sábado, 29 de septiembre de 2018

El chico de las zapatillas rojas o el gesto de amar diferente

El Teatro Bellas Artes de Madrid acoge en este arranque de temporada una función hermosa, comprometida y delicada, que no debería pasar desapercibida entre la algarabía de estrenos del otoño: El chico de las zapatillas rojas, un espectáculo de danza y teatro gestual con máscaras, orientado a público familiar a partir de 6 años, con el tema de la diversidad afectivo-sexual como pretexto.

Una escena de El chico de las zapatillas rojas
Siguiendo la línea de trabajo marcada por los alemanes Familie Flöz, cuyo testigo han recogido en España compañías como Kulunka Teatro o Marie de Jongh (enternecedor e inolvidable enfoque del amor homosexual en su premiada Amour), los también vascos Ados Teatroa se atreven a calzarse no sólo zapatillas rojas, sino una multitud de máscaras expresivas para dar vida a una quincena de personajes de diferentes edades y cabellos de colores.

La historia del chico especial al que no le gustan las cosas que habitualmente suelen gustar a los chicos y se apasiona con la danza nos lleva a pensar en otro talentoso bailarín presente actualmente en la cartelera madrileña: Billy Elliot, con la diferencia de que esta producción prescinde de la palabra, y aun siendo también musical (bella e idónea la partitura compuesta por Javier Asín), no pertenece al género comercial que todos evocamos. El elenco (Txori Garcia Uriz, Ion Barbarin, Montse Zabalza) exhibe igualmente un admirable virtuosismo físico, y brinda una alternativa más modesta que convence por su impecabilidad.

Una escena de El chico de las zapatillas rojas
El sentido del espectáculo

Según sus creadores, "hasta ahora los relatos infantiles sólo eran contados desde el punto de vista heterosexual. Pero la realidad está cambiando y las historias para los niños también. Surgen nuevas preguntas y se necesitan nuevas respuestas". Y es cierto. Aunque parezca que el el siglo XXI se han superado ya ciertas barreras, patrones de conducta o modelos sociales, sigue siendo necesaria la visualización de la diversidad desde todos los foros: la educación, la política, y por supuesto, el arte.
Momentazos como la primera vez que el niño se calza los zapatos rojos de tacón de su madre, cual Dorothy en El mago de Oz, el rechazo extraño que experimenta hacia la chica que le presenta su amiga, empeñada en tirársele encima, o la incomprensión del padre ante su falta de entusiasmo por el fútbol nos van adentrando en esa otra forma de sentir que acabará en una relación de pareja estable con otro chico hasta la vejez.

Una escena de El chico de las zapatillas rojas
La propuesta escénica

Con un exquisito uso de los símbolos, un cuidado por los detalles en lo estético y en lo poético, y gran limpieza técnica a todos los niveles, se van encadenando ágiles las escenas, muy claramente planteadas, aunque plagadas de convenciones teatrales que pueden desconcertar a los espectadores más pequeños (el trenecito iluminado que cruza el escenario como metáfora del paso del tiempo, la evolución cronológica de los personajes, el exceso de sugerencia para la progresión narrativa...).
La historia, contada exclusivamente mediante el gesto y la expresión corporal exige atención plena para no perder el hilo, sobre todo hacia la segunda parte, cuando el protagonista, ya adulto, alcanza su sueño y se va a recorrer el mundo bailando.
La escenografía es otro de los aciertos: unos biombos practicables vestidos de papel de periódico (leímos en ellos inglés y ¡euskera!) recrean las distintas localizaciones necesarias, tanto interiores como exteriores (un dormitorio, un vagón de tren, una ciudad...) en total sintonía con la propuesta.
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Una escena de El chico de las zapatillas rojas
Quizá le falte a este chico de zapatillas rojas un poco más de humor para conectar más con el público joven, y que sea la risa sonora y no la sonrisa esbozada la que acerque con mayor calidez el trasunto que pretende, si bien no deja de ser uno de los mejores trabajos para la infancia y la juventud que puede verse ahora mismo en Madrid.


EL CHICO DE LAS ZAPATILLAS ROJAS

Producción: Ados Teatroa y Global S.C.
Lugar: Teatro Bellas Artes (calle del Marqués de Casa Riera, 2 Madrid)

Funciones: 29 y 30 de Septiembre y 6 y 7 de Octubre.
Horarios: Sábados a las 16:00 h. / Domingos a las 12:00 h.

Edad recomendada: A partir de 6 años.
Duración: 55 minutos aprox.

Reparto: Txori Garcia Uriz, Ion Barbarin, Montse Zabalza
Autora y Directora: Garbi Losada

Cartel de El chico de las zapatillas rojas