domingo, 28 de enero de 2024

La feria brilla en El Patio

Feriante, como panadero, como bombero...: FERIANTE. Un oficio como otro... Ese es el deseo de Concha, una de las veteranas feriantas que generosamente ha prestado su voz al armazón de este espectáculo, el quinto ya de El Patio Teatro. La compañía riojana dignifica al gremio en una pieza-homenaje donde rescata el ambiente de las antiguas barracas, las atracciones clásicas, las tómbolas, los puestos de tiro-pichón, el algodón de azúcar, las luces y el ruido... "Tienen más cuento que el tío de los caballicos", diría mi abuelo materno. Aunque esta vez el cuento no es ficción, sino documento: recoge las historias de trabajadores reales de las ferias mediante entrevistas grabadas, fotos de álbumes familiares, música popular de la época, con el habitual lenguaje de El Patio, entre lo poético y lo nostálgico, sostenido por la narración oral y objetual. Bajo la tesis de que todo el mundo tiene un vínculo con la feria, se asoman a la trastienda de quienes la hacen -e hicieron- posible, recorriendo a través de sus anécdotas algunos pasajes de la historia reciente de España.


Un momento del espectáculo Feriantes, de El Patio Teatro

Y es que ser feriante no es un oficio cualquiera, hace callo y se lleva a cuestas: es una forma de vida cada vez más amenazada por la precariedad y el desarraigo. Ellos trabajan cuando los demás se divierten, rulando sus atracciones de pueblo en pueblo en ese calendario azaroso de las fiestas patronales. La hambruna de la posguerra empujó a muchas familias españolas a echarse a los caminos para ganarse la vida, a montar una caseta, un cachivache... con lo poco que tuvieran.  De ahí que veamos tanta carretera en escena (ojalá también en gira). La idea de viaje, trashumancia o fugacidad está presente desde el inicio, y buena parte de la historia se desarrolla en cabinas de camión, remolques de juguete o el interior de una caravana. Uno de los cuadros más logrados de la función es el retrato de los distintos conductores cuya indumentaria cambia a la par que evoluciona el país (hitos sociales que se leen en toques como los adornos colgantes del espejo retrovisor -Naranjito, Cobi...-: ¡genialidad!) 

La coproducción propuesta por el CDN ha permitido a esta compañía abonada al pequeño formato engrandecerse literalmente en escena. No sólo por la oportunidad de crear un trasto escenográfico de mayor envergadura, sino por la ampliación del equipo. Izaskun Fernández dirige esta vez, y a Julián Sáenz-López se suman dos acertados fichajes: Alejandro López y Diego Solloa. Ambos actores, curtidos en más que tablas, aportan canciones en directo (de los Beatles a palos flamencos, saltando por entrañables temas de la Radio Orquesta Topolino), un ímpetu nuevo, y la grata habilidad de transmitir alegría.  


Un momento del espectáculo Feriantes, de El Patio Teatro

Con la viva voz como reclamo, anda jaleo, jaleo, y pasen y vean..., feriantes y titiriteros comparten caminos, vida ambulante, cercanía con el público, montaje y desmontaje. Todo es farándula y promete regocijo, aunque algunos crean que el teatro tiene más glamour. Una de las atracciones que la obra rememora es el Teatro Júpiter, un pabellón de autómatas que recorrió todo el país a mediados del siglo XX con gran éxito en las ferias, recientemente restaurado. Se anunciaba como Palacio de las maravillas del arte (no cabe más expectativa de ilusión en un título). Y es que "todos necesitamos un poco de fantasía para hacer la vida más amable". Tuvimos el honor de asistir a la función con algunos miembros de la familia Ducal, artífices del mítico teatro de marionetas. Su historia (como la de tantas otras estirpes de feriantes: los Romez, los Vila, los Zizines...) engarzada por varias generaciones, constituye una de las principales fuentes documentales de esta obra. No faltaron los guiños y los saludos cómplices al acabar.


Un momento del espectáculo Feriantes, de El Patio Teatro

Cada pieza que estrena El Patio es una declaración de amor al arte que profesan. Nos encanta  la humildad, el respeto y el entusiasmo con que se entregan a lo que tienen entre manos. Quizá este sea su espectáculo de mayor complejidad técnica por la exigencia rítmica y la profusión de utilería, recursos y transiciones. Más allá de los múltiples premios que atesoran desde sus inicios en 2010 o su participación en festivales de prestigio, su éxito se basa en ese boca-oreja agradecido que agota entradas cuando una función vale la pena de verdad. Con Feriantes sirven un capricho escénico que sabe a piscolabis y deja ganas de más, un collage de recuerdos de la infancia, un nuevo retablo de las maravillas que -con su ineludible dosis de idealismo-, no oculta las penurias de sus protagonistas.


viernes, 5 de mayo de 2023

Las Cotton de Anita Maravillas: los títeres arman la revolución

No se había visto aún en Madrid capital el último montaje del colectivo Anita Maravillas, Las Cotton, una coproducción con Portal 71 que, en sintonía con otras históricas compañías vascas de tradición comunitaria (Marie de Jong, Gorakada, Teatro Paraíso...), apuesta por el compromiso social con una trabajadísima pieza sobre la lucha obrera feminista que interpela a todos los públicos.
Premio al mejor espectáculo de títeres en la trigésima edición de FETEN y finalista a los Max en 2022, Las Cotton ha recalado en Espacio Abierto, el acogedor foro familiar de la Quinta de los Molinos que destila exquisiteces teatrales temporada tras temporada.
Próximamente hará otro alto en su gira para visitar el Centro del Títere de Alcorcón, donde se presentará a escolares. La obra es ideal para este tipo de campañas por las interesantes cuestiones que plantea, propicias para el debate y la reflexión colectiva. Se trata de un drama sin edulcorar, con momentos que estremecen incluso a los más duros, y de una singular belleza.

