con todo esto hemos tenido que aprender a utilizar mecanismos y vehículos de comunicación distintos con nuestros públicos. Y habrá un poso de ese aprendizaje que se quedará, -que no está mal-, porque hay cosas que se pueden seguir utilizando. Pero la presencialidad es el sentido de las artes escénicas, por eso hemos tratado de mantener ya en este FETEN presencialidad lo suficientemente importante para que haya una programación interesante. 

¿Los espectáculos de calle se van a poder realizar, o por las aglomeraciones no se contemplan para esta edición? 

Estamos trabajando en una posibilidad muy limitada de espectáculos de calle, por que tengan cierta visibilidad, pero está todo en el aire. Los aforos en los espacios cerrados son más controlables; en la calle, aunque existan medidas, es más difícil mantener los protocolos.

Un momento del espectáculo de calle Tea Time


30 Aniversario: la madurez del teatro para niñas y niños

Este año se cumple el 30 aniversario de FETEN. Se puede decir que alcanza su madurez. ¿Había previsto algún acto especial para celebrar la efeméride que no se va a poder llevar a cabo?

Como sabes, la edición del año pasado fue la última feria que se hizo en condiciones normales, de manera que en ningún momento nos dio tiempo a querer planificar una celebración especial. Lo afrontamos con la misma ilusión, y si es necesario, celebraremos FETEN 2022 con todas las ganas, o una edición '30+1' o '30bis'. El criterio del equipo es seguir aportando todo aquello que podamos a nuestra profesión y a la ciudad de Gijón. Nuestro mejor regalo de cumpleaños siempre ha sido hacer cada día las cosas un poquito mejor. 

En los últimos años ha habido un auge de las compañías que ponen su atención en el público infantil; ha aumentado la oferta y la interdisciplinariedad. ¿Cómo ha llegado Gijón a convertirse en el epicentro de las artes escénicas para la infancia y la juventud en nuestro país?

El objetivo primero fue puramente profesional por parte de aquellas asociaciones y personas implicados, a quienes quiero reconocer su trabajo y esfuerzo desde aquí. Y luego fue creciendo con las artes escénicas para los niños y niñas. Hemos ido caminando al lado. Si tenemos alguna virtud, es haber sabido crecer con el sector y haber sido capaces de dar oportunidad a lo que los creadores iban proponiendo; ellos son los verdaderos motores del avance que ha habido en el teatro para niños y niñas en estos 30 años. Su inquietud, sus ganas de investigar, su riesgo creativo, su esfuerzo por buscar un posicionamiento en igualdad a las compañías que se dedican a las artes escénica para adultos... En eso sí que se ha avanzado; queda camino que recorrer, sobre todo, en el tema de la equiparación de cachés. Pero respecto a la producción, el rigor, la calidad, la apuesta tanto personal como económica de las compañías, es más arriesgado muchas veces lo que se produce para las familias, que para los adultos. En nuestro caso, siempre es la creatividad, la singularidad, lo que hace que una compañía tenga una prolongación de su trabajo a lo largo de los años.

Niños interactuando con artistas de calle en FETEN 2020

Obras con Premio FETEN: un 'algo' especial...

Que una obra sea Premio FETEN es ya una marca registrada garantía de calidad que abre puertas en los circuitos de programación. Aparte de la búsqueda de la excelencia, que haya una representación equitativa del mayor número de comunidades, y la diversidad de lenguajes, ¿qué otros criterios se tienen en cuenta para que una propuesta sea seleccionada para participar en FETEN?

Siempre tiene que haber un algo especial. Tiene que haber obras de todos los formatos, porque nos visitan programadores que tienen espacios pequeños, medianos, bibliotecas, grandes auditorios... Las técnicas tienen que estar representadas con la idea de mestizaje. Y por otro lado, las diferentes edades. Desde hace muchos años las compañías, desde la concepción del espectáculo se plantean que trabajan para la familias, tanto para los niños, como para los adultos que les acompañan. Saben que tienen diferentes ojos mirándoles. Que la propuesta englobe a nivel creativo a todos los posibles espectadores, es algo importante. Y en lo temático, que traslade alguna de las inquietudes que a nivel social llegan a nuestros pequeños y a nuestras familias. Esa es ya una característica de las compañías profesionales en las artes escénicas para niños y niñas. 

¿Qué ingredientes debe tener una obra para que de verdad interese, llegue, mueva a los espectadores más jóvenes?

La idea es transmitirles sensaciones y emociones. Estamos educando en la inteligencia emocional, y es algo que nos une a todos: cuando eres espectador, lo ideal no es ver un espectáculo, sino vivir una experiencia que te toque en algún punto de tu sensibilidad. Y cuando eso funciona, salimos con la sensación de que hemos crecido un poquito más, que hemos sumado algo a nuestro día a día. Eso, trasladado a los niños, es lo mismo.

Ya no hay temas tabú

Se observa una tendencia a abordar temas crudos que tradicionalmente estaban vetados a la infancia. ¿Crees que se trata de una moda, es atrevimiento, o se trata de una evolución acorde con las necesidades de la sociedad?

Es algo que viene de atrás. Ya en 2005, Títeres de María Parrato, que fue Premio FETEN, planteaba la muerte de una abuela-cuidadora, y el niño, que era un títere, terminaba admitiendo la necesidad de la muerte como un elemento de la vida. Todo lo que entra en FETEN tiene ese sello. No quiere decir que no haya divertimento, que no haya placer, que no haya sonrisa o carcajada. Lo que ocurre es que el teatro siempre ha tenido un signo de plantear conflictos humanos y sociales, y nuestros niños los tienen: el bullying, el maltrato, la hiperactividad, la enfermedad del alzheimer, la diversidad del amor, la identidad personal, la reivindicación del rol de la mujer..., hasta el cuestionamiento de si existe o no Dios. Durante todos estos años hemos tenido obras en FETEN que han planteado este tipo de conflictos sin problema, tratados con la sensibilidad y el rigor necesarios. Aquello que antes era una anécdota, en este momento es la normalidad. Y están para quedarse, e irán cambiando en función de las situaciones sociales que plantee la vida. Pero el niño es un ser inteligente y hay que tratarlo de esa manera. 

Vistas desde el Paseo marítimo de Gijón

La influencia de la pandemia 

La pandemia ha supuesto un duro varapalo para el sector de las artes escénicas. ¿En qué medida crees que ha influido en el tipo de propuestas que presentan las compañías a nivel temático, formal, creativo…?

A nivel creativo, la situación de las compañías de artes escénicas -como todo el sector de la cultura- es muy débil, y una crisis sanitaria así, que nos debe preocupar a todos, tiene también unas secuelas a nivel de estructuras económicas. Evidentemente influye sobre qué hacer, si mover los espectáculos ya montados...; hay propuestas de estrenos que están aplazándose en función de los calendarios, de si los teatros abren o no... El reto que tenemos como sector de artes escénicas es intentar que esto, una vez que pase, no deje secuelas importantes. Que las estructuras, las programaciones, las campañas... vuelvan a recuperar su "normalidad", y retomar el impulso de llegar a nuestros públicos en vivo y en directo. Eso va a tardar un tiempo. En cuanto a lo temático, a lo mejor vemos la influencia más claramente de cara a FETEN 2022. Creo que estamos todavía en shock, no se ha hecho la reflexión de asimilación para luego abordar la creación. Hay proyectos de estreno que van en esa línea, pero que aún no están plasmados en una producción. En cualquier caso -y no tanto por la oportunidad del tema-, la idea de la soledad del ser humano, de la necesidad del otro, de la comunicación... siempre ha estado presente, porque es un básico de la humanidad.

