Últimamente tenemos la función en casa. Cada vez que nos reunimos con otra familia de amigos, la velada termina con los niños "haciéndonos un teatro". Mueven sillas, tiran cojines al suelo, se colocan trapos encima, sacan instrumentos, traen muñecos y objetos para que participen en la historia... "Mamá, vamos a haceros una función". Nos reparten las entradas, que previamente se han esmerado en diseñar, colorear y recortar. "Tenéis que sentaros aquí en el sofá". Obedecemos. "Silencio, que vamos a empezar". Apagan las luces, y ya está montada la escena. Todos a la espera de que ocurra algo.
Un momento de improvisación casera |
Niño 1- (Saludando) ¡Señoras y señores, con todos ustedes, el inventor...! (Aplausos)
¡Aquí os presento a mi nuevo súper-invento: el robot...!
Niño 2- ¡Mec, mec...! (Camina con los movimientos articulados típicos de los autómatas)
Niño 1- Este robot puede hacer de todo, ¡cualquier cosa! Por ejemplo..., reír (aprieta un 'botón' en el costado del Niño 2, y éste ríe a carcajadas), o llorar (aprieta un 'botón' en la espalda del Niño 2, y éste rompe en quejidos entrecortados).
(Dirigiéndose al público) ¿Qué más queréis que haga?
Público- ¡Saltar!
El Niño 1 aprieta otro 'botón' en la barriga del Niño 2, y éste ejecuta saltos acrobáticos.
Público- ¡Bailar!
El Niño 1 aprieta otro 'botón' en la barriga del Niño 2, y éste realiza increíbles movimientos de danza contemporánea.
Niño 1- ¡Tachán...! ¡Y hasta come mariposas!
Niño 2- ¡Mec, mec...! (Hace el gesto)
He intentado transcribir esta escena que se produjo hace unos días en el salón de casa. Una de tantas. La performance continuó y degeneró en gritos, metamorfosis, persecuciones, comedia, drama, y diálogos del absurdo. No había sido guionizada, ni ensayada, no se sabía cómo empezaba ni cómo iba a acabar. Los niños no van a clases de teatro, ni conocen de forma consciente las convenciones básicas del hecho escénico. Sin embargo, había cierta idea de estructura narrativa. Y no cabe duda de que estaban actuando para nosotros, con la misma naturalidad con que se ponen a jugar.
Hay dos mundos, el mundo de la vida cotidiana y el mundo de la imaginación.
Cuando los niños juegan, pasan de un mundo a otro de forma natural y libre.
(Peter Brook)
El juego es el pilar de la improvisación teatral. De ahí brota el material creativo más auténtico y valioso con el que poder construir algo con sentido artístico. Por eso los niños son los mejores actores, y tantas veces, cuando les observamos mientras juegan, nos dejan con la boca abierta. Por eso los actores suelen trabajar "como niños" en sus entrenamientos, a fin de recuperar la capacidad de asombro y la frescura que se diluye con el paso del tiempo. To play, dicen los ingleses para definir el arte de actuar; jouer, usan los franceses. Juguemos más, interpretemos menos. Los niños anhelan que les prestemos atención. Escuchémosles. Pongámonos a su altura para mirarles a los ojos. Contemos las historias que a ellos les interesan. Llevémosles al teatro.
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