Un momento de Las Cotton. Fotografía de MarcosGpunto

Mujeres en primer plano


Una familia compuesta por una madre y sus dos hijas pequeñas, afectada por diversos peligros, decide migrar de su entorno rural al urbano a la búsqueda de mejor vida en plena época de expansión industrial. La pequeña Ari halla en cualquier parte ocasión para enredar; la mayor, June, tendrá que asumir responsabilidades desacordes con su edad cuando la madre consigue un puesto de trabajo en una fábrica textil. No hay presencia masculina; podríamos imaginar a un padre huido o llamado a filas, o quién sabe si alguna vez hubo padre. Desde las primeras escenas la propuesta nos sumerge en una historia de personajes femeninos cuya hondura psicológica epata tratándose de marionetas y máscaras neutras, en un recorrido que va de lo íntimo a lo político atravesando lo social.

En la génesis del proyecto, el afán de Miren Larrea por sacar a la luz valerosas historias de mujeres -ocultas por el tiempo y el relato imperante-, como la de las cigarreras de Bilbao a principios del siglo XX, que un día secuestraron a su patrón para conseguir que les concediera los derechos que ellas reclamaban, o las conserveras de pescado de Ondarroa, que aprovechaban los breves descansos para cuidar a sus hijos, o se las apañaban para trabajar con las criaturas alrededor. Las Cotton recoge el testigo de estas vivencias del mundo adulto y las acerca a los niños a través de un imaginario de cuento desde el que entender la realidad.

A pesar de la aparente sencillez del formato, tejido con elementos artesanales y solo dos intérpretes en escena multiplicando energías, la propuesta trasluce infinidad de capas de trabajo, lo que favorece diferentes lecturas. Los niños son cómplices de las dos hermanas, viven la aventura del traslado, la curiosidad por descubrir su nuevo entorno... Los adultos empatizan con la madre, una luchadora por la supervivencia familiar que sufre la precariedad laboral y acaba rebelándose contra la injusticia. Qué sensiblemente se muestra la doble faceta de las mujeres como obreras y cuidadoras, y las dificultades de la conciliación cuando además no hay ningún otro adulto cerca. La historia puede resultar amarga a los ojos de los mayores, pero es una entretenida peripecia para los niños.

Maren Basterretxea y Miren Larrea en un momento de Las Cotton.
Fotografía de MarcosGpunto

Títeres que respiran


Miren Larrea firma un guion depurado que no necesita texto; la artista plástica chilena Valentina Raposo es la responsable de la construcción de títeres y toda la parte estética, que se sirve de materiales naturales (lana, lino, algodón...) y apuesta por el trabajo manual.
Ambas ejecutan una secuencia de narrativa cinematográfica coreografiada con precisión milimétrica en distintos planos y escalas. Buen ejemplo de ello es el viaje en carreta, casi una road movie titiritera trepidante de acción. E incluso en las escenas que son puro divertimento -como cuando las niñas juegan con las telas o con la colocación de los objetos- no paran de ocurrir cosas.

Pero lo más sobresaliente es cómo las intérpretes clavan la animación, logrando que las emociones de los personajes traspasen plenas de matices. Impacta el momento en que la pequeña se mece en el columpio y parece volar tensionando sus músculos, o la realista agitación de la madre al proteger a sus hijas de las fieras nocturnas; perturbadora también la escena del accidente en la fábrica que interrumpe la cadena de trabajo de las operarias.


Maren Basterretxea y Miren Larrea en un momento de Las Cotton.
Fotografía de MarcosGpunto

Entre cantos, hilos y maderas


La música original de Fran Lasuen cobra muchísimo peso ya que apenas hay palabras y onomatopeyas en la dramaturgia. Así, las letras de las canciones -escritas por la versolari (poeta) Miren Amuriza- están cargadas de sentido. Se inspira en dos temas populares vascos, Las penas del lino, que las mujeres medievales coreaban cuando salían al campo para trabajar todas a un mismo ritmo, y la canción de La huelga, que narra cómo los herreros -aquí las tejedoras- se enfrentaron a sus patrones a principios del siglo XIX.
El jefe explotador tiene una larga escena musical de presentación, y cada una de sus apariciones son como pesadillas que asustan de verdad. Resultaría más cómico si la caricatura del tipo no fuera tan real.
Un afinado diseño de luces a cargo de Ion Chávez acompaña a este universo sonoro. Y en suma: todo un despliegue de recursos escénicos que acota la atención y admira por lo bien armado que está: transiciones ágiles, cambios de ubicación, divagaciones poéticas..., resueltas con un dinamismo y limpieza propios de engranaje. Bravo por la labor de dirección de Iván Alonso.