Museo Nicanor Piñole de Gijón

Los niños, protagonistas


¿Qué te aportan los niños que tienes cerca, en tu entorno, en tu visión como gestora?

Yo tengo seis nietos; fui abuela joven. Los niños en general son motores muy potentes, son los que hacen no pararte en tu día a día. Hay que seguir, con ilusión y proyección de futuro. Aprendo mucho con ellos. Siempre he creído que he tenido una mirada muy abierta..., ¡hasta he hecho un TikTok personal con mi nieta de 12 años! Trato de ver a través de sus ojos. Te provocan, te estimulan, te hacen replantearte tus propios conceptos..., me parecen una fuente de inspiración. Y de cara a FETEN, siempre he querido que esa mirada fresca que me proyectan los niños de mi entorno se vea reflejada en los programas. 

El 20 de marzo se celebra el Día Mundial del Teatro para Niños y Jóvenes. ¿Por qué hay que animar a los adultos a llevarles al teatro?

El teatro provoca experiencias emocionales y da herramientas para educar en la capacidad crítica de nuestros niños a la hora de relacionarse con sus iguales y con sus mayores, para desenvolverse en su vida. Creo que si una madre, un abuelo, un tío... piensa eso, sale corriendo a ver qué propuestas pueden ser susceptibles de llevar a sus pequeños.

Tengo entendido que en FETEN se organiza también un Premio en el que los niños espectadores de los espectáculos se convierten en críticos..., ¿qué tal funciona esta iniciativa?

Funciona muy bien, la actividad tiene ya más de quince años. Queríamos testar cómo nuestros niños veían FETEN, tanto en abierto, como la comunidad escolar. Queríamos que tuvieran herramientas de crítica, que nos dijeran cómo habían visto a los actores, la puesta en escena, el vestuario, la música... Y hay una respuesta interesantísima; es muy divertido y muy formativo para nosotros. Los menores de seis años lo hacen a través de dibujos, y de seis a doce lo hacen a través de escritos. Es muy emotivo, porque ¡hemos visto crecer a nuestros premiados...! Supone un estímulo para ellos y da mucho juego en las aulas.

Logo de FETEN


Escasa repercusión mediática para un sector en auge

Mamá Teatriz es un blog que trata de cubrir el vacío que existe en la información crítica para público familiar, ¿qué opinión te merece la atención que la prensa cultural tradicional dedica habitualmente a este sector, a nivel de difusión, crítica…?

Pues la repercusión mediática en la prensa cultural es muy poca, y no refleja la realidad que hay en este momento respecto a los públicos que asisten y participan en los eventos de artes escénicas. Creo que es un error por su parte, ya que ha aumentado significativamente el número de propuestas familiares y de espectadores de esta parte del arco, (deberían consultar los anuarios de la SGAE) No ser conscientes de esto y no visibilizarlo para sus posibles lectores u oyentes es un error mediático, porque el sector ha crecido, además sin apoyos. El déficit debe plantearse como reivindicación del trabajo de las compañías por derecho propio, pero también por cubrir un espectro que debería ser obligatorio, ya que es un público potencial que los medios no están teniendo en cuenta. Es un criterio que creo que compartimos casi todos los que trabajamos en este ámbito. Son muy pocas las referencias, las ediciones que tienen un hueco -no ya habitual, sino excepcional- para las artes escénicas para familias. Tendrán que ponerse las pilas y revisarlo.


BIO

Marián Osácar es Jefa del departamento de Promoción de las Artes de la Fundación de cultura del Ayuntamiento de Gijón desde 2004, donde coordina el área de Artes Escénicas, Musicales y Visuales.
Es directora artística de FETEN, vocal de la junta directiva de COFAE, y vocal del Consejo Estatal de las Artes Escénicas y de la Música. Además es miembro de la Academia de las Artes Escénicas de España.

martes, 13 de noviembre de 2018

Lo que vuelve a casa (y otros árboles), de Nieves Rodríguez Rodríguez, Premio SGAE de Teatro Infantil 2017, despliega sus ramas en la Berlanga

Lo que vuelve a casa (y otros árboles), la obra galardonada con el Premio SGAE de Teatro Infantil 2017, de la madrileña Nieves Rodríguez Rodríguez, desplegaba sus ramas y alcanzaba al público el pasado domingo 11 de noviembre en la Sala Berlanga, dentro del marco del XXII Ciclo SGAE de Lecturas Dramatizadas. Con un sencillo y efectivo paralelismo simbólico entre las vidas e imaginarios de dos niñas de diez años en dos lugares del mundo remotos, la autora entrelaza un hermoso relato sobre la diversidad, la superación de los miedos y dificultades, y la hermandad sin fronteras. El texto acaba de ser publicado en la serie de Teatro Infantil y Juvenil Sopa de Libros, que el grupo editorial Anaya coedita con la Fundación SGAE, con ilustraciones de Teresa Novoa.

Una escena de la lectura dramatizada (Fotografía de Eladio Bergondo)

Globalizar las infancias

Dos niñas: Alika y Vega. Dos países: Nigeria y España. Dos aulas y dos redacciones: Las cosechas del maíz y Las líneas imaginarias. La huida de un secuestro y de un incendio. El encuentro dentro de un árbol. Y la vuelta a casa: una liberación y una amistad. Así podría trazarse el argumento de una obra que va saltando, como en un juego, mientras nos adentra en un viaje en apariencia duro, que acabará enterneciendo. 
Lo que vuelve a casa (y otros árboles) nació de la lectura de una noticia de periódico sobre el secuestro de 276 niñas en un colegio de Nigeria por parte del grupo terrorista Boko Haram en 2014 -rapto del que 57 lograron escapar y 21 fueron liberadas-, al descubrir en la información un insólito error de cálculo: ¡faltaban dos niñas!, lo que le sirvió a Nieves Rodríguez Rodríguez para inventar su historia. "La idea de las líneas imaginarias me llevó a conectar todas las infancias del mundo", afirma. "Lo que pasa fuera de nuestro territorio nos interpela, no podemos quedarnos en el terreno de lo conocido, porque hay mucho todavía por conocer, por criticar, y quienes escribimos tenemos una responsabilidad moral".

