martes, 8 de noviembre de 2022

Davel Puente, malabarista de emociones en Le Fumiste

No puedo evitar mi debilidad por los espectáculos de pequeño formato descolgados del circuito comercial en los que con pocos recursos, una idea buena y mucha creatividad, algunos artistas tocados por el duende logran enternecer hasta el rubor, conmover hasta las lágrimas, confraternar hasta la risa. Por ese mapa emocional nos lleva de la mano Davel Puente (actor madrileño afincado en Francia) con su compañía Don Davel. Curtido en teatro de calle y plazas circenses, le basta un minuto para atrapar la atención y meterse a la audiencia -literalmente- en el bote.

Es lo que ocurre en Le Fumiste, una obra que mezcla circomagianarración oral teatro de objetos para hablar de cómo se construye la propia identidad a partir de los recuerdos. Lleva más de cinco años girando por escenarios de medio mundo y acumula un largo historial de éxitos y premios. Esta vez ha hecho parada en el auditorio de Espacio Abierto Quinta de los Molinos, integrada en el VI Festival Pendientes de un Hilo. La veterana compañía titiritera La Tartana, promotora del evento, convoca a profesionales nacionales y extranjeros que despliegan su arte con títeres y objetos por distintos espacios de Madrid. Esta edición ha contado con siete espectáculos para público familiar, además de encuentros, talleres o instalaciones. Ponemos el foco en Le Fumiste, una creación original de la compañía Don Davel que nos ha dejado enfrascados. 

Un momento de Le Fumiste. Fotografía de Lux Nieve

Davel Puente se inspira para esta función en un potente motivo: los recuerdos son de humo y no se pueden apresar. Para vencer lo efímero de la memoria y que sus recuerdos no se desvanezcan intenta conservarlos en botellas de cristal "porque el cristal, igual que el humo, se hace con fuego". La metáfora es sublime y a partir de ella nos adentramos en un mundo surrealista donde botes de diferentes tamaños y texturas se van transformando en una multitud de personajes-contenedores de historias pasadas. Nuestro anfitrión, solo en escena, acaba acompañadísimo por esos frascos animados que exhiben voluntad propia e ingenio hasta para bromearle. Los vemos de forma cristalina gracias al poder evocador de las palabras y a la destreza de su acción. El público abraza la peripecia sabiéndose depositario de íntimas confesiones en un ambiente mágico que hace conectar con los secretos propios. Así, desfilan recuerdos que se encienden, pasados que se esfuman, búsquedas iluminadas... Todos protagonizamos el frágil equilibrio de las primeras veces (subir una montaña, la primera carta de amor, el primer beso, o ese vestigio incómodo al que no se quiere volver pero que nos persigue), todos erramos en el ensayo de la vida, pero vale la pena agacharse mil veces a recoger la pelota de malabares que se cae para poder dominar el juego.

Un momento de Le Fumiste. Fotografía de Lucia Vinaschi


"Los abuelos tienen sobre todo pasado; los niños son futuro"

Con un empaque de cuento autoficcional en el que todo lo que relata parece verídico, Davel Puente hila números de circo (magistral el de la manipulación de sombreros) e ilusionismo con la comedia más payasa y momentos de primorosa poesía visual. Una de las escenas más afinadas y emotivas es la del encuentro entre sus abuelos en un tren, y cómo pasaron juntos las estaciones hasta el final de sus vidas.

Los abuelos tienen un papel crucial en esta función que les rinde homenaje. Los primeros recuerdos del creador parten de ellos y son las raíces de la obra. Cuando su abuelo (que fue gerente del Circo Price durante 30 años) le llevó a verlo por primera vez, la experiencia provocó en él tal fascinación que decidió que de mayor querría dedicarse a eso: ¡ser un payaso! De ahí la vocación por cuidar y preservar los recuerdos que nos hacen ser quienes somos hoy. El mensaje trasluce del modo más divertido, con un actor entregado a remover en el mismo tarro las risas de los niños y los mayores.

Un momento de Le Fumiste. Fotografía de Lux Nieve

El teatro de objetos y de marionetas atraviesa un momento de auge y explosión creativa. Cada vez más compañías investigan sobre esta disciplina y lo incorporan a sus propuestas, a la vez que aumenta el interés de los programadores, auspiciado por el buen funcionamiento entre el público. El lenguaje con objetos permite además internacionalizar el producto y traspasar fronteras. Don Davel se suma a esta tendencia y presenta en gira también su último trabajo, La increíble historia de Elzear Duquette, segunda parte de lo que será una trilogía. Puente invita aquí a un viaje sobre la fugacidad detiempo donde explora el uso escénico de los relojes de arena. La pieza se configuró en una residencia de creación artística en el Topic de Tolosa. 

