jueves, 20 de octubre de 2016

La cueva de Clan de Bichos: teatro negro, muppets, y humor canalla en el corazón de Madrid

Un rincón mágico

Una de esas cavas que parecen lugares encantados, tan típicas del Madrid de los Austrias, que en otros tiempos fuera vaquería, o floristería..., está poblada ahora por otros habitantes: los títeres y objetos convertidos en personajes por la compañía Clan de BichosSusana Sánchez e Ismael Moreno son una pareja que lleva más de diez años de andadura juntos, y dos como regidores de este singular espacio. Tienen el valor de ser dos teatreros incombustibles que lo hacen todo ellos mismos: Ismael es escenógrafo, artesano de marionetas, transformador de objetos; Susana es guionista, compositora, relaciones públicas... Ambos productores, actores, titiriteros.

Ella, además, tiene un don para tratar con la gente y crear un ambiente amigable para todos: recibe al público, bromea con ellos, acomoda a pequeños y mayores sacando el máximo partido al recoleto espacio, presenta..., y tiene detalles (como preocuparse de que los niños que lo necesiten vayan al baño antes de que comience la función), que hacen que cualquier visitante de La Cueva se sienta como en su casa: la cercanía es tal que se transmite la entrega, el mimo y el amor que hay detrás del proyecto. Merece la pena escaparse a conocerles.

La cueva de Clan de Bichos

Nos muestran el lugar como teatro irreal; por un lado, es un guiño a su vecindad con el templo de la lírica madrileño, el Teatro Real (que se encuentra a apenas tres minutos), y aunque es bastante más modesto, no le faltan sus decorados en grana y oro; por otro, porque buena parte de sus montajes se sustentan en un imaginario surrealista y absurdo.

Agugutata: el primer parto en directo de un bebé títere

Nos aseguran que allí se cuentan historias espeluznantes, como la de la familia... Y es que la propuesta de los domingos es realmente original: en Agugutata asistimos a un acontecimiento insólito: el primer nacimiento en directo de un bebé títere. Una divertida oda a la familia, sobre todo a los agotados papás, a quienes se advierte de la que se les viene encima cuando deciden tener a sus cachorrillos humanos.
Los simpáticos títeres tipo muppets (de guante y varillas, construidos en materiales blandos y con enormes ojos saltones) sumados al uso de proyecciones, logran un conjunto visual muy potente que capta pronto la atención de los niños.

Mamá títere con sus dos hijos

Chusa, la hija/hermana mayor va presentando a los personajes principales, entre ellos Papá Popoto, un filósofo y rockero (en paro, por supuesto) que sufre en sus propias carnes los síntomas del embarazo, mientras la futura mamá está fresca como una rosa... Esa tarde, por primera vez en mucho tiempo, los padres consiguen dejar a la niña con los padrinos/abuelos para poder ver juntos a solas la final de la Liga de los Cuentos, que se juega entre el 'Atlético de Malvados' y 'Los más guays del Reino', retransmitida por un comentarista que le da unas cuentas patadas a algunos tópicos de los personajes de cuento tradicionales. Al final del partido, de pura emoción, la madre rompe aguas y hay que salir pitando para el hospital.

Nada de semillitas, ni historias de París, ni encargos a la cigüeña...; aquí hay una voluntad expresa de contar a los niños la realidad de un parto: la barriga gorda, los pujos, el papá ausente porque no encuentra aparcamiento, la oxitocina por las nubes, la subida de la leche...

Papá Popoto

Bravo por la viveza de los actores a la hora de improvisar: genial el momento en que uno de los manipuladores, fuera del teatrito, intenta quitarle a la mamá un pelo -hilo de lana- de la cara que le restaba expresividad, provocando el enfado de la títere porque estaba interrumpiendo su solo de bienvenida al bebé, "El día más feliz de mi vida", un momento muy tierno y emotivo (¡ay, estos titiriteros, siempre fastidiando...!).

La propuesta tiene un discurso inteligente para los niños, a la vez que está plagada de toques humorísticos bastante gamberros que buscan la complicidad de los adultos, hacerles recordar el niño que fueron...
Los títeres salen y entran de la historia continuamente para dirigirse al público (sorprende que se aprendan los nombres de los pequeños espectadores) y les animan a cantar, a repetir las coletillas, e incluso a participar en la acción.

Un punto a favor merece también el aspecto musical: todas las canciones están compuestas expresamente para la ocasión y (salvo el número final) son interpretadas en directo, con gracia y afinación, a la vez que se manipulan un sinfín de personajes y trastos.
En suma, una fábula dinámica y entretenida, que da la impresión de que fluye según la atmósfera que se genera, y varía en cada nueva representación.

El bebé títere

¿Con qué sueñan los bebés?

Este interrogante da pie a una parte muy distinta de la obra que se realiza con la técnica de la luz negra. Un tropel de figuras fosforescentes se van sucediendo ante la mirada atónita de los peques. Algunas de ellas guardan relación con el mundo de los bebés (un biberón, chupetes, una luna-mecedora...); otras, como monstruos variopintos, seres del mar, pájaros fantásticos, espirales hipnóticas, planetas cuya conquista se disputan Macintosh o Windows... resultan desconcertantes por lo inconexas y la falta de dramaturgia. Un derroche de formas y efectos que recuerda a la borrachera onírica de Dumbo en el clásico de Disney, y que en algún momento llega a abrumar por el exceso. El sueño se torna pesadilla esquizoide y el bebé se despierta; alguien tendrá que venir a cantarle una nana.

Imágenes y objetos del sueño del bebé

Imágenes y objetos del sueño del bebé

Sería curioso ver algún día la función que se esconde detrás de la función: asistir al baile de objetos, cambios de lado, manos que se visten y desvisten, posturas imposibles, ordenado caos, baño en sudor de los dos manipuladores..., desde el revés del telón.
Al final de la obra, a los niños más mayorcitos se les invita precisamente a descubrir los entresijos del teatro negro pasando un momento a la trastienda, y toda la familia puede acercarse a tocar a los muñecos, y a hacerse fotos con el bebé títere, protagonista de la historia.


"Agugutata"
Una creación de Susana Sánchez e Ismael Moreno

Teatro: La Cueva de Clan de Bichos
Dirección: C/ Mesón de Paños, 2 (Metros Ópera/Sol)
Funciones: Domingos a las 12:00 y a las 17:00 h.
Duración: 60 minutos.
Edad recomendada: Espectáculo familiar. Los niños a partir de 4 años lo entenderán mejor.
(Imprescindible reservar)

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