Maren Basterretxea y Miren Larrea en un momento de Las Cotton.
Fotografía de MarcosGpunto

El glorioso alzamiento feminista final remite a secuencias de otros títulos en los que hemos visto sindicarse a colectivos de mujeres, como la combativa película Sufragistas, o el musical Ladies Football Club de Sergio Peris-Mencheta. Porque la unión hace la fuerza, y aún queda mucho que luchar para dignificar el trabajo de las mujeres y lograr la igualdad de condiciones. También hay que contárselo a los chavales, y qué bien contado.
Muchas más maravillas esperamos de esta compañía a la que no hay que perder de vista. Ya está en el horno su próximo espectáculo, Andereño (La Maestra), una delicada fábula sobre la libertad y la pasión por enseñar que se entrenará en octubre en el Zornotza Aretoa de Amorebieta (Vizcaya).

Maren Basterretxea y Miren Larrea en un momento de Las Cotton.
Fotografía de MarcosGpunto

LAS COTTON

Producción: Anita Maravillas y Portal 71
Idea original: Miren Larrea
Dirección: Iván Alonso
Intérpretes: Miren Larrea, Valentina Raposo y Maren Basterretxea
Música original y versiones: Fran Lasuen
Letra canciones: Miren Amuriza
Diseño de iluminación: Ion Chávez
Escenografía: Iñaki Ziarrusta (Atx Teatroa)
Diseño de vestuario: Betitxe Saitua
Construcción de títeres: Valentina Raposo
Próximas Funciones: 8 y 9 de Mayo de 2023 a las 10 h. (Campaña escolar)
Lugar: Centro del Títere
Duración: 50 minutos
Edad recomendada: A partir de 6 años

martes, 8 de noviembre de 2022

Davel Puente, malabarista de emociones en Le Fumiste

No puedo evitar mi debilidad por los espectáculos de pequeño formato descolgados del circuito comercial en los que con pocos recursos, una idea buena y mucha creatividad, algunos artistas tocados por el duende logran enternecer hasta el rubor, conmover hasta las lágrimas, confraternar hasta la risa. Por ese mapa emocional nos lleva de la mano Davel Puente (actor madrileño afincado en Francia) con su compañía Don Davel. Curtido en teatro de calle y plazas circenses, le basta un minuto para atrapar la atención y meterse a la audiencia -literalmente- en el bote.

Es lo que ocurre en Le Fumiste, una obra que mezcla circomagianarración oral teatro de objetos para hablar de cómo se construye la propia identidad a partir de los recuerdos. Lleva más de cinco años girando por escenarios de medio mundo y acumula un largo historial de éxitos y premios. Esta vez ha hecho parada en el auditorio de Espacio Abierto Quinta de los Molinos, integrada en el VI Festival Pendientes de un Hilo. La veterana compañía titiritera La Tartana, promotora del evento, convoca a profesionales nacionales y extranjeros que despliegan su arte con títeres y objetos por distintos espacios de Madrid. Esta edición ha contado con siete espectáculos para público familiar, además de encuentros, talleres o instalaciones. Ponemos el foco en Le Fumiste, una creación original de la compañía Don Davel que nos ha dejado enfrascados. 

Un momento de Le Fumiste. Fotografía de Lux Nieve

Davel Puente se inspira para esta función en un potente motivo: los recuerdos son de humo y no se pueden apresar. Para vencer lo efímero de la memoria y que sus recuerdos no se desvanezcan intenta conservarlos en botellas de cristal "porque el cristal, igual que el humo, se hace con fuego". La metáfora es sublime y a partir de ella nos adentramos en un mundo surrealista donde botes de diferentes tamaños y texturas se van transformando en una multitud de personajes-contenedores de historias pasadas. Nuestro anfitrión, solo en escena, acaba acompañadísimo por esos frascos animados que exhiben voluntad propia e ingenio hasta para bromearle. Los vemos de forma cristalina gracias al poder evocador de las palabras y a la destreza de su acción. El público abraza la peripecia sabiéndose depositario de íntimas confesiones en un ambiente mágico que lleva a conectar con los secretos propios. Así, desfilan recuerdos que se encienden, pasados que se esfuman, búsquedas iluminadas... Todos protagonizamos el frágil equilibrio de las primeras veces (subir una montaña, la primera carta de amor, el primer beso, o ese vestigio incómodo al que no se quiere volver pero que nos persigue), todos erramos en el ensayo de la vida, pero vale la pena agacharse mil veces a recoger la pelota de malabares que se cae para poder dominar el juego.

Un momento de Le Fumiste. Fotografía de Lucia Vinaschi


"Los abuelos tienen sobre todo pasado; los niños son futuro"

Con un empaque de cuento autoficcional en el que todo lo que relata parece verídico, Davel Puente hila números de circo (magistral el de la manipulación de sombreros) e ilusionismo con la comedia más payasa y momentos de primorosa poesía visual. Una de las escenas más afinadas y emotivas es la del encuentro entre sus abuelos en un tren, y cómo pasaron juntos las estaciones hasta el final de sus vidas.