Una escena de la lectura dramatizada (Fotografía de Eladio Bergondo)

Un equipo que "sueña tan bonito"

La obra estuvo arropada en su primera presentación ante el público por un equipo artístico que demostró gran sensibilidad y cuidado. La dirección escénica de la lectura corrió a cargo de Lola Fernández de Sevilla, autora recientemente galardonada también: en febrero se alzó con el VIII Premio Juan Cervera de Investigación sobre Teatro para la infancia y la juventud de ASSITEJ España, por su ensayo Ogros, espinacas y demás... Cómo contar lo terrible a niñas y niños en el teatro. Una creadora que reconoce tener "debilidad por los temas complicados" respecto a la dramaturgia para niños, y que aseguraba haberse acercado "con gran responsabilidad y respeto máximo a un texto redondo, que tiene una precisión geométrica absoluta, para intentar estar a la altura".
Helena Lanza y Astrid Jones,  las actrices responsables de encarnar a las dos niñas protagonistas de la historia, brillaron por su equilibrio, contención y complicidad. Marta Leiva, encargada de la escenografía, planteó una original serie de dibujos a acuarela y collage que recogían parte de las acotaciones del texto y que se proyectaron al fondo para acompañar las escenas, con la idea de "más que ilustrar, aportar a la obra una dramaturgia visual nueva". 

Una escena de la lectura dramatizada (Fotografía de Eladio Bergondo)
El texto adolece de un rasgo inusual en la literatura dramática: discurre en tono narrativo; de hecho, las dos protagonistas sólo dialogan en una ocasión (cuando se descubren en el interior del árbol: allí hablan el mismo idioma). Sin embargo todo pasa muy deprisa; la estructura en paralelo y la alternancia continuada de soliloquios propician la agilidad de la acción.

Una escena de la lectura dramatizada de Lo que vuelve ea casa (y otros árboles)

Al término de la dramatización, como suele ser habitual, tuvo lugar un breve coloquio de los miembros del equipo creativo con el público asistente, entre el que se encontraban algunas familias. La autora quiso compartir que el personaje de Vega, de una fantasía desbordante, está inspirado en su sobrina. Algún niño destacó la capacidad de las protagonistas de la historia para hacerse amigas en una situación tan difícil, y probablemente éste sea uno de los hallazgos clave del texto.

Portada de Lo que vuelve a casa (y otros árboles)
Nieves Rodríguez Rodríguez asegura no saber mucho más de esta obra, todavía. "La llevo impregnada en la piel", nos dice. En el prólogo del libro expresa así su 'Carta de creencia':

Creo que el teatro es el lugar de la imaginación, de la palabra despojada, liberada de su lenguaje. Creo en la fantasía como lugar donde volver a reunirse. 
Creo en la infancia como un presente, no como un futuro, no como una promesa.  [...]
Creo que creer es la base para crear. Creo en la creación como un gesto de amor. 
Creo en el teatro como un árbol que hay que regar y cuidar. 
Creo que la literatura y la filosofía nos pueden liberar de todo...

Ojalá que Lo que vuelve a casa... regrese pronto a los escenarios para conmover a los pequeños espectadores y a sus familias y tenga un gran recorrido 'mapamundi adentro'.

Coloquio tras la lectura dramatizada (Fotografía de Eladio Bergondo)

El dramaturgo valenciano Paco Romeu, Premio SGAE de Teatro Infantil 2018 por Astrolabi

Como ya es tradición, durante el acto se informó además del fallo del Premio de este año, que ha recaído en el autor valenciano Paco Romeu por su obra Astrolabi, una fábula sobre lucha y empoderamiento femenino para todos los públicos, que toma el relevo y se presentará asimismo en la Sala Berlanga de Madrid dentro de la Muestra de dramaturgia contemporánea 2019.

El Premio SGAE de Teatro Infantil es el concurso de textos teatrales infantiles de mayor relevancia a nivel nacional. Este galardón cuenta ya con 18 años de historia, y se convoca con el afán de impulsar y apoyar la creación de nuevos textos dramáticos dirigidos a niños que, tanto por la buena calidad y originalidad de sus diálogos, como por su visión escénica, contribuyan al progreso del panorama teatral. En los últimos años el premio ha reconocido a Nieves Rodríguez Rodríguez (2017), Paco Gámez, (2016) e Itziar Pascual (2015), gracias a textos que, curiosamente, tienen en común el hecho de abordar -a través de la imaginación- temáticas tradicionalmente vetadas al colectivo infantil, como la guerra, el terrorismo, o la muerte de seres queridos.


Nieves Rodríguez Rodríguez,
ganadora del Premio SGAE de Teatro Infantil 2017
BIO

Nieves Rodríguez Rodríguez (Madrid, 1983) es dramaturga e investigadora en la Compañía Txanka Kua (Laboratorio para nuevos lenguajes tecnológicos) de Málaga, y profesora de Escritura y Literatura en la Escuela Internacional del Gesto en Madrid. Lo que vuelve a casa (y otros árboles) es la segunda pieza que escribe para niñas y niños tras Semillas bajo las uñas (Becada en el IV Programa de Desarrollo de Dramaturgias Actuales del INAEM, 2015). Ha editado junto a Lola Fernández de Sevilla y Diana I. Luque Carrusel de Ogritos. Teatro para la Infancia y la Juventud (Fundación SGAE y AAT, 2017). 

lunes, 27 de marzo de 2017

Rocío Bello y Javier Hernando, Premio ASSITEJ 2016 de teatro infantil: "Creemos en un teatro que tenga en cuenta a los niños sin paternalismos, alejado de la pedagogía fácil"

El pasado sábado 25 de marzo, coincidiendo con las celebraciones por el Día Mundial del Teatro para Niños y Jóvenes, tuvo lugar en Matadero Madrid el acto de entrega de los Premios ASSITEJ 2016. La compañía de teatro de títeres La Tartana, que este año celebra 40 años de carrera, ha recibido el Premio Nacional ASSITEJ en reconocimiento a toda su trayectoria. Los jóvenes autores Rocío Bello (Lugo, 1978) y Javier Hernando Herráez (Ávila, 1986) han sido los ganadores de esta edición del Premio ASSITEJ de teatro infantil con la obra Estrellas y agujeros negros (entre otras cosas), que el jurado destacó "por su originalidad, su calidad literaria y el intento valiente en el tratamiento del tema".
Rocío Bello y Javier Hernando están vinculados a las artes escénicas por distintos caminos. Se conocieron estudiando en la RESAD y juntos forman La Ferretería. Viven en Madrid y se dedican a escribir, entre otras cosas. Mamá Teatriz ha tenido ocasión de charlar con ellos sobre la obra galardonada y sobre su visión del teatro para niños.

Rocío Bello y Javier Hernando, ganadores del XIX Premio ASSITEJ de teatro infantil

¿Cuál es la historia de Estrellas y agujeros negros (entre otras cosas)?

Estrellas y agujeros negros (entre otras cosas) nos cuenta cómo Violeta, con ayuda de su perro de peluche Pimiento y su amiga 400, se libra para siempre del molesto cazador de pájaros que vive en la casa de enfrente. Después de esta terrorífica aventura estará un poco más preparada para librarse de todos los charlatanes que quieran encerrarla dentro de una jaula. La obra es un monólogo a cuatro voces donde la realidad y la imaginación se mezclan para conformar el universo personal de Violeta. Un universo en el que conviven sus mejores amigos, grandes preguntas y algún que otro monstruo horrible. En este viaje espacial Violeta se hará un poquito más gigante.

¿Cómo surge la co-autoría para escribir este texto?, ¿cómo ha sido el proceso creativo "a cuatro manos"…?