Próxima función de Le Fumiste: 15 de enero de 2023 en el Teatro Real Carlos III de Aranjuez.

miércoles, 19 de octubre de 2022

Otoño en danza para toda la familia

Espacio Abierto y la sala Cuarta Pared han iniciado su temporada otoñal con interesantes propuestas de danza contemporánea para público infantil y familiar. Son dos de los centros de exhibición madrileños que más cuidan su oferta para este colectivo; el de la Quinta de los Molinos, porque lo lleva en su génesis desde su inauguración en julio de 2018. Hoy sigue siendo el único auditorio municipal con un calendario estable de artes escénicas de calidad orientado específicamente a niños y adolescentes. La Cuarta Pared alienta desde hace años su compromiso con los jóvenes públicos a través de su escuela, sus campañas escolares, y programando los fines de semana a compañías de nivel. La danza está siendo protagonista del nuevo curso en ambos escenarios. 

Espacio Abierto Quinta de los Molinos dio la bienvenida al otoño con Entre almendras anda el juego, un espectáculo itinerante por distintos rincones del parque, creación en exclusiva de la compañía Aracaladanza como fin de fiesta de la segunda edición de La Quinta cosecha, una jornada de actividades en torno a la recogida de la almendra. El 22 y 23 de octubre prosigue el ciclo de danza para bebés y primera infancia Bailas, ¿Baby? Esta vez asume el desafío el coreógrafo Jesús Rubio Gamo, tras las hermosas experiencias de la temporada anterior con Luz ArcasCesc Gelabert

Casi un año después de su estreno en Matadero, la compañía de Mónica Runde10&10, ha traído a la Cuarta Pared Vivo Vivaldi, un viaje a través de las estaciones con la guía musical del genial compositor veneciano. Además la sala acogerá a finales de mes Olor a tiempo, una obra enmarcada en la programación del XVII Festival Suma Flamenca, que integra flamenco y teatro para público de todas las edades. Sara Nieto, impulsora del proyecto, pone a bailar a algunos de los personajes de El Principito por bulerías, cañas o guajiras.

Si la expresión a través el movimiento es consustancial al ser humano; si bailar es una de las primeras artes que gozan los niños de forma espontánea, ¿por qué no invitarles más a menudo a ver, sentir, experimentar la danza?


Imagen de Entre almendras anda el juego

Entre almendras anda el juego, de Aracalandanza

Va camino de ser tradición: las familias se arremolinan en el jardín exterior que hay delante del palacete de la Quinta de los Molinos veinte minutos antes de que comience la aventura. Todos, pequeñas y mayores, vecinos y turistas, están invitados al baile. Una llamada de la anfitriona Al Mendra conduce al grupo por un sendero hasta el lugar secreto donde se halla una de las joyas del histórico parque madrileño: su campo de almendros. Allí asistimos a una representación estilizada y bellísima del rito de la recolección; corros de bailarines varean los árboles y acarrean espuertas llenas con el fruto que simboliza la despedida del verano y el inicio del ciclo otoñal. Al término, los niños se apresuran a recoger las almendras que quedan en la tierra y aprenden a abrirlas a pedradas, feliz aperitivo de buena mañana.


Imagen de Entre almendras anda el juego


El entorno natural es plaza, escenario y cuerpo de esta pieza itinerante concebida por la prestigiosa compañía Aracaladanza (Premio Nacional de Teatro para la Infancia y la Juventud 2010 y múltiples premios MAX y FETEN), infalible sello de rigor y excelencia a las riendas de Enrique Cabrera.
No es la primera vez que se baila o se actúa en este bosque. En la edición anterior fueron Chevy Muraday y Losdedae quienes sembraron y recogieron los frutos, y el verano de 2021 las Alicias buscan Maravillas de Lucía Miranda también jugaron allí al escondite.
Este tipo de propuestas al aire libre son un acierto, y cada vez más, también, un éxito de convocatoria. De un día para otro se corre la voz y la comitiva que atraviesa el parque ávida de sorpresas se vuelve multitudinaria. El público participa del recorrido como un actor más en un ambiente lúdico y festivo que trasciende el concepto de teatro de calle. Cuando además se habla en lenguaje gestual y simbólico, la experiencia adquiere cierto aire de ensueño.
 
¿Qué está pasando?
¿Adónde vamos ahora? 
¡Mira, mira ahí...! 

El trayecto continúa y de pronto, en un recodo del camino, ¡oh!, un quinteto de cuerda interpretando clásicos populares. Más arriba, en otro rellano, unos elegantes gigantes sin rostro acaban perdiendo la cabeza a ritmo de swing. Bordeando una curva nos topamos con unos paseadores alternativos, entre otras ironías visuales (ángeles rojos, hadas negras...) hasta llegar a la pista final donde converge la memoria de los juegos infantiles, los de vara, comba, y pasos en retahíla. Quien quiera ser niño puede unirse a los artistas y hacer turno para saltar, culminando entre todos la creación colectiva.


Imagen de Entre almendras anda el juego


Entre tanto trasiego quizá se escape algún fragmento o no pillemos el mejor hueco para verlo, pero aquí no sólo importa el visionado; la experiencia es inmersiva y se completa por la ilusión de la ruta en sí. Formar parte de ello es ya el espectáculo. Y tal vez, de improviso, descubramos a un bebé bailando entusiasmado al son de Vivaldi, o la alegría de una anciana vecina del barrio que se ha sumado curiosa a la comparsa durante su paseo cotidiano por el parque. 
Lo mejor es que habrá otra oportunidad de disfrutarlos pronto: Aracaladanza volverá a finales de febrero, con la floración de los almendros, a presentar La Quinta en flor. Y de nuevo la danza anunciará la primavera.