Los abuelos tienen un papel crucial en esta función que les rinde homenaje. Los primeros recuerdos del creador parten de ellos y son las raíces de la obra. Cuando su abuelo (que fue gerente del Circo Price durante 30 años) le llevó a verlo por primera vez, la experiencia provocó en él tal fascinación que decidió que de mayor querría dedicarse a eso: ¡ser un payaso! De ahí la vocación por cuidar y preservar los recuerdos que nos hacen ser quienes somos hoy. El mensaje trasluce del modo más divertido, con un actor entregado a remover en el mismo tarro las risas de los niños y los mayores.

Un momento de Le Fumiste. Fotografía de Lux Nieve

El teatro de objetos y de marionetas atraviesa un momento de auge y explosión creativa. Cada vez más compañías investigan sobre esta disciplina y lo incorporan a sus propuestas, a la vez que aumenta el interés de los programadores, auspiciado por el buen funcionamiento entre el público. El lenguaje con objetos permite además internacionalizar el producto y traspasar fronteras. Don Davel se suma a esta tendencia y presenta en gira también su último trabajo, La increíble historia de Elzear Duquette, segunda parte de lo que será una trilogía. Puente invita aquí a un viaje sobre la fugacidad detiempo donde explora el uso escénico de los relojes de arena. La pieza se configuró en una residencia de creación artística en el Topic de Tolosa. 

Próxima función de Le Fumiste: 15 de enero de 2023 en el Teatro Real Carlos III de Aranjuez.

miércoles, 19 de octubre de 2022

Otoño en danza para toda la familia

Espacio Abierto y la sala Cuarta Pared han iniciado su temporada otoñal con interesantes propuestas de danza contemporánea para público infantil y familiar. Son dos de los centros de exhibición madrileños que más cuidan su oferta para este colectivo; el de la Quinta de los Molinos, porque lo lleva en su génesis desde su inauguración en julio de 2018. Hoy sigue siendo el único auditorio municipal con un calendario estable de artes escénicas de calidad orientado específicamente a niños y adolescentes. La Cuarta Pared alienta desde hace años su compromiso con los jóvenes públicos a través de su escuela, sus campañas escolares, y programando los fines de semana a compañías de nivel. La danza está siendo protagonista del nuevo curso en ambos escenarios. 

Espacio Abierto Quinta de los Molinos dio la bienvenida al otoño con Entre almendras anda el juego, un espectáculo itinerante por distintos rincones del parque, creación en exclusiva de la compañía Aracaladanza como fin de fiesta de la segunda edición de La Quinta cosecha, una jornada de actividades en torno a la recogida de la almendra. El 22 y 23 de octubre prosigue el ciclo de danza para bebés y primera infancia Bailas, ¿Baby? Esta vez asume el desafío el coreógrafo Jesús Rubio Gamo, tras las hermosas experiencias de la temporada anterior con Luz ArcasCesc Gelabert

Casi un año después de su estreno en Matadero, la compañía de Mónica Runde10&10, ha traído a la Cuarta Pared Vivo Vivaldi, un viaje a través de las estaciones con la guía musical del genial compositor veneciano. Además la sala acogerá a finales de mes Olor a tiempo, una obra enmarcada en la programación del XVII Festival Suma Flamenca, que integra flamenco y teatro para público de todas las edades. Sara Nieto, impulsora del proyecto, pone a bailar a algunos de los personajes de El Principito por bulerías, cañas o guajiras.

Si la expresión a través el movimiento es consustancial al ser humano; si bailar es una de las primeras artes que gozan los niños de forma espontánea, ¿por qué no invitarles más a menudo a ver, sentir, experimentar la danza?


Imagen de Entre almendras anda el juego

Entre almendras anda el juego, de Aracalandanza

Va camino de ser tradición: las familias se arremolinan en el jardín exterior que hay delante del palacete de la Quinta de los Molinos veinte minutos antes de que comience la aventura. Todos, pequeñas y mayores, vecinos y turistas, están invitados al baile. Una llamada de la anfitriona Al Mendra conduce al grupo por un sendero hasta el lugar secreto donde se halla una de las joyas del histórico parque madrileño: su campo de almendros. Allí asistimos a una representación estilizada y bellísima del rito de la recolección; corros de bailarines varean los árboles y acarrean espuertas llenas con el fruto que simboliza la despedida del verano y el inicio del ciclo otoñal. Al término, los niños se apresuran a recoger las almendras que quedan en la tierra y aprenden a abrirlas a pedradas, feliz aperitivo de buena mañana.


Imagen de Entre almendras anda el juego


El entorno natural es plaza, escenario y cuerpo de esta pieza itinerante concebida por la prestigiosa compañía Aracaladanza (Premio Nacional de Teatro para la Infancia y la Juventud 2010 y múltiples premios MAX y FETEN), infalible sello de rigor y excelencia a las riendas de Enrique Cabrera.
No es la primera vez que se baila o se actúa en este bosque. En la edición anterior fueron Chevy Muraday y Losdedae quienes sembraron y recogieron los frutos, y el verano de 2021 las Alicias buscan Maravillas de Lucía Miranda también jugaron allí al escondite.
Este tipo de propuestas al aire libre son un acierto, y cada vez más, también, un éxito de convocatoria. De un día para otro se corre la voz y la comitiva que atraviesa el parque ávida de sorpresas se vuelve multitudinaria. El público participa del recorrido como un actor más en un ambiente lúdico y festivo que trasciende el concepto de teatro de calle. Cuando además se habla en lenguaje gestual y simbólico, la experiencia adquiere cierto aire de ensueño.
 