Surge de la convivencia y de la confianza. En mayor o menor medida, desde que nos conocemos, siempre nos hemos acompañado en los procesos creativos. Esta vez  decidimos hacerlo de manera más consciente, desde el principio, asumiendo las ventajas e inconvenientes de la escritura “a cuatro manos”: surgen más ideas, se produce material más diverso, hay más debates sobre el estilo, la estructura e incluso sobre una palabra. No fue fácil, pero tampoco difícil. Fue bonito. Repetiremos.

Uno de los aspectos que ha destacado el jurado sobre vuestra obra es su originalidad y la valentía en el tratamiento del tema, ¿podéis contarnos de qué tema se trata, y cómo habéis querido abordarlo?

Fue el tratamiento el que nos empujó a investigar sobre los abusos a menores. Cómo escribir sobre determinados tabúes para público infantil. Creemos que en el teatro infantil no deberían existir los temas tabú, sino, más bien, los tratamientos inadecuados. ¿Cómo afronta un niño una situación de abuso?, ¿cómo se siente?, ¿puede hablar de ella?, ¿cómo la soluciona? Hemos intentando, a través de Violeta, la protagonista de la obra, tantear esas y otras preguntas. Aún seguimos teniendo las mismas dudas.

¿Qué supone este galardón en vuestra carrera como dramaturgos?, ¿habíais escrito antes otras obras destinadas a público infantil?

Nos interesa la literatura infantil y, por supuesto, el teatro para la infancia. Rocío trabaja desde hace más de diez años con niños y niñas en la Escuela Municipal de Arte Dramático de Madrid, y Javier hace años publicó una obra infantil que se titula La maleta de Noé. Hemos hablado mucho sobre qué es y cómo debería ser el teatro infantil. Con la escritura de esta obra hemos intentado poner en práctica alguna de esas ideas. Nos hace especial ilusión, como no podía ser de otra manera, recibir este premio. En primer lugar, por el trabajo que desarrolla ASSITEJ en el campo del teatro infantil, imprescindible, comprometidos por un teatro que piensa en los más pequeños no sólo como el futuro, sino, ante todo, como el presente; y en segundo lugar, por las autoras y autores que lo han recibido en convocatorias anteriores. Agradecemos a ASSITEJ y al jurado del premio haber apostado por un texto que asume ciertos riesgos y alguna rareza.

¿Qué aspectos consideráis imprescindibles para que un texto dramático funcione con los niños?

Un teatro que les tenga en cuenta. Que les mire cara a cara, les interese, les hable directamente, sin paternalismos, alejado de la pedagogía fácil, asumiendo su particularidad y autonomía. Con el mismo rigor y ambición que el teatro para adultos. Un teatro que aborde temas transcendentales e importantes para ellos desde su imaginario, sin olvidar que para las niñas y niños todo es posible.

PREMIO ASSITEJ A LA TARTANA POR SU TRAYECTORIA

El Premio Nacional ASSITEJ España 2016 ha sido para La Tartana Teatro, en reconocimiento a su labor en la promoción del teatro para la infancia y la juventud. La compañía de títeres y artesanos, pionera en su género, fundada en 1977 por Juan Muñoz, celebra este año su 40 aniversario con múltiples actividades de homenaje: durante el mes de enero, la Cuarta Pared programó en su sala algunas de sus obras más significativas, como El guardián de los cuentos o Atrapasueños.
El CDN organizó la mesa redonda "El arte de los títeres. 40 años de La Tartana y el arte de la marioneta en España" dentro del ciclo Los lunes con voz (30 de enero de 2017), coloquio al que puso la guinda la pieza escénica Imagina, en la que el alter ego-títere de Juan Muñoz le hacía una revelación al original: "Imagina 40 años y resiste". Y la Sala Berlanga organizó en febrero distintas acciones en torno al 40 aniversario de la compañía madrileña, como la proyección de un documental o la exposición "Títeres y autómatas de La Tartana".

Una escena de la pieza escénica Imagina (La Tartana) en el CDN

Durante el acto de entrega de los Premios ASSITEJ se leyeron los comunicados internacionales del Día Mundial del Teatro para Niños y Jóvenes y se celebró un brindis con los premiados y amigos.

jueves, 2 de febrero de 2017

Paco Gámez: "Nana en el tejado aborda la necesidad de individualidad de los niños"

La verdad es perfecta para las matemáticas, la química, la filosofía, pero no para la vida
En la vida, la ilusión, la imaginación, el deseo, la esperanza, cuentan más.

Ernesto Sábato

Con esta fantasiosa cita de Ernesto Sábato preludia Paco Gámez su obra Nana en el tejado, pimpante ganadora del XVII Premio SGAE de Teatro Infantil, que cuenta la aventura de una niña que se refugia en el tejado de su casa al haber quedado su pueblo inundado. Un cuento escénico que reivindica el poder de la imaginación de los niños para afrontar los problemas, y que está llamada a convertirse en una obra revelación.

Paco, actor, director, y autor jiennense, es un tipo amigable y cercano; ríe mucho, sobre todo con los ojos, que aún desprenden el candor inquieto del niño que fue. Inspira una sencilla simpatía, de modo que cualquiera podría creer que le va a atender, a escuchar, e incluso a ayudar. Es difícil precisar si esa facilidad para transmitir confianza proviene de su entrenamiento actoral o de su propia personalidad.

Ambos somos de Jaén, nos conocemos desde hace años, tenemos un sinfín de contactos en común, hemos coincidido en saraos culturales diversos, y sin embargo, es la primera vez que quedamos a solas, y también la primera que compartimos la ilusión por hablar sobre teatro infantil. Su reciente Premio SGAE nos da la oportunidad, el pretexto, el desayuno de una de las últimas mañanas que le quedaban al 2016, en la cafetería más céntrica y popular de nuestra pequeña ciudad.

Paco Gámez, ganador del Premio SGAE de Teatro Infantil 2016 (fotografía de Mercedes Hausmann)

Lo primero que me gustaría que nos contaras, si te apetece compartirlo, es cómo fue el momento en que te notificaron que habías ganado el Premio, ¿dónde estabas, cómo lo viviste...?

Pues me pilló totalmente de sorpresa. Tenía un día malísimo, me levanté esa mañana con un dolor fuerte en el hombro, y me fui a trabajar, tuve una primera clase súper agotadora, y después tenía que dar otra clase a un alumno inglés. De pronto vi un número que me llamaba; creí que era el inglés que me iba a decir que íbamos a otro sitio a dar la clase, y era de la SGAE infantil, y pensé, ¡ay, qué alegría...! Y me cambió ya la energía del día. Y en vez de dar la clase me fui con el inglés a celebrarlo. Le dije que me acababan de dar un premio muy importante, y le invité a él el primero, ¡se tomó cinco vodkas por la mañana...!

¡Jajajaaa...!, esa anécdota da para escribir otra obra de teatro...

Sí, sí sí... Él no era consciente, sólo sabía que estábamos celebrando algo... Yo me tomé un vermut, y luego me pasé a cocacolas; en la plaza de Olavide estuvimos.

Sobre el proceso creativo de la obra, has comentado en otras entrevistas que te generaba cierta inseguridad, ¿por qué?