Vivo Vivaldi, de 10&10

Del paso de las estaciones, de celebración y música barroca va también este espectáculo, Vivo Vivaldi, donde un equipo de nueve bailarines traza puentes sensoriales entre las emociones que volcó el compositor italiano en sus celebérrima obra, y la mirada actual. Con más de treinta años de carrera, la compañía 10&10, ahora comandada por un tridente excepcional de creadoras (Mónica Runde, Elisa Sanz e Inés Narváez) se atreve por primera vez con un infantil. Pero en realidad no es tal, sino una propuesta abierta que pretende acercarse -por distintos recovecos- a un amplio arco de edades. Lo han mostrado en octubre en la Cuarta Pared, el lugar donde hace años se fraguó la complicidad entre las tres. Y con el aliciente de que ellas también bailan.


Imagen de Vivo Vivaldi. Fotografía de José Alberto Puertas

Vivo Vivaldi es un divertimento coral que mezcla disciplinas como la danza, el teatro de sombras o la vídeo-escena, trasladándonos a un universo de fantasía y componiendo imágenes que parecen cuadros. Propone un viaje por las estaciones que empieza en el invierno (la oscuridad y los temores) y acaba con la explosión de luz y alegría de la primavera. A veces son los peques quienes tienen que explicar esta inversión temporal a los adultos; los elementos referenciales de cada período son claros y reconocibles para los niños, que se dejan llevar sin más prejuicio que el asombro y las ganas de jugar. "Una de las anclas del proyecto era la necesidad de hacer llegar nuestros códigos a los públicos que normalmente no acceden a ellos", apunta Narváez. "Creemos que una sociedad capaz de emocionarse junta es capaz de comunicarse mejor".

Imagen de Vivo Vivaldi. Fotografía de José Alberto Puertas

La comunicación es intergeneracional y recíproca entre la escena y el patio de butacas y no faltan los toques de humor. Complacen la libertad y la intuición con que los actores habitan el espacio y se moldean en conjunto y en soledad. Por lo imaginativo y prolífico, llama la atención el vestuario -como no podía ser menos estando Elisa Sanz en tablas y en bambalinas-, con alusiones a la propia infancia de los intérpretes. Hay misteriosas siluetas con capa y máscaras venecianas que se deslizan en volandas, polisones combinados con prendas náuticas, faldas que son flores, flores que serán humo. Funciona la apuesta por el papel como elemento plástico esencial: crea marcos, alfombras y volúmenes, sirve de telón, de vestido, y hasta de efecto sonoro.

La selección musical que inspira la coreografía bebe sobre todo de Las cuatro estaciones de Vivaldi, pero deja de lado los temas más trillados de la obra. Como un trasunto del propio autor, Mónica Runde, alma mater de la compañía, toma la batuta, mueve las cuerdas, y orquesta momentos de apoteosis.


Imagen de Vivo Vivaldi. Fotografía de José Alberto Puertas


Próxima función30 de abril en el Laboratorio de las Artes de de Valladolid (LAVA)


sábado, 28 de mayo de 2022

La compañía Claroscvro cuenta a los niños la diáspora judía en su nuevo montaje, El cielo de Sefarad

Tercera coproducción de la compañía hispano-canadiense con el Teatro de la Zarzuela dentro de sus Proyectos Didácticos, con la que se recuperan las funciones para escolares en el ambigú después de dos años.

Imagen de Noa y el gato. Cartel de El cielo de Sefarad

Claroscvro Teatro, compañía especializada en títeres y máscaras, en su apuesta por acercar nuestro patrimonio lírico-musical a los niños, presenta una nueva delicia en el ambigú del Teatro de la ZarzuelaEl cielo de Sefarad, la historia de una niña judía que se ve obligada a abandonar su casa, su tierra, a sus amigos..., a raíz del edicto de expulsión de los judíos por parte de los Reyes Católicos en 1492. 

Después de las brillantes Perdida en el Bosco y La increíble historia de Juan Latino, (estrenadas en 2017 y 2020 respectivamente) y con un planteamiento escénico similar, El cielo de Sefarad nos hace viajar al Toledo de las tres culturas, donde Noa, una niña sefardí que juega sin reparos con un niño cristiano (Pedro), y con otra niña musulmana (Fátima), se enfrentará al sinsentido de tener que exiliarse porque su familia profesa una religión diferente.

“Me pregunto si en el universo hay otros mundos como el nuestro. 