¿Qué está pasando?
¿Adónde vamos ahora? 
¡Mira, mira ahí...! 

El trayecto continúa y de pronto, en un recodo del camino, ¡oh!, un quinteto de cuerda interpretando clásicos populares. Más arriba, en otro rellano, unos elegantes gigantes sin rostro acaban perdiendo la cabeza a ritmo de swing. Bordeando una curva nos topamos con unos paseadores alternativos, entre otras ironías visuales (ángeles rojos, hadas negras...) hasta llegar a la pista final donde converge la memoria de los juegos infantiles, los de vara, comba, y pasos en retahíla. Quien quiera ser niño puede unirse a los artistas y hacer turno para saltar, culminando entre todos la creación colectiva.


Imagen de Entre almendras anda el juego


Entre tanto trasiego quizá se escape algún fragmento o no pillemos el mejor hueco para verlo, pero aquí no sólo importa el visionado; la experiencia es inmersiva y se completa por la ilusión de la ruta en sí. Formar parte de ello es ya el espectáculo. Y tal vez, de improviso, descubramos a un bebé bailando entusiasmado al son de Vivaldi, o la alegría de una anciana vecina del barrio que se ha sumado curiosa a la comparsa durante su paseo cotidiano por el parque. 
Lo mejor es que habrá otra oportunidad de disfrutarlos pronto: Aracaladanza volverá a finales de febrero, con la floración de los almendros, a presentar La Quinta en flor. Y de nuevo la danza anunciará la primavera.

Vivo Vivaldi, de 10&10

Del paso de las estaciones, de celebración y música barroca va también este espectáculo, Vivo Vivaldi, donde un equipo de nueve bailarines traza puentes sensoriales entre las emociones que volcó el compositor italiano en sus celebérrima obra, y la mirada actual. Con más de treinta años de carrera, la compañía 10&10, ahora comandada por un tridente excepcional de creadoras (Mónica Runde, Elisa Sanz e Inés Narváez) se atreve por primera vez con un infantil. Pero en realidad no es tal, sino una propuesta abierta que pretende acercarse -por distintos recovecos- a un amplio arco de edades. Lo han mostrado en octubre en la Cuarta Pared, el lugar donde hace años se fraguó la complicidad entre las tres. Y con el aliciente de que ellas también bailan.


Imagen de Vivo Vivaldi. Fotografía de José Alberto Puertas

Vivo Vivaldi es un divertimento coral que mezcla disciplinas como la danza, el teatro de sombras o la vídeo-escena, trasladándonos a un universo de fantasía y componiendo imágenes que parecen cuadros. Propone un viaje por las estaciones que empieza en el invierno (la oscuridad, los temores) y acaba con la explosión de luz y alegría de la primavera. A veces son los peques quienes tienen que explicar esta inversión temporal a los adultos; los elementos referenciales de cada período son claros y reconocibles para los niños, que se dejan llevar sin más prejuicio que el asombro y las ganas de jugar. "Una de las anclas del proyecto era la necesidad de hacer llegar nuestros códigos a los públicos que normalmente no acceden a ellos", apunta Narváez. "Creemos que una sociedad capaz de emocionarse junta es capaz de comunicarse mejor".

Imagen de Vivo Vivaldi. Fotografía de José Alberto Puertas

La comunicación es intergeneracional y recíproca entre la escena y el patio de butacas y no faltan los toques de humor. Complacen la libertad y la intuición con que los actores habitan el espacio y se moldean en conjunto y en soledad. Por lo imaginativo y prolífico, llama la atención el vestuario -como no podía ser menos estando Elisa Sanz en tablas y en bambalinas-, con guiños a la propia infancia de los intérpretes. Hay misteriosas siluetas con capa y máscaras venecianas que se deslizan en volandas, polisones combinados con prendas náuticas, faldas que son flores, flores que serán humo. Funciona la apuesta por el papel como elemento plástico esencial: crea marcos, alfombras y volúmenes, sirve de telón, de vestido, y hasta de efecto sonoro.

La selección musical que inspira la coreografía bebe sobre todo de Las cuatro estaciones de Vivaldi, pero deja de lado los temas más trillados de la obra. Como un trasunto del propio autor, Mónica Runde, alma mater de la compañía, toma la batuta, mueve las cuerdas, y orquesta momentos de apoteosis.


Imagen de Vivo Vivaldi. Fotografía de José Alberto Puertas


Próxima función30 de abril en el Laboratorio de las Artes de de Valladolid (LAVA)


sábado, 28 de mayo de 2022

La compañía Claroscvro cuenta a los niños la diáspora judía en su nuevo montaje, El cielo de Sefarad

Tercera coproducción de la compañía hispano-canadiense con el Teatro de la Zarzuela dentro de sus Proyectos Didácticos, con la que se recuperan las funciones para escolares en el ambigú después de dos años.