Sí, yo mandé la obra al Premio, pero tenía muchas dudas sobre el texto, de si podía funcionar o no, de si iba en la línea del teatro infantil actual... El caso es que yo he actuado, he leído y he visto mucho teatro para niños, pero este es el primer texto que he escrito para niños. Jugaba con la ventaja de la libertad, de no tener ninguna pretensión, ningún compromiso directo de estreno, ni de un número de actores...; jugaba a hacer lo que me diese la gana, a proponer una puesta en escena que no sabía si era posible o no..., podía imaginar lo que quisiese.
Los niños pequeños tienen una necesidad de vínculo muy aferrado, pero en Nana, la protagonista de la obra, transpira la necesidad de cierta individualidad. Por eso yo tenía la duda de si este discurso que hay por debajo de la fábula es propicio para niños o no.

Pintura de Esther Gámez Blánquez

¿Consideras que has podido recibir cierta influencia de Tomás Afán Muñoz...? [dramaturgo jiennense reconocido por multitud de premios, entre ellos el ASSITEJ de teatro para niños y jóvenes en varias ocasiones. Son cuñados]

Los primeros textos de teatro infantil que yo leí eran de Tomás, él ha hecho muchísimo teatro infantil,  y yo desde pequeño he trabajado con La Paca [compañía de teatro infantil de referencia en Jaén, dirigida por su hermana Mª Carmen Gámez, y por Tomás Afán], por tanto tengo mucha influencia de él, aunque después somos muy distintos en formas, yo voy por otro lado, porque tengo otra referencias y otros gustos; pero Tomás tiene un punto muy ingenuo en su escritura, y también un punto de ciencia ficción, y en eso sí creo que tengo una influencia muy directa.

¿Cómo ha sido el tránsito del Paco Gámez actor al dramaturgo?

Yo no veo muy claros los límites del teatro; un actor que entiende y trabaja los textos tiene la capacidad de crear un texto propio, otra cosa es que sienta o no el impulso creativo. Desde que estudiaba en la ESAD de Sevilla me apetecía autodirigirme, hacerme la dramaturgia si estaba trabajando sobre algo..., me parecía tan natural como poner focos. Me considero un artesano del teatro que no contempla las fronteras entre el papel, las tablas, la butaca. 

Vaya, lo que es ser 'un hombre de teatro', así, integral...

Eso es lo que a mí me interesa. En tercero o cuarto empecé a escribir textos, a raíz del hábito de leer; partí un poco de jugar a imaginar lo que a mí me gustaba en el teatro, y generarlo yo. Escribí El hombre en llamas, que ganó un premio en la Universidad de Sevilla. Luego estuve un tiempo sin escribir. Después el proyecto de Calderón cadáver [Un 'cadáver exquisito' a partir de La vida es sueño, en el que ocho dramaturgos galardonados con el Premio Calderón de la Barca, intentaban establecer un diálogo entre los siglos XVII y XXI para el Festival AlmagrOff 2015] me dio un nuevo impulso; al estar en un proceso de trabajo, en contacto con dramaturgos, me fue entrando el gusanillo, y empecé a preguntarme cómo sería mi voz escribiendo.
Cuando me lanzo a escribir pienso mucho en el escenario, en qué me gustaría que pasase como actor y como espectador. Entender el trabajo de actor ayuda mucho a escribir (y viceversa). Cuando escribo veo muy claramente los distintos niveles, de modo que se me han encajado muy bien las dos cosas.

Claro, el tener tan patentes las dos facetas hace que el trabajo se enriquezca mutuamente... 
Y ahora que estás más centrado en la escritura, ¿no añoras actuar?

Estoy muy feliz con lo de escribir, porque de repente estoy yo solito aquí, sin tener que lidiar con un grupo de gente, cuadrar horarios... Es más sencillo compaginar la dramaturgia con otro trabajo, porque estoy muy limitado de tiempo. Y el estar teniendo ciertos reconocimientos me anima mucho a seguir escribiendo. A partir de ahí volveré al escenario desde otra puerta. Al final he tenido mucha suerte, porque esto de los premios depende siempre de múltiples factores: con quién compites, la composición concreta del jurado, que se entienda tu sensibilidad...

Pintura de Esther Gámez Blánquez

Nana en el tejado luce una voz muy limpia, fresca, muy teatral, muy visual. Tiene un personaje principal muy potente, y la acción se imagina como en dibujos animados. ¿Cómo surgió la motivación para esta historia?, ¿por qué decides un día escribir una obra de teatro para niños?

El concepto primero de Nana es anterior, de hace tres años o así..., no recuerdo exactamente cuál fue el motor. Pero el germen lo esbocé en un par de días. La Paca estaba en una asociación de teatro infantil que se llama Te Veo. Había una reunión de asociados de Te Veo en Canarias y me pidieron que fuera yo. Fue un encuentro de muchas compañías de teatro infantil de toda España, hablando, debatiendo sobre lo que se podía contar a un niño..., y creo que fue ahí cuando empecé a maquinar lo que podía escribir.
También hablé con una amiga mía asturiana cuya familia está vinculada con la organización de FETEN, y ella me dijo que le parecía buena idea, que Nana estaba en la onda del teatro de calidad que se estaba haciendo ahora para niños, y me animó mucho a escribir la obra. Después con el tiempo le he ido dando capas. Lo dejé un tiempo en el cajón, luego lo retomé...
Por otro lado, no sé cómo llegué yo al caso aquel de la niña atrapada por el agua que salió hace años... [se refiere a la avalancha de Armero, en Colombia, tras la que una pequeña de trece años de edad, Omayra, se convirtió en el icono de la tragedia en 1985]. Pero no tengo una documentación de casos de catástrofes, mi texto es algo mucho más espontáneo y más ingenuo, a partir de la idea de una persona en situación límite, y el elemento del agua (en otras obras ya había trabajado sobre el fuego, o la tierra...).

¿Cómo has querido abordar el tema de la muerte dentro de la obra? Yo lo veo con cierta inocencia, para nada me ha parecido algo macabro ni oscuro...

Es un tema que me ha salido en el texto de manera más inconsciente que consciente. Nana habla con sus padres, que están debajo del agua; se trata de un plano mágico. Entienden que están muertos o que hay algo dramático los personajes adultos, pero realmente, para mí no están muertos, están en otro plano. Sí, la muerte está ahí presente de alguna manera, supongo que de pequeño a mí me inquietaba ese tema. Un niño con 7 u 8 años ya pregunta por ello, se preocupa por la muerte de una persona cercana, la posibilidad de desaparecer...

Ajá... ¿Qué otros temas te inspiraron entonces?

Cuando yo escribía el texto, lo que quería era hablar sobre la independencia, sobre la capacidad de superación, sobre la necesidad de tener apoyos, pero no estar atado a esos apoyos, supongo que por mi momento vital de entonces. Como autor quería contar la necesidad de desligarse de vínculos emocionales fuertes, que siguen estando ahí, pero la niña está sola: sus padres están ahí, la están apoyando, el chico pelirrojo que aparece en el árbol es su amigo y está un tiempo con ella, hay un amago de amor, pero se va antes que ella, la tortuga está de paso, y la señora mayor dice 'yo me voy a quedar aquí porque ésta es mi casa', y la niña se va. Realmente no estamos hablando aquí de la muerte ni de la tragedia, sino de la capacidad individual de afrontar la vida, o los problemas, porque al final, de alguna manera, estamos solos todos, aunque estemos rodeados de mucha gente. Nana se va haciendo fuerte, nunca tira la toalla, se busca la vida, confía en que no va a pasar nada. Tiene un punto trascendental, pero la idea de la catástrofe real o la muerte no es tan claramente donde está colocada la historia.