Pero un mundo justo donde los niños no tengan que abandonar su casa por culpa de los adultos” 


Un momento de de El cielo de Sefarad. Fotografía de José Albornoz

Pese a la crudeza del tema -que conecta directamente con la actualidad de los refugiados ucranianos-, la obra rebosa humor y ternura y consigue despertar la empatía y dibujar sonrisas. Enseguida nos adentramos en este episodio de la historia de España gracias al rigor en la ambientación estética, al uso específico del lenguaje (escuchamos el saludo judío shalom, términos como comidica, o alusiones a la Inquisición y a los judíos conversos), en una estructura que alterna escenas teatrales con interludios musicales, exquisitamente escogidos e interpretados en vivo, sello de la casa Claroscvro

Así, la propuesta funciona como un cuento musical y como concierto dramatizado, en base a un repertorio de canciones bellísimas como ¿Por qué lloras blanca niña?La rosa enflorece,  y otras muy divertidas y apropiadas para el público infantil, como Los guisados de la berenjenaEstaba el señor Don gato, o A la una yo nací, maravillosamente entonadas por la soprano venezolana María José Piré, nuevo fichaje de la compañía, quien sorprende con una voz tan limpia y potente que sobrecoge. Enrique Pastor repite orquestando este festín de la juglaría, y ambos músicos se implican en la acción.

Que los niños presten oído a la música tradicional sefardí, cristiana y andalusí, que les lleguen los ecos, las voces de una época de tal riqueza cultural, que tengan la oportunidad de conocer instrumentos como la fídula, la cítola, el laúd, o el pandero cuadrado, y todo ello vehiculado por una fábula encantadora, tiene un enorme valor. 


Un momento de El cielo de Sefarad. Fotografía de José Albornoz


Julie Vachon y Francisco de Paula, creadores de la compañía, lo han vuelto a hacer: de nuevo hilan un trabajo de gran sensibilidad, con un cuidado extremo por los detallesSímbolos como las estrellas de seis puntas, las trenzas en el pelo, los colores de los vestidos, o la redondela (etiqueta que señalaba a los judíos cuando salían del gueto) ahondan en la verdad de los hechos acontecidos desde un sentido poético.
Esta vez además hacen gala de haber diseñado y construido ellos mismos los títeres de palo que representan a los tres niños protagonistas. Los animales, como un gato resabiado y guasón (y otros curiosos personajes que van apareciendo) son muppets, y para los adultos de la historia (los abuelos y la madre de Noa) los actores utilizan eficaces máscaras expresivas y cambios de indumentaria.

Noa transita un camino empedrado en el que aprenderá lo que es el desarraigo, el acoso por ser diferente, la traición de un amigo, la importancia de atesorar el conocimiento de nuestros abuelos, o la inutilidad de levantar muros

"Noa, pégate a tu abuela todo lo que puedas. 

Aprende sus recetas, memoriza sus cuentos y sigue cantando con ella todas sus canciones"


Un momento de El cielo de Sefarad. Fotografía de José Albornoz


Campaña escolar y funciones accesibles

El cielo de Sefarad forma parte de los Proyectos Didácticos del Teatro de la Zarzuela. Como es habitual desde que el director artístico Daniel Bianco impulsara esta iniciativa, se organizan funciones matinales específicas para alumnos de primaria de distintos centros educativos. Durante la última semana de mayo y la primera de junio de 2022, y de nuevo en el mes de noviembre (dentro de la programación de la nueva temporada) cientos de escolares disfrutan de esta selecta producción -quizá una de sus primeras experiencias estéticas-, con el aliciente de poder debatir después en clase con los compañeros y profesores sobre sus impresiones del espectáculo.

Algunas de estas funciones escolares están siendo especialmente emotivas por contar entre el público con niños ucranianos recién llegados a España, a quienes los actores dedicaron unas palabras de bienvenida, y también se ha realizado alguna representación con intérprete de lengua de signos para integrar a los niños con discapacidad auditiva. Además hay programadas funciones en abierto para público familiar general.


El cielo de Sefarad. Foto cortesía del Teatro de la Zarzuela


EL CIELO DE SEFARAD

Producción: Claroscvro y Teatro de la Zarzuela
Guión: Julie Vachon
Dirección de escena: Larisa Ramos, Julie Vachon y Francisco de Paula Sánchez
Dirección musical: Enrique Pastor
Actores y titiriteros: Julie Vachon y Francisco de Paula Sánchez
Músicos: Enrique Pastor y María José Piré
Lugar: Ambigú del Teatro de la Zarzuela
C/ Jovellanos, 4 (Madrid)
Funciones:
28 de mayo (13:00 y 19:00 h.) y 29 de mayo (11:30 y 13:00 h.)
5 y 6 de noviembre (12:00 h.)
Duración: 50 minutos
Edad recomendada: A partir de 6 años

viernes, 9 de julio de 2021

Castelvines y Monteses: furor festivo en un Lope al escondite

La historia de los amantes de Verona, que en la pluma shakespeareana fuera tragedia amarga revisitada en infinidad de versiones, es para nuestro Lope de Vega Castelvines y Monteses, o "Julia y Roselo" una comedia alegre, enredosa, y con final feliz,  lo cual se agradece en tiempos de pesadumbre. Y para Sergio Peris-Mencheta, -hombre de teatro integral catapultado como director en los últimos años, que ha demostrado con creces su sentido del espectáculo y su solvencia en complejas puestas en escena-, es la excusa para orquestar un formidable musical. Júbilo licencioso que está de gira tras hacer una estupenda temporada en el Teatro de la Comedia de Madrid.