Imagen de Noa y el gato. Cartel de El cielo de Sefarad

Claroscvro Teatro, compañía especializada en títeres y máscaras, en su apuesta por acercar nuestro patrimonio lírico-musical a los niños, presenta una nueva delicia en el ambigú del Teatro de la ZarzuelaEl cielo de Sefarad, la historia de una niña judía que se ve obligada a abandonar su casa, su tierra, a sus amigos..., a raíz del edicto de expulsión de los judíos por parte de los Reyes Católicos en 1492. 

Después de las brillantes Perdida en el Bosco y La increíble historia de Juan Latino, (estrenadas en 2017 y 2020 respectivamente) y con un planteamiento escénico similar, El cielo de Sefarad nos hace viajar al Toledo de las tres culturas, donde Noa, una niña sefardí que juega sin reparos con un niño cristiano (Pedro), y con otra niña musulmana (Fátima), se enfrentará al sinsentido de tener que exiliarse porque su familia profesa una religión diferente.

“Me pregunto si en el universo hay otros mundos como el nuestro. 

Pero un mundo justo donde los niños no tengan que abandonar su casa por culpa de los adultos” 


Un momento de de El cielo de Sefarad. Fotografía de José Albornoz

Pese a la crudeza del tema -que conecta directamente con la actualidad de los refugiados ucranianos-, la obra rebosa humor y ternura y consigue despertar la empatía y dibujar sonrisas. Enseguida nos adentramos en este episodio de la historia de España gracias al rigor en la ambientación estética, al uso específico del lenguaje (escuchamos el saludo judío shalom, términos como comidica, o alusiones a la Inquisición y a los judíos conversos), en una estructura que alterna escenas teatrales con interludios musicales, exquisitamente escogidos e interpretados en vivo, sello de la casa Claroscvro

Así, la propuesta funciona como un cuento musical y como concierto dramatizado, en base a un repertorio de canciones bellísimas como ¿Por qué lloras blanca niña?La rosa enflorece,  y otras muy divertidas y apropiadas para el público infantil, como Los guisados de la berenjenaEstaba el señor Don gato, o A la una yo nací, maravillosamente entonadas por la soprano venezolana María José Piré, nuevo fichaje de la compañía, quien sorprende con una voz tan limpia y potente que sobrecoge. Enrique Pastor repite orquestando este festín de la juglaría, y ambos músicos se implican en la acción.

Que los niños presten oído a la música tradicional sefardí, cristiana y andalusí, que les lleguen los ecos, las voces de una época de tal riqueza cultural, que tengan la oportunidad de conocer instrumentos como la fídula, la cítola, el laúd, o el pandero cuadrado, y todo ello vehiculado por una fábula encantadora, tiene un enorme valor. 


Un momento de El cielo de Sefarad. Fotografía de José Albornoz


Julie Vachon y Francisco de Paula, creadores de la compañía, lo han vuelto a hacer: de nuevo hilan un trabajo de gran sensibilidad, con un cuidado extremo por los detallesSímbolos como las estrellas de seis puntas, las trenzas en el pelo, los colores de los vestidos, o la redondela (etiqueta que señalaba a los judíos cuando salían del gueto) ahondan en la verdad de los hechos acontecidos desde un sentido poético.
Esta vez además hacen gala de haber diseñado y construido ellos mismos los títeres de palo que representan a los tres niños protagonistas. Los animales, como un gato resabiado y guasón (y otros curiosos personajes que van apareciendo) son muppets, y para los adultos de la historia (los abuelos y la madre de Noa) los actores utilizan eficaces máscaras expresivas y cambios de indumentaria.

Noa transita un camino empedrado en el que aprenderá lo que es el desarraigo, el acoso por ser diferente, la traición de un amigo, la importancia de atesorar el conocimiento de nuestros abuelos, o la inutilidad de levantar muros

"Noa, pégate a tu abuela todo lo que puedas. 

Aprende sus recetas, memoriza sus cuentos y sigue cantando con ella todas sus canciones"


Un momento de El cielo de Sefarad. Fotografía de José Albornoz


Campaña escolar y funciones accesibles

El cielo de Sefarad forma parte de los Proyectos Didácticos del Teatro de la Zarzuela. Como es habitual desde que el director artístico Daniel Bianco impulsara esta iniciativa, se organizan funciones matinales específicas para alumnos de primaria de distintos centros educativos. Durante la última semana de mayo y la primera de junio de 2022, y de nuevo en el mes de noviembre (dentro de la programación de la nueva temporada) cientos de escolares disfrutan de esta selecta producción -quizá una de sus primeras experiencias estéticas-, con el aliciente de poder debatir después en clase con los compañeros y profesores sobre sus impresiones del espectáculo.

Algunas de estas funciones escolares están siendo especialmente emotivas por contar entre el público con niños ucranianos recién llegados a España, a quienes los actores dedicaron unas palabras de bienvenida, y también se ha realizado alguna representación con intérprete de lengua de signos para integrar a los niños con discapacidad auditiva. Además hay programadas funciones en abierto para público familiar general.