Pintura de Esther Gámez Blánquez

Desde mi punto de vista la obra tiene una perspectiva muy pictórica y muy plástica. A través de las acotaciones hablas de la luz de los tejados, cómo se ven los reflejos en el agua... Te imaginas un cuadro de colores muy particulares...

Yo tengo una hermana que es pintora. Y siempre desde pequeño he visto a mi hermana pintar. Empezamos a pintar juntos en la Universidad Popular de Jaén, pero yo era un desastre absoluto, y ella siguió en la Escuela de Artes y Oficios. Y sí, la obra guarda relación con una serie de cuadros que ella tiene de tsunamis barrocos contemporáneos, donde mezcla lo natural con lo urbano; la idea de la naturaleza invadiendo el espacio cotidiano. De alguna manera hay una unión, una relación directa entre ambas expresiones, o tal vez hay algo educacional, o nos hemos influido mutuamente...

Y ya para acabar, ¿alguna función de teatro infantil que te haya marcado especialmente?

Me vienen a la cabeza muchos flashes de imágenes de montajes que vi de niño, aunque no fueran infantiles, sino teatro para adultos, y trataran temas fuertes. Por ejemplo, Rosa Díaz, antes de crear La Rous vino a Jaén con un montaje de Laví e Bel, Paradiso, en el que ella hacía de un niño que estaba muerto, y se convertía en ángel, y estaba en una estación de tren antigua, como en una Europa decadente, era muy bonito, y recuerdo que supuso una apertura mental, fue un hito para mí, de decir, ¡hala!, qué cosas se pueden hacer... También la compañía Espejo Negro, con un cabaret muy muy salvaje, muy grotesco..., y eso lo vi con trece años. He visto muchísimo teatro de niño.

BIO

Paco Gámez (Úbeda, Jaén, 1982) es Licenciado en Filología Inglesa por la Universidad de Jaén y en Interpretación Textual por la Escuela Superior de Arte Dramático de Sevilla. Amplía su formación actoral con maestros como José Carlos Plaza, Fernando Sansegundo, Juan Carlos Sánchez, Will Keen, Ernesto Arias, Sergi Belbel, Vicente Fuentes, Andrés Lima, Carlos Be o María Velasco.
Recibe el VI Premio Jesús Domínguez por su texto Autos (A road play), publicado en la revista Primer Acto. Recientemente ha publicado Chapman (∞ x 0) dentro del programa de Creación de Nuevas Dramaturgias del INAEM. El Hombre en Llamas fue Premio Letras Hispánicas de la Universidad de Sevilla, y posteriormente publicado y estrenado bajo la dirección Alfonso Zurro. Publica también el poemario La Rompedura tras ganar el Premio de Escritores Nóveles de la Diputación de Jaén.
Su texto Nana en el Tejado ha sido recientemente galardonado con el XVII Premio SGAE de Teatro Infantil, y será publicado este año en la serie de Teatro Infantil y Juvenil Sopa de Libros, que el grupo editorial Anaya coedita con la Fundación SGAE.

lunes, 17 de octubre de 2016

Itziar Pascual: "En el teatro para niños hay una transgresión estética, poética, ideológica..., que no encontramos en el teatro para adultos"

Itziar Pascual es introvertida, calmada, tiene una voz fina que recuerda a algún personaje de un bosque de cuento, transmite ternura y habla con la claridad de quien lleva toda su vida contando historias a través y alrededor del teatro (es periodista, profesora de Dramaturgia en la RESAD, investigadora, y autora de una treintena de obras). En el Día internacional de las mujeres escritoras, compartimos un café con ella para hablar de su visión sobre el panorama actual del teatro infantil, y de su trayectoria como creadora especializada en el género.

En España hay cuatro premios fundamentales de teatro para niños: el Premio SGAE, el Premio ASSITEJ, el Premio de la Escuela Navarra de Teatro (uno de los más veteranos), y el Premio Barahona de Soto. Itziar Pascual los ha ganado todos. El último, el Premio SGAE 2015, con La vida de los salmones, una historia en femenino sobre la cultura del cuidado, la importancia de la tradición oral y de cantar nanas a nuestros niños, que acaba de ser publicada por la editorial Anaya. En breve se hará una lectura dramatizada de la obra en la Sala Berlanga de Madrid. Además, el pasado 7 de octubre se estrenó en Lucena (Córdoba) su poema dramático Ainhara.

La maternidad actúa a menudo como motor de emprendimiento, ¿fue tu caso? ¿Cómo surgió tu interés por el teatro infantil, hubo algún detonante?

No fue el motor principal inicialmente, porque hubo dos acontecimientos que yo creo que fueron epifánicos, pero sí es verdad que la maternidad influyó después, en el horizonte como espectadora, en mi práctica personal y en mi vida cotidiana. Y esos dos acontecimientos fueron: escribir una obra en la que yo no pensé inicialmente en un público infantil como potencial, pero ocurrió que los niños se apropiaron de esa obra, lo cual me parece un territorio muy interesante. La escritura para niños no necesariamente es la escritura concebida expresamente para ellos; la Historia está llena de ejemplos de escritores y de obras, como Dickens, Stevenson, Julio Verne, Poe..., que no pensaban que estaban escribiendo para niños. Esto me pasó con una obra que se llama Miauless, que se sigue representando, y está teniendo mucha vida.
A partir de ahí sí que tuve el deseo de escribir por primera vez para niños: mi obra Mascando ortigas, ganó el Premio ASSITEJ en 2005, y esa fue realmente una oportunidad maravillosa que me dio la vida, porque me permitió publicarla en ASSITEJ, participar en FETEN, y además, y sobre todo, conocer a una persona imprescindible en mi modo de entender el teatro para niños, que es Suzanne Lebeau.
La dramaturga Itziar Pascual

Cuando estás trabajando en una obra, ¿piensas en que los niños la lean, la interpreten, la vean representada...?

Ahora ya sí. Hay una etapa muy intuitiva al principio en la escritura de teatro para niños, donde trabajas sobre todo con cuestiones como tu propia noción de infancia, tu bagaje personal, tu relación con niñas y niños cercanos, tus recuerdos de vivencia infantil..., pero hay otro momento, en que, sin negar esos aportes, se abre a un trabajo más consciente de todas las singularidades que tiene el crecimiento de una persona entre 0 y 17 años. No es igual un bebé, que un niño de primaria, que un niño de infantil, que un chico o una chica de la ESO, por decirlo con categorías educativas. Ni su imaginario es el mismo, ni su relación con la lecto-escritura es la misma, y por tanto con lo social, con la comunicación, con el lenguaje, con la acción...