Una escena de Castelvines y Monsteses (Foto de Bárbara Sánchez Palomero)

De primeras, encontramos: 
Un elenco explosivo y apasionado en su labor coral, con trece actores que hacen -literalmente- de todo y en el que se anhela que tome la palabra Paula Iwasaki, actriz que encarna a la Julí de la pareja protagonista, y a la que da gusto oír. 
Una escenografía a la que no se le puede sacar más juego, planteada como dos muros enfrentados que representan las casas y negocios de las dos familias enemigas y con una plataforma giratoria central que es punto de encuentro, escenario discotequero, altar, y lo que se tercie. 
La recuperación de las fiestas barrocas del siglo de Oro, salpicadas aquí con temazos clásicos de la canción italiana (Franco Battiato, Renato Carosone, Domenico Modugno, Mina…) en directo, tan pegadizos como el espíritu festivo que imbuye toda la peripecia y del que es difícil no contagiarse. 


Una escena de Castelvines y Monsteses (Foto de Bárbara Sánchez Palomero)

Todos los ingredientes que esperamos se saborean con gusto (su mascarada, sus confidencias entre los grupos de chicas y de chicos, su escena del balcón, su reyerta, su boda clandestina, su resurrección en la cripta -aquí una fría morgue por cuyos nichos trepan los mozos-), pero también otros muchos que resultan nuevos, como la inclusión de ilusiones ópticas (¡magia!), o la actualización conceptual de los entremeses que solían acompañar los entreactos de las comedias áureas: las dos breves pausas se aprovechan para destapar divertidos guiños de dirección.


Una escena de Castelvines y Monsteses (Foto de Bárbara Sánchez Palomero)

La algarada es refrescante, no se ajusta a ningún corsé, tiene originales hitos de puesta en escena (como la audaz forma de integrar la situación pandémica actual), y quizá acierta menos en cuanto a los recortes dramatúrgicos; el verso lopesco queda por momentos en entredicho entre tanta fastuosidad coreográfica, exceso de acción y despliegue de montaje. La escena que más conmueve, es también la más calmada, la del encuentro nocturno de los amantes en el huerto, donde el lirismo consigue volar más allá de las líneas-tapias paralelas. Quizá menos canciones y más verso para rodar redonda. También parece mejor afinada en el inicio y al final que en el desarrollo central de la historia. Y se echa en falta algo más de luz frontal para apreciar la expresión de los rostros.


Una escena de Castelvines y Monsteses (Foto de Bárbara Sánchez Palomero)

Orientada mayormente a público joven, esta producción de Castelvines y Monteses parece una manera fantástica de desmitificar a Lope de Vega y presentarlo ligero y asequible a las nuevas generaciones sin la carga que a veces aún se desprende de las exigencias curriculares académicas. Unos mil jóvenes estudiantes de bachillerato han asistido en grupo a ver la función y han trabajado en sus aulas durante la última parte del curso con el excelente playbook (cuaderno pedagógico), que facilita la CNTC, para un mejor aprovechamiento de la experiencia teatral por parte de los chavales.


Cartel de Castelvines y Monteses

La obra se estrenó el pasado otoño, hizo gira antes de su temporada en el Teatro de la Comedia, y después de las funciones en Madrid recalará en múltiples ciudades de la geografía nacional, pasando por algunos de los principales festivales de teatro clásico, hasta mayo de 2022.

CASTELVINES Y MONTESES

Co-producción: CNTC y Barco Pirata Producciones Teatrales
Reparto: Aitor Beltrán, Andreas Muñoz, Xoel Fernández, Paula Iwasaki, Óscar Martínez, Xabi Murua, Natxo Núñez, Maria Pascual, Gonzalo Ramos, Julia Roch, Cintia Rosado, Ignacio Rengel, Almudena Salort
Dirección y adaptación: Sergio Peris-Mencheta
Versión: Sergio Peris-Mencheta y José Carlos Menéndez
Dirección musical : Joan Miquel Pérez
Dirección vocal: Ferran González
Coreografía: Xenia Reguant
Diseño de escenografía: Curt Allen Wilmer (AAPEE) con estudioDedos
Diseño de iluminación: Valentín Álvarez (A.A.I)
Diseño de vestuario: Elda Noriega (AAPEE)
Asesoría de verso: Pepa Pedroche
Próximas Funciones: Consultar enlace
Duración: 2 horas 15 minutos aprox.
Edad recomendada: A partir de 14 años

viernes, 4 de junio de 2021

Fértil, amable, divertida, profunda: La Rous desenreda sus HILOS en Madrid

Madejas, bovinas, carretes, agujas de tejer, guitas de diferente grosor, una rueca gigante... Rosa Díaz, creadora albaceteña alma mater de La Rous (Premio Nacional de Artes Escénicas para la Infancia y la Juventud) lleva al extremo en Hilos el símbolo que da título a la función. Insuflado por la madre de la artista, el espectáculo deleita y enternece a mayores y pequeños desde que se estrenó en 2016. Una única actriz multitarea preña la escena en esta reflexión transgeneracional sobre los lazos familiares, el legado de nuestros mayores, y los caminos que se abren desde el seno del hogar. Hilos juega en la liga de la excelencia, elevando a la categoría de maravilla el teatro para público familiar que se viene haciendo en nuestro país.