El cielo de Sefarad. Foto cortesía del Teatro de la Zarzuela


EL CIELO DE SEFARAD

Producción: Claroscvro y Teatro de la Zarzuela
Guión: Julie Vachon
Dirección de escena: Larisa Ramos, Julie Vachon y Francisco de Paula Sánchez
Dirección musical: Enrique Pastor
Actores y titiriteros: Julie Vachon y Francisco de Paula Sánchez
Músicos: Enrique Pastor y María José Piré
Lugar: Ambigú del Teatro de la Zarzuela
C/ Jovellanos, 4 (Madrid)
Funciones:
28 de mayo (13:00 y 19:00 h.) y 29 de mayo (11:30 y 13:00 h.)
5 y 6 de noviembre (12:00 h.)
Duración: 50 minutos
Edad recomendada: A partir de 6 años

viernes, 9 de julio de 2021

Castelvines y Monteses: furor festivo en un Lope al escondite

La historia de los amantes de Verona, que en la pluma shakespeareana fuera tragedia amarga revisitada en infinidad de versiones, es para nuestro Lope de Vega Castelvines y Monteses, o "Julia y Roselo" una comedia alegre, enredosa, y con final feliz,  lo cual se agradece en tiempos de pesadumbre. Y para Sergio Peris-Mencheta, -hombre de teatro integral catapultado como director en los últimos años, que ha demostrado con creces su sentido del espectáculo y su solvencia en complejas puestas en escena-, es la excusa para orquestar un formidable musical. Júbilo licencioso que está de gira tras hacer una estupenda temporada en el Teatro de la Comedia de Madrid.


Una escena de Castelvines y Monsteses (Foto de Bárbara Sánchez Palomero)

De primeras, encontramos: 
Un elenco explosivo y apasionado en su labor coral, con trece actores que hacen -literalmente- de todo y en el que se anhela que tome la palabra Paula Iwasaki, actriz que encarna a la Julí de la pareja protagonista, y a la que da gusto oír. 
Una escenografía a la que no se le puede sacar más juego, planteada como dos muros enfrentados que representan las casas y negocios de las dos familias enemigas y con una plataforma giratoria central que es punto de encuentro, escenario discotequero, altar, y lo que se tercie. 
La recuperación de las fiestas barrocas del siglo de Oro, salpicadas aquí con temazos clásicos de la canción italiana (Franco Battiato, Renato Carosone, Domenico Modugno, Mina…) en directo, tan pegadizos como el espíritu festivo que imbuye toda la peripecia y del que es difícil no contagiarse. 


Una escena de Castelvines y Monsteses (Foto de Bárbara Sánchez Palomero)

Todos los ingredientes que esperamos se saborean con gusto (su mascarada, sus confidencias entre los grupos de chicas y de chicos, su escena del balcón, su reyerta, su boda clandestina, su resurrección en la cripta -aquí una fría morgue por cuyos nichos trepan los mozos-), pero también otros muchos que resultan nuevos, como la inclusión de ilusiones ópticas (¡magia!), o la actualización conceptual de los entremeses que solían acompañar los entreactos de las comedias áureas: las dos breves pausas se aprovechan para destapar divertidos guiños de dirección.


Una escena de Castelvines y Monsteses (Foto de Bárbara Sánchez Palomero)

La algarada es refrescante, no se ajusta a ningún corsé, tiene originales hitos de puesta en escena (como la audaz forma de integrar la situación pandémica actual), y quizá acierta menos en cuanto a los recortes dramatúrgicos; el verso lopesco queda por momentos en entredicho entre tanta fastuosidad coreográfica, exceso de acción y despliegue de montaje. La escena que más conmueve, es también la más calmada, la del encuentro nocturno de los amantes en el huerto, donde el lirismo consigue volar más allá de las líneas-tapias paralelas. Quizá menos canciones y más verso para rodar redonda. También parece mejor afinada en el inicio y al final que en el desarrollo central de la historia. Y se echa en falta algo más de luz frontal para apreciar la expresión de los rostros.


Una escena de Castelvines y Monsteses (Foto de Bárbara Sánchez Palomero)

Orientada mayormente a público joven, esta producción de Castelvines y Monteses parece una manera fantástica de desmitificar a Lope de Vega y presentarlo ligero y asequible a las nuevas generaciones sin la carga que a veces aún se desprende de las exigencias curriculares académicas. Unos mil jóvenes estudiantes de bachillerato han asistido en grupo a ver la función y han trabajado en sus aulas durante la última parte del curso con el excelente playbook (cuaderno pedagógico), que facilita la CNTC, para un mejor aprovechamiento de la experiencia teatral por parte de los chavales.


Cartel de Castelvines y Monteses

La obra se estrenó el pasado otoño, hizo gira antes de su temporada en el Teatro de la Comedia, y después de las funciones en Madrid recalará en múltiples ciudades de la geografía nacional, pasando por algunos de los principales festivales de teatro clásico, hasta mayo de 2022.