Sucede muchas veces que, cuando acudimos a la cartelera de espectáculos infantiles, encontramos esa coletilla recurrente, “para niños de 0 a 99 años", que genera cierta confusión, ¿no crees que las obras de teatro infantil deberían estar mejor categorizadas?

Sí, estamos en un totum revolutum, pero eso es así por varias razones. La primera, porque aunque tú defines un horizonte ideal de espectador..., por ejemplo, de 8 años, ese espectador de 8 años tiene hermanos, mayores y menores, y la práctica del teatro en familia no es exclusiva, es decir, van los hermanos, van los adultos que acompañan..., porque -no lo olvidemos-, el niño es un espectador mediatizado. Cuando un niño va al teatro siempre es porque previamente un adulto lo ha decidido.  Y ese adulto puede ser madre, padre, familia extensa, profesor, institución, programador... Esto hace que efectivamente ese 'horizonte ideal' sea muy difícil de cumplir, por las familias, por los colegios, y por las compañías también.
Por otro lado, cuando hablamos de esa hipotética condición de 0 a 99, podríamos entender que se habla de teatro para público familiar, lo cual es un concepto distinto, es decir, un espectáculo que aspira a ser útil, poético o emotivo a la vez para un adulto y para un niño; que ambos puedan compartir una experiencia con distintas capas de lectura o niveles de sentido... Esa exigencia significa ser capaz de generar lenguajes teatrales coherentes para públicos distintos, lo cual no siempre se da, y además supone un enorme compromiso y desafío para los artistas. Esto, frente a teatro exclusivamente para niños, donde por muy comprometida que sea la manera en que los padres van al teatro, el adulto es el 'convidado de piedra'. Creo que son ligas distintas, y esa información es buena que el público la tenga.

¿Compaginas la escritura para niños y la de adultos, o ahora estás más volcada en la primera?

Trabajo para públicos diferentes, pero es verdad que ha venido una etapa de muchas oportunidades  y de muy buenas noticias en el teatro para niños. Ganar en 2015 los tres premios que me faltaban (de los cuatro principales que hay en lengua castellana) fue una puesta en valor y una experiencia maravillosa, y además tuve la enorme suerte de poder colaborar con La Rous en su último espectáculo, Hilos, que obtuvo el Premio FETEN a la mejor dramaturgia compartida en esta creación. 2015, y ahora 2016, han sido unos años muy prolijos y muy bonitos, y estoy muy contenta.

Portada de La vida de los salmones

Da la sensación de que la literatura dramática infantil es una gran desconocida, ¿sigue siendo tan importante para los autores ganar un premio que sirva de lanzadera? 

Por supuesto que los premios siempre son un respaldo, son la oportunidad de acceder a una edición de calidad. Por ejemplo, ASSITEJ es una entidad que cuida muchísimo la edición; además ha generado todo un trabajo de colaboración con la Biblioteca virtual Miguel de Cervantes para difundir sus fondos, lo que supone llegar a lectores a los que no llegaríamos de otra manera. El Premio SGAE tiene una edición de Anaya, con trabajos de ilustración maravillosos... Cuidar la edición del libro teatral, presentarlo y distribuirlo bien es fundamental. Y hay premios (como el de la Escuela Navarra de Teatro, o el Premio Barahona de Soto), que implican estreno, y luego permanecen en campaña escolar, lo que es realmente importante, porque los textos tienen que moverse, ser visibles, tienen que llegar a las compañías, llegar al público.

Aparte de los premios, ¿qué cauces crees que serían necesarios para que estos trabajos salieran más a la luz, encontraran otras vías de difusión...?

Hay que conseguir que el teatro para niños esté dentro del movimiento general de la literatura para niños. La poesía ya lo está logrando, y en cambio en el área del teatro para niños, el acceso a fondos en las librerías de las ciudades es muy pequeño, muy sobrio. Hay mucha tarea por hacer, pero también hay que poner en valor todas las dinámicas que ya se están llevando a cabo. Por ejemplo, El Salón internacional del libro teatral realiza lecturas dramatizadas de teatro infantil con entrada gratuita. Cada vez más, las librerías están haciendo presentaciones de libros de teatro en sus sedes. La Fundación SGAE organiza ciclos de teatro infantil a través de la Sala Berlanga. Muchas veces nos falta el conocimiento de lo que ya se hace.

Parece que no se acaba de superar la idea de que el teatro infantil es un género menor...

Es muy importante negar el tópico viejo que no se corresponde con la realidad teatral española. En 10-15 años se ha producido una verdadera revolución artística en el teatro para niños. Hay compañías de altísimo nivel; hay propuestas de una transgresión estética, poética, ideológica..., que a veces no encontramos en el teatro para adultos. El teatro para niños tiene público, tiene salas, tiene ferias, tiene circuitos, tiene festivales internacionales..., luego hay todo un sector de creación relevante.
Suzanne Lebeau ha sido para mí una persona capital para comprender que no hablamos en modo alguno de un género menor, sino a veces de una hermenéutica menor, de un prejuicio instalado, de un punto de vista de algunos adultos sobre un determinado teatro para niños. O la perspectiva del teatro para niños como un medio, y no como un fin en sí mismo. Hay propuestas con un valor extraordinario, y a todo ese trabajo es muy importante darle las condiciones materiales y económicas adecuadas para que se desarrolle. Por ejemplo, en el mundo del teatro para niños pasa que los impuestos son los mismos, pero el precio de las localidades o el caché de las compañías es inferior. Ahí hay una dificultad inherente que es el resultado de ese prejuicio: como es 'menor', los artistas tienen que cobrar menos..., pero los artistas del teatro para niños pagan los mismos impuestos que las compañías que trabajan para adultos. Hace falta una dignificación de este trabajo, una reflexión sobre el papel que queremos que el arte tenga para las edades tempranas.

Ensayo Suzanne Lebeau: Las huellas de la esperanza

A menudo son las propias compañías las que ofrecen propuestas poco exigentes, con recursos mínimos. De manera que con una nariz de payaso, una canción y unos globos, la función ya tiene apariencia de "infantil"...

Es totalmente respetable una animación sociocultural, o una práctica de dinamización de un grupo..., pero es muy importante saber cuándo estamos haciendo teatro para niños con el propósito de generar una experiencia artística, o estamos convirtiendo el teatro en un medio para incluir áreas curriculares de según qué asignaturas, o generar unos ingresos que permitan después hacer una producción  para adultos. Ahí es donde la reflexión de si el teatro para niños es medio o fin procede hacérsela a las compañías, preguntarles: ¿cuál es tu relación con lo infantil?, ¿es porque confías en lo que haces, lo que quieres hacer merece la pena, o es porque estás pensando en el carácter subsidiario del teatro infantil? La diferencia es transparente cuando asistes al teatro como espectador. No tiene nada que ver un tipo de teatralidad que lo que pretende es conseguir un número determinado de funciones, dentro del concepto de campaña escolar, porque hay unos temas que son de preferencia educativa y hay una serie de contenidos curriculares que se quieren integrar, a decir: el teatro es un fin en sí mismo. El arte, la poesía, no tienen una finalidad didáctica; lo didáctico, si está, es porque a una persona le mueve emociones y le transforma ver una obra. Esta es nuestra batalla.