Imagen de Hilos, de La Rous

Rosa Díaz se vale del recuerdo de su madre, Adolfina, mujer de increíble fortaleza (a la que diagnosticaron que no podría tener hijos, ¡y sin embargo parió 14!), para hablar sobre los vínculos familiares y emocionales que vamos entretejiendo a lo largo de nuestra vida. Un guión entrañable, una ristra de bellísimas y poéticas escenas en las que exhibe numerosas técnicas (teatro de objetos, sombras, clown, danza, malabares, e incluso auténticos números de magia), junto a un excepcional dominio del espacio escénico, convierten la propia historia familiar en una encantadora fábula.


Imagen de Hilos, de La Rous

Las dificultades de la conciliación y la crianza se deslizan en una tronchante escena en que la actriz interpreta a la madre como una payasa desbordada que va tirando de distintos hilos y encontrando/dando a luz así a sus 14 hijos, -cada uno representado por una madeja de lana de distinto color-, que lloran, maman, se despiertan, se le caen... ¡Cómo dar abasto con esta familia numerosa!

"Venimos al mundo unidos por el cordón umbilical que nos entrelaza de una manera única a nuestra madre, pero, ¿qué pasa luego con ese hilo? El cordón se corta al nacer, pero el vínculo que se crea entre ambas partes, como un hilo invisible, permanece vivo".

Imagen de Hilos, de La Rous

Lo que parece difícil y aparatoso en escena, por el uso de múltiples detalles y artilugios de utilería, La Rous hace que a la vista parezca sencillo y natural: una montaña de cáscaras de pipas, un árbol de Navidad apenas sugerido con una cuerda y siete puntas, un tendedero de pañales interminable, un gran carrete de hilo que se torna carrito de bebé, un misterioso telar-cortinilla que muestra y esconde...

Geniales son también el encuentro onírico entre sus padres, que culmina en boda, o el momento mecanográfico -ese repiqueteo agitado de unos dedales rojos sobre una caja de madera-, en el que la protagonista cuenta cómo fue su primer trabajo (o su primer viaje lejos de su madre...), para acabar volviendo a sus brazos.

Imagen de Hilos, de La Rous

"Mi madre pasó su vida en una cuerda floja 
haciendo equilibrios 
entre lo que quería, lo que hacía, lo que podía, lo que soñaba..."

El magnífico uso de proyecciones con imágenes del recuerdo familiar, y un cuidadísimo espacio sonoro compuesto principalmente por temas clásicos de la canción francesa e italiana -que debieron ser los temas favoritos de esa súper madre a la que se homenajea-, redondean un espectáculo de una factura impecable. En su palmarés destacan el Premio FETEN a la mejor interpretación y dramaturgia (en colaboración con Itziar Pascual), y el Premio Lorca de Teatro Andaluz.


HILOS

Producción: La Rous Teatro y la Agencia Andaluza De Instituciones Culturales
Dirección: Joan Font y Rosa Díaz
Dramaturgia: Rosa Díaz e Itziar Pascual
Actriz: Rosa Díaz
Diseño de escenografía: Davide Scatá
Vestuario: Laura León
Diseño de iluminación: José Diego Ramírez y Juan Felipe Tomatierra
Género: Técnica mixta
Lugar: Auditorio del Espacio Abierto Quinta de los Molinos
Funciones: 5 de Junio a las 18 h. y 6 de Junio a las 12:30 h.
Lugar: Centro Dramático Nacional (Sala Francisco Nieva)
Funciones: 12 y 13 de Junio a las 11 h. y a las 13:30 h.
Duración: 60 minutos aprox.
Edad recomendada: A partir de 7 años

jueves, 13 de mayo de 2021

La magia de los títeres se instala en Madrid: Alcorcón acoge la primera escuela especializada de España

El Centro Internacional del Títere echará a andar a finales de año

La 30ª Feria Europea de Artes Escénicas para niños y niñas (FETEN) ha sido la plataforma de lanzamiento de un ilusionante proyecto pionero en nuestro país: el Centro Internacional del Títere, un espacio innovador de formación, exhibición e investigación dedicado íntegramente al arte de las marionetas. El centro, con sede en la localidad madrileña de Alcorcón, tiene previsto iniciar su actividad en diciembre de 2021. En un acto organizado en la Escuela de Comercio de Gijón que se ha retransmitido vía streamingIsis Abellán y Juan Muñoz, impulsores del proyecto desde la Fundación el Arte del Títere, han explicado sus líneas básicas de acción. La presentación se abría con una performance a cargo del veterano titiritero de La Tartana, con su alter ego en miniatura como protagonista.