CASTELVINES Y MONTESES

Co-producción: CNTC y Barco Pirata Producciones Teatrales
Reparto: Aitor Beltrán, Andreas Muñoz, Xoel Fernández, Paula Iwasaki, Óscar Martínez, Xabi Murua, Natxo Núñez, Maria Pascual, Gonzalo Ramos, Julia Roch, Cintia Rosado, Ignacio Rengel, Almudena Salort
Dirección y adaptación: Sergio Peris-Mencheta
Versión: Sergio Peris-Mencheta y José Carlos Menéndez
Dirección musical : Joan Miquel Pérez
Dirección vocal: Ferran González
Coreografía: Xenia Reguant
Diseño de escenografía: Curt Allen Wilmer (AAPEE) con estudioDedos
Diseño de iluminación: Valentín Álvarez (A.A.I)
Diseño de vestuario: Elda Noriega (AAPEE)
Asesoría de verso: Pepa Pedroche
Próximas Funciones: Consultar enlace
Duración: 2 horas 15 minutos aprox.
Edad recomendada: A partir de 14 años

viernes, 4 de junio de 2021

Fértil, amable, divertida, profunda: La Rous desenreda sus HILOS en Madrid

Madejas, bovinas, carretes, agujas de tejer, guitas de diferente grosor, una rueca gigante... Rosa Díaz, creadora albaceteña alma mater de La Rous (Premio Nacional de Artes Escénicas para la Infancia y la Juventud) lleva al extremo en Hilos el símbolo que da título a la función. Insuflado por la madre de la artista, el espectáculo deleita y enternece a mayores y pequeños desde que se estrenó en 2016. Una única actriz multitarea preña la escena en esta reflexión transgeneracional sobre los lazos familiares, el legado de nuestros mayores, y los caminos que se abren desde el seno del hogar. Hilos juega en la liga de la excelencia, elevando a la categoría de maravilla el teatro para público familiar que se viene haciendo en nuestro país.

Imagen de Hilos, de La Rous

Rosa Díaz se vale del recuerdo de su madre, Adolfina, mujer de increíble fortaleza (a la que diagnosticaron que no podría tener hijos, ¡y sin embargo parió 14!), para hablar sobre los vínculos familiares y emocionales que vamos entretejiendo a lo largo de nuestra vida. Un guión entrañable, una ristra de bellísimas y poéticas escenas en las que exhibe numerosas técnicas (teatro de objetos, sombras, clown, danza, malabares, e incluso auténticos números de magia), junto a un excepcional dominio del espacio escénico, convierten la propia historia familiar en una encantadora fábula.


Imagen de Hilos, de La Rous

Las dificultades de la conciliación y la crianza se deslizan en una tronchante escena en que la actriz interpreta a la madre como una payasa desbordada que va tirando de distintos hilos y encontrando/dando a luz así a sus 14 hijos, -cada uno representado por una madeja de lana de distinto color-, que lloran, maman, se despiertan, se le caen... ¡Cómo dar abasto con esta familia numerosa!

"Venimos al mundo unidos por el cordón umbilical que nos entrelaza de una manera única a nuestra madre, pero, ¿qué pasa luego con ese hilo? El cordón se corta al nacer, pero el vínculo que se crea entre ambas partes, como un hilo invisible, permanece vivo".

Imagen de Hilos, de La Rous

Lo que parece difícil y aparatoso en escena, por el uso de múltiples detalles y artilugios de utilería, La Rous hace que a la vista parezca sencillo y natural: una montaña de cáscaras de pipas, un árbol de Navidad apenas sugerido con una cuerda y siete puntas, un tendedero de pañales interminable, un gran carrete de hilo que se torna carrito de bebé, un misterioso telar-cortinilla que muestra y esconde...

Geniales son también el encuentro onírico entre sus padres, que culmina en boda, o el momento mecanográfico -ese repiqueteo agitado de unos dedales rojos sobre una caja de madera-, en el que la protagonista cuenta cómo fue su primer trabajo (o su primer viaje lejos de su madre...), para acabar volviendo a sus brazos.

Imagen de Hilos, de La Rous

"Mi madre pasó su vida en una cuerda floja 
haciendo equilibrios 
entre lo que quería, lo que hacía, lo que podía, lo que soñaba..."

El magnífico uso de proyecciones con imágenes del recuerdo familiar, y un cuidadísimo espacio sonoro compuesto principalmente por temas clásicos de la canción francesa e italiana -que debieron ser los temas favoritos de esa súper madre a la que se homenajea-, redondean un espectáculo de una factura impecable. En su palmarés destacan el Premio FETEN a la mejor interpretación y dramaturgia (en colaboración con Itziar Pascual), y el Premio Lorca de Teatro Andaluz.


HILOS

Producción: La Rous Teatro y la Agencia Andaluza De Instituciones Culturales
Dirección: Joan Font y Rosa Díaz
Dramaturgia: Rosa Díaz e Itziar Pascual
Actriz: Rosa Díaz
Diseño de escenografía: Davide Scatá
Vestuario: Laura León
Diseño de iluminación: José Diego Ramírez y Juan Felipe Tomatierra
Género: Técnica mixta
Lugar: Auditorio del Espacio Abierto Quinta de los Molinos
Funciones: 5 de Junio a las 18 h. y 6 de Junio a las 12:30 h.
Lugar: Centro Dramático Nacional (Sala Francisco Nieva)
Funciones: 12 y 13 de Junio a las 11 h. y a las 13:30 h.
Duración: 60 minutos aprox.
Edad recomendada: A partir de 7 años