Al hilo de las temáticas que priman en las obras infantiles, y volviendo a tu faceta como autora, ¿cuáles son los temas que abordas en tu obra para niños?, ¿hay asuntos recurrentes que sueles tratar?

Cada obra pretende tener un desafío nuevo, una tarea y un aprendizaje; para mí es muy importante que cada obra me obligue a desprenderme de lo que había aprendido en la anterior y a ponerme ante la duda de no saber cómo enfrentar la siguiente. No creo que haya unos temas recurrentes como tales, aunque sí puede haber leit motivs o atmósferas... En este momento me mueve la exploración de temáticas. Un rasgo de la literatura para niños es que hoy el concepto de tabú nos hace preguntas a los artistas sobre lo prohibido, lo limitado, qué se puede y qué no se puede contar a los niños. Creo que no hay temas vedados, sino que la tarea es encontrar los modos de afrontar y comunicar temas totalmente diversos. Me interesa mucho la relación entre la belleza y el humor, los límites entre lo poético y lo dramático, la relación entre lo vivencial, lo cotidiano, lo pequeño, y lo colectivo; lo político, en el sentido de ciudad en la que adultos y niños vivimos, qué concepto de organización colectiva nos damos. Y luego hay cuestiones que tienen que ver con la memoria, con la soledad, y con la esperanza. La noción de esperanza es fundamental en el teatro para niños. Eurípides nos recuerda, después de escribir una obra como Las Troyanas, que hace 25 siglos que el teatro resiste. 


Ilustración de Beatriz Castro para La vida de los salmones

Acaba de ver la luz tu obra La vida de los salmones, galardonada con el Premio SGAE 2015, cuéntanos cómo fue el proceso creativo...

La vida de los salmones es una obra con tres personajes femeninos: una niña, una bailarina, y una mujer con la que cada noche se reúnen en la habitación de los sueños para cantar nanas, contar cuentos... Es una historia que tiene que ver con el cuidado; qué significa cuidar y ser cuidado, pero no se plantea en términos de relación madre/hija, de hecho el concepto de madre no aparece en ningún momento de la obra. En una sociedad de la prisa y de la urgencia, tiene vital importancia seguir preservando la oralidad, el canto de las nanas (que hoy estamos convencidos de que son una creación femenina). Reflexionar sobre lo importante que es la cultura del cuidado, la tarea de dar confianza, acunar, cuidar, proteger a nuestros niños. Cuando se siembra, la cultura del cuidado crece, se hace recíproca y se dirige hacia más caminos. Aletea en La vida de los salmones la convicción de que no somos guisantes, sino que todos estamos en relación con alguien que nos cuidó, que se desveló por nosotros, que no durmió, que se tapó las ojeras..., y ese alguien en un altísimo porcentaje fueron mujeres.

Ilustración de Beatriz Castro para La vida de los salmones

Fuiste fundadora de la Asociación de Mujeres de las Artes Escénicas de Madrid (AMAEM Marías Guerreras), ¿qué mensajes transmite el teatro a las niñas de hoy?

Me interesa mucho ampliar el horizonte de los personajes femeninos, y en el teatro para niños especialmente; todo lo que tiene que ver con dotarlos de complejidad, de acción, de capacidad metamórfica, de progresión, de tensión... Es muy importante que nuestras niñas tengan ejemplos, oportunidades, imaginarios que contesten y re-signifiquen la estrechez de determinados roles. Hay que plantearse qué tipo de ficciones ofrecemos, qué función tienen los personajes, qué dices en lo que dices; si estamos repitiendo a nuestras niñas el viejo corsé... Me parece muy importante que tengan conciencia, libertad, que sean lo más piratas posibles.

¿Qué te aportan tus hijas como escritora?

Mis hijas me construyen y me aportan muchas cosas; ponen en duda eso de "lo que un niño entiende o no entiende". Muchas veces ocurre que el adulto tiene una especie de conceptualización de lo que es la infancia, y suele haber una idea de la infancia como paraíso, como un territorio idílico; se ha borrado la propia vivencia, la propia memoria interna, y se ha dulcificado e idealizado la infancia, cuando la experiencia de un niño está llena de intensidad, crisis, conflictos, anhelos, luchas, tristezas... Es muy importante también ser conscientes como creadores de teatro para niños de que tenemos esa labor de reeducar a los adultos.

¿Podrías destacar algunas compañías, que, en tu opinión, están haciendo actualmente un trabajo comprometido y de calidad hacia la infancia y la juventud?

Para mí hay una serie de compañías en el teatro y en la danza de este país que son ejemplares y que hay que ponerlas en primer lugar. Voy a citar a Karlik y a La Rous porque lo he vivido en primera persona al haber trabajado con ellos, pero daría la misma fe como mera espectadora, porque realmente hay un compromiso, una exigencia artística y poética que es emocionante. Una niña, de La Rous, habla del abandono infantil, y lo hace con belleza, con amor, con esperanza. Karlik: hacer la vida de Frida Khalo para niños, y que sea un espectáculo lleno de poesía, de elegancia, de imaginación... Ultramarinos de Lucas, son una compañía modelo en su técnica teatral, en su manera de tratar los cuentos de la tradición popular, en la apertura temática; no creo que haya muchas compañías que puedan decir que han hablado del acoso escolar como lo han hecho ellos, con la poesía y la emoción de Juul, que para mí es un espectáculo epifánico. Marie de Jongh (ganadora este año del Premio FETEN por Amour), está haciendo un trabajo extraordinario. Teatro Paraíso, por supuesto. Y qué decir de Aracaladanza, una compañía ejemplar en el trabajo poético y expresivo en la danza para edades tempranas. No cae del cielo una gira como la que están haciendo ellos por toda Asia... En fin, hay mucha gente maravillosa que está haciendo cosas increíbles, y por eso es importante evidenciar que estamos en un territorio de una altura artística de primer rango, que España tiene unos creadores de altísimo nivel, que de hecho están mostrando sus montajes fuera. Ese es el resultado de mucho trabajo, de mucho rigor, y de un entrenamiento físico muy serio.

Cartel de Ainhara (poema dramático)

¿Estás de acuerdo con ese dicho que afirma que los niños son el público más exigente?

Sí, porque es un público que no tiene ningún deber de ser correcto, que expresa con plena sinceridad lo que le pasa, que percibe perfectamente cuándo no le están tratando con la altura poética y ética que le toca. Es un público que no se siente cautivo, y que va a tener una relación sincera con lo que acontece en escena.

¿Qué elementos consideras fundamentales para que funcione un espectáculo con los niños, para llegar a tocarles?

Hay muchos caminos distintos, pero yo destacaría el principio de coherencia; es decir, no prometer a los niños-espectadores cosas que luego no les das, como por ejemplo una participación que luego le impides. Y hablaría de rigor, de trabajar con verdad lo que estás contando.


Últimas obras con premio de Itziar Pascual:

La vida de los salmones, Premio SGAE 2015. Ed. Anaya.
Aire de vainilla, Premio de la Escuela Navarra de Teatro 2015.
Ainhara, Premio Barahona de Soto ciudad de Lucena 2015.
Mascando ortigas, Premio ASSITEJ España de Teatro para la Infancia y la Juventud 2005. Ed. Assitej.