El teatro de títeres y objetos vive un momento vibrante. A la rica tradición de teatro de títeres de nuestro país se le suma la eclosión de propuestas escénicas contemporáneas que incorporan títeres y objetos, el interés de los programadores en esta disciplina, y la internacionalización de las compañías españolas, cuyo trabajo con las formas animadas traspasa fronteras. El momento dulce que atraviesa el teatro de títeres, visual y de objetos contrasta con la ausencia de espacios que acojan de manera integral las vertientes en las que puede desarrollarse esta disciplina. El Centro del Títere viene a cubrir ese hueco; tras varios años de gestación, el proyecto se hará realidad en diciembre de 2021.

Apoyo institucional 

El Ayuntamiento de Alcorcón es -de momento- el principal promotor público. Ha cedido como sede un espacio municipal céntrico y accesible que se va a destinar exclusivamente al desarrollo del proyecto, y asumirá los gastos corrientes del edificio. Está situado muy cerca del Teatro Buero Vallejo, con el que se pretende coordinar actividades diversas en torno al arte del títere, aprovechando la plaza-jardín colindante y bajo el amparo de la Concejalía de Cultura. La coordinadora de cultura, participación y mayores del Ayuntamiento de Alcorcón, Cristina Ramírez, cree "imprescindible" colaborar con fundaciones privadas que tengan vocación de servicio público, y califica el proyecto de "único, singular y pionero en nuestro país". Apuesta por que el Centro del Títere "va a generar sinergias y redes que darán impulso a un fuerte desarrollo cultural". 

Actualmente están abiertas las conversaciones para que el Ministerio de Cultura y la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid se impliquen como patronos en la Fundación El Arte del Títere, y también se está trabajando para contar con el apoyo presupuestario de Europa Creativa.


Título de Especialista en  Teatro de Títeres y Objetos: la unión del arte dramático y las bellas artes

En el centro se impartirá una formación estable de dos años orientada a la obtención del Título de Especialista en Teatro de Títeres y Objetos. Juan Muñoz, fundador de la compañía La Tartana (con casi 45 años de andadura en las tablas) sostiene que "al mundo del títere hay que buscarle el sitio que se merece de verdad", y destaca la importancia de la formación: "Están las Escuelas de Arte Dramático, el recorrido de Bellas Artes..., pero no hay una especialidad que sume a las dos. Creemos que es el momento de reivindicar esa unión". "No se puede empezar de cero cada vez que nuevos titiriteros entran en este mundo maravilloso", desliza.

Para Muñoz es esencial además ofrecer un laboratorio donde disponer de unas herramientas básicas para experimentar con las distintas técnicas de construcción y manipulación de los muñecos, así como un espacio en el que dar a conocer el trabajo de los grandes maestros. Apunta que la experiencia de la localidad francesa Charleville-Mézières, célebre por su festival de marionetas, sirve de inspiración al centro madrileño.


Las seis claves del proyecto 

El centro se va a articular en torno a seis ejes:

Exposiciones: exposición permanente de La Tartana que recoge el universo de esta compañía histórica con más de cuarenta años de trayectoria. Además, el centro acoge exposiciones temporales de creadores nacionales e internacionales, clásicos y vanguardistas, atendiendo a las diversas técnicas de este rico arte.

Escuela: formación profesional regular de dos años de duración para convertirse en un especialista en teatro de títeres y objetos (el fin es lograr que este título sea reconocido como oficial) El centro también ofrece talleres intensivos para profesionales y público en general.

Centro de documentación: dispone de un archivo para consulta y estudio del teatro de títeres.

Laboratorio: programa de residencias artísticas acompañadas con convocatoria abierta durante todo el año.

Divulgación: desarrollo de actividades para la divulgación del arte de la marioneta.

Sala de exhibición: la sala Polichinela es un espacio polivalente de exhibición de espectáculos.


En España existen otros centros especializados en el mundo del títere, como el Topic de Tolosa o el Centre de Titelles de Lleida, que comparten objetivos como la divulgación, la exposición, o la producción de espectáculos y actividades de dinamización sociocultural, pero no disponen de programas de formación en este campo de manera estable y reglada.

martes, 11 de mayo de 2021

OVIDIA, de La Société de la Mouffete: títeres de mayores para tratar la asepsia emocional de la sociedad

De cuando en cuando algún festival o centro cultural con ojo y fortuna rescata de su letargo a Ovidia, una insólita apuesta de teatro de títeres, plato de repertorio de la compañía La Société de la Mouffete, afincada actualmente en Madrid, aunque se gestó en Bruselas. En esta ocasión la hemos cazado en el auditorio de Espacio Abierto Quinta de los Molinos, tan propio para formatos de tamaño medio, como es el caso. Hace ya siete años de su estreno en la desaparecida sala Kubik Fabrik, y los corazones en tránsito de sus personajes marginales siguen resurgiendo y provocando asombros. Se trata de un cuento para mayores (a partir de 13 años) de ambientación sórdida y poética expresionista, que indaga en la inadaptación social con tintes de humor negro.

Un momento del espectáculo Ovidia

Cuando asistimos al teatro, solemos acudir con cierta expectativa. En esta función da igual haber leído previamente la sinopsis: lo que va sucediendo no se ve venir; todo resulta turbador, excitante, soberbio. Ya venimos advertidos de que Ovidia y Sr. Topo son gemelos anómalos, habiendo nacido ella con dos corazones y quedando él en la más pura apatía emocional. Ovidia sería una PAS (persona altamente sensible) aquejada de una vulnerabilidad extrema, por lo que vive apartada de la sociedad, huésped de un decadente motel de carretera, un lugar perdido en medio de la nada. Su hermano sin corazón arrastrará una inevitable falta de empatía que le incapacita para relacionarse con el medio y sus semejantes por los motivos opuestos. Cada noche a ella le asalta un delirio recurrente en el que ambos retornan al estado fetal en que se encontraban en el útero materno, donde sí eran felices, momentos que alcanzan una extraña fascinación poética en escena. El tercero en discordia es Sr. Sapo, el trastornado dueño de la inhóspita pensión, que mantiene con Ovidia una enfermiza relación de dependencia. Su inclinación obsesiva por atrapar a un intruso confiere ritmo y precipita la acción.

Un momento del espectáculo Ovidia

La trama evoluciona hacia el thriller tanto en lo temático (hay suspense, crímenes por resolver, persecuciones...), como en lo formal, en una sutil traslación del lenguaje del cine a la escena. Por un lado vemos el plano general del motel donde transcurre la acción exterior, ingenio escenográfico móvil -inspirado en las maquetas de la artista americana Tracey Snelling-, que apunta escorzos, sombras y contrapicados bajo luces de neón. Los personajes a esta escala son muñecos de trapo neutros, inquietantes alusiones al vudú. 

Por otro lado, nos colamos en la intimidad de las habitaciones, planos medios montados sobre el tejado del edificio: la anticuada recepción con radio setentera, timbre de mano y tapicería de skay por donde deambula el Sr. Sapo, y el dormitorio, que es a la vez refugio y cárcel de Ovidia. Aquí se recrean las rutinas de los personajes, grotescos títeres de madera tocados por tres manipuladores que intervienen en la historia en segura sincronía. Más volcados en el decir gestual que en el verbal, Esther d’Andrea, Lucas Escobedo y Vera González convierten ese feísmo sucio que habita detrás de los umbrales, que de corriente no se muestra, en sustancia extraordinaria.

Un momento del espectáculo Ovidia

En lo estilístico, la propuesta tiene vetas de algunas pelis de Tim Burton o Jean-Pierre Jeunet; el acento internacional de fondo en los noticiarios y la selección musical traen ecos de Les triplettes de BellevilleMención de honor merece el diseño de espacio sonoro, un magma riquísimo en matices que va tiñendo la atmósfera sin que apenas lo advirtamos.

Desde lo sórdido y lo macabro, coqueteando con el terror psicológico, se plantea una reflexión sobre la crudeza de la soledad, sobre las dificultades de integración social de quienes viven en los márgenes, y también sobre la toxicidad de las relaciones, las dependencias emocionales y la liberación que supone derribarlas. Quién diría que se pueda plantar cara a temas tan peliagudos a través de la narrativa objetual.

Un momento del espectáculo Ovidia

En España no hay tradición titiritera para público juvenil y adulto como sí ocurre en otros países europeos; el género sigue muy asociado a la niñez y rodeado de prejuicios de infantilismo y simpleza a ojos ajenos al sector, por lo que se hace necesario apoyar la producción y exhibición de propuestas potentes, con altura de miras, orientadas a esa franja de edad que a priori no se sentiría atraída por un espectáculo de títeres. En este sentido, Ovidia es un ejemplo que asume riesgos sin indulgencia y los vence de manera sobresaliente.

Un momento del espectáculo Ovidia

Provocadora y audaz, cuidada al detalle y casi insolente en su pericia técnica, Ovidia se degusta con una mezcla de fruición y desasosiego. Tras el impactante giro final, deja abiertas algunas incógnitas que se prestan a la suposición y al debate, cuando ya lo de menos es encajar las piezas, y lo de más, lo que queda, es una privilegiada sensación de regocijo y maravilla.

OVIDIA

Producción: La Société de la Mouffete (laboratorio teatral)
Dirección artística: Vera González
Dirección manipulación: Javier Jiménez
Actores marionetistas: Esther d’Andrea, Lucas Escobedo y Vera González
Creación de marionetas: Gavin Glover y La Société de la Mouffete
Escenografía: Molina FX y La Société de la Mouffette
Diseño de iluminación: Juanjo Llorens
Diseño sonoro: Iñaki Rubio
Vestuario: Ana López
Género: Teatro de títeres y objetos
Próxima Función: 4 de julio en el Auditorio Carmelo Gómez de Sahagún (León)
Duración: 1 hora
Edad recomendada: A partir de